Rastrean insectos en la naturaleza y descubren técnicas de vuelo

Investigadores realizaron el primer estudio que recorre 80 kilómetros con una polilla
Foto: MPI-AB

Los insectos son los migrantes más pequeños del mundo, pero pueden mantener trayectorias de vuelo perfectamente rectas incluso en condiciones de viento desfavorables.

Es la conclusión de un nuevo estudio del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (MPI-AB) y la Universidad de Konstanz, en Alemania, publicado en la revista Science.

Investigadores siguieron por radio ejemplares de polillas halcón hasta 80 kilómetros, la mayor distancia que se ha podido seguir a un insecto en la naturaleza. Al seguir de cerca a los individuos durante la migración, este estudio, el primero del mundo, desvela un misterio centenario sobre lo que hacen los insectos en sus viajes de larga distancia.

El estudio confirma que las polillas halcón pueden mantener con precisión trayectorias rectas durante largas distancias, empleando sofisticadas estrategias para contrarrestar y corregir las condiciones desfavorables del viento. Los hallazgos revelan que los insectos son capaces de una navegación precisa, confirmando que una brújula interna les guía en sus largos viajes.

Los insectos, que migran en cantidades de miles de millones de individuos cada año, son algunos de los animales migratorios más comunes de la Tierra. Entre ellos hay especies de renombre, como la mariposa monarca, y otras de enorme importancia social y medioambiental, como las langostas, los mosquitos y las abejas. Pero aunque los insectos migrantes superan con creces a los migrantes más conocidos, como los pájaros o los mamíferos, su migración es la forma menos comprendida de los desplazamientos animales a larga distancia.

 

Foto: MPI-AB

 

El problema, en su mayor parte, ha sido metodológico. "Estudiar a los insectos en movimiento es un reto formidable. Suelen ser demasiado numerosos para marcarlos y encontrarlos de nuevo, y demasiado pequeños para llevar dispositivos de seguimiento", explica Myles Menz, quien dirigió la investigación en el MPI-AB.

El estudio, en el que se ha seguido a individuos marcados por radio en una avioneta, es el primero en el que se estudian de forma continuada los insectos migratorios nocturnos en la naturaleza y representa la mayor distancia en la que se ha seguido de forma continuada a cualquier insecto sobre el terreno.

El equipo, formado por investigadores del MPI-AB y de la Universidad de Constanza (Alemania) y de la Universidad de Exeter (Reino Unido), se centró en la llamada polilla de halcón cabeza de la muerte, un gran migrante nocturno que recorre cada año hasta cuatro mil kilómetros entre Europa y África. Como muchos insectos, la especie es un migrante multigeneracional, lo que significa que ningún individuo conoce la ruta completa.
En el MPI-AB de Constanza (Alemania), el equipo crió orugas hasta la edad adulta en el laboratorio para asegurarse de que los individuos fueran ingenuos. Cuando las polillas emergieron como adultas, se les fijaron etiquetas de radio que pesaban 0.2 gramos, menos del 15 por ciento del peso corporal de los adultos. "Las polillas probablemente comerían más peso que eso en una noche, así que estas etiquetas son extremadamente ligeras para los insectos", dice Menz.

Los investigadores soltaron las polillas marcadas y esperaron a que empezaran a volar, tras lo cual eligieron un solo individuo para seguirlo cada vez. El equipo siguió a 14 polillas cada una durante 80 kilómetros o 4 horas -un tramo lo suficientemente largo como para considerarse un vuelo migratorio- utilizando antenas montadas en un avión Cessna para detectar ubicaciones precisas cada cinco o 15 minutos.

 

Foto: MPI-AB

 

Los resultados muestran que las polillas mantuvieron trayectorias perfectamente rectas durante largas distancias de vuelo. Esto no se debe a que esperaran a que los vientos de cola fueran favorables. Más bien, emplearon una serie de estrategias de vuelo para amortiguar los vientos dominantes, lo que les permitió mantener su rumbo durante toda la noche. Cuando los vientos eran favorables, volaban alto y despacio, dejando que el aire los llevara, pero cuando los vientos eran fuertes o cruzados, volaban a poca altura y aumentaban la velocidad para mantener el control de su trayectoria.

"Durante años se ha dado por sentado que la migración de los insectos consistía sobre todo en dejarse llevar por el viento. Pero nosotros demostramos que los insectos son capaces de ser grandes navegantes, a la par que las aves, y son mucho menos vulnerables a las condiciones del viento de lo que pensábamos", recuerda Menz.

Para los autores del estudio, el siguiente paso es responder a la pregunta de cómo las polillas son capaces de mantener esas líneas rectas. "Basándonos en anteriores trabajos de laboratorio, es posible que los insectos utilicen brújulas internas, tanto visuales como magnéticas, para trazar su camino alrededor del mundo", concluye Menz.

 

Edición Astrid Sánchez


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