La deforestación en la Amazonia brasileña disminuyó ligeramente el año pasado, un año después de haber alcanzado su nivel más alto en 15 años, según cifras publicadas el miércoles por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales.
El sistema de seguimiento Prodes de la agencia muestra que la selva tropical perdió un área aproximadamente del tamaño de Qatar, unos 11 mil 600 kilómetros cuadrados (4 mil 500 millas cuadradas) en los 12 meses que van de agosto de 2021 a julio de 2022.
Esto supone un descenso del 11 por ciento respecto al año anterior, cuando se destruyeron más de 13 mil kilómetros cuadrados (5 mil millas cuadradas).
Durante más de una década parecía que las cosas estaban mejorando para la Amazonia brasileña. La deforestación había disminuido drásticamente y nunca volvió a superar los 10 mil kilómetros cuadrados. Eso era antes de la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro, que asumió el cargo en enero de 2019.
Este será el último informe publicado bajo el mandato de Bolsonaro, ya que perdió su candidatura a la reelección y dejará el cargo el 1 de enero. Pero parte de la destrucción que tuvo lugar durante su mandato no aparecerá hasta el próximo año, incluyendo los meses clave de agosto a octubre de 2022. Un adelanto de esos meses proviene de un sistema de satélites federal diferente que emite datos más rápidos pero menos precisos: Muestra que la deforestación se disparó 45 por ciento en el periodo de agosto a octubre del año anterior. Tradicionalmente, esa época del año es la de mayor destrucción, debido a la estación seca.
Un análisis de los nuevos datos anuales del Observatorio del Clima, una red de grupos ecologistas, muestra que en los cuatro años de liderazgo de Bolsonaro, la deforestación aumentó 60 por ciento respecto a los cuatro años anteriores. Se trata del mayor aumento porcentual bajo una presidencia desde que comenzó el seguimiento por satélite en 1998.
En un estado, Pará, la tasa de destrucción se redujo en 21 por ciento, pero sigue siendo el centro de un tercio de toda la pérdida de bosques amazónicos de Brasil. Parte de la tala y la quema de árboles se produce en zonas aparentemente protegidas. Una de ellas es la selva estatal de Parú, donde el Instituto Amazónico de los Pueblos y el Medio Ambiente, una organización sin ánimo de lucro, registró 2 kilómetros cuadrados (0.7 millas cuadradas) de deforestación sólo en octubre.
Edición: Ana Ordaz
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