España desembarcó en Qatar con un objetivo claro: volver al trono tras dos fiascos sucesivos.
Con Luis Enrique al frente de un jovencísimo equipo liderado por Gavi y Pedri, de 18 y 19 años, la nueva camada del futbol español, llamada a remplazar a los Andrés Iniesta, Fernando Torres e Iker Casillas que hicieron historia con una Copa del Mundo y dos Eurocopas entre 2008 y 2012, arrancaron maravillando con una abrumadora goleada por 7-0 a Costa Rica.
El “Tiki-taka”, el futbol de pases y presión del que la Roja ha sido uno de sus máximos exponentes había vuelto. Y por la puerta grande. Se palpitaba por algo grande después de caer a las primeras de cambio en la defensa de su título en Brasil 2014 y despedirse en la ronda de octavos en Rusia 2018.
Pero las opciones de España se fueron diluyendo a medida que avanzaba el torneo y su juego se iba ralentizando y perdiendo efectividad.
“Estoy más que satisfecho con lo que ha hecho mi equipo, que ha ejecutado a la perfección mi idea de futbol”, expresó el seleccionador tras la eliminación. “Estoy muy contento con el perfil de jugadores que tengo. Son los que yo he elegido y voy con ellos a muerte”.
Luego de su brillante arranque, España sacó un empate frente a Alemania, la otra favorita del grupo, al encajar un gol en los últimos minutos. Sacó el boleto a octavos, pese a caer con Japón, que en cinco minutos eufóricos desmontó a un plantel que no encontró la fórmula para remontar.
Y un Marruecos bien plantado atrás, que hizo historia como la primera nación árabe en unos cuartos de final de un mundial y la primera africana desde Ghana en 2010, le dio la puntilla desde los 11 metros. Un contundente 3-0 desde el punto de penal, luego de un empate sin goles en el tiempo reglamentario, despidió a una España que había perdido fuelle.
“Yo creo que el futbol es un deporte maravilloso, pero con una connotación clara en cuanto a que un equipo puede ganar sin atacar”, afirmó el estratega. “Esto es el deporte. Los jugadores han hecho al cien por cien todas las indicaciones que les he dado. Pero ya está, no vale de nada ya pensar en ello”.
El seleccionador, que después de la tanda de penaltis estaba sentado en el banquillo con un gesto serio, asumió la responsabilidad: eligió a los tres primeros tiradores — Pablo Sarabia, Carlos Soler y el veterano Sergio Busquets — y ninguno de ellos pudo superar a un Yassine Bounou en estado de gracia.
“No hemos llegado ni al cuarto”, lamentó Luis Enrique. “Pero si lo volviera a hacer, habría hecho lo mismo”.
El último penal marroquí, ejecutado por Achraf Hakimi, nacido en España, fulminó a la Roja en la misma instancia que hace cuatro años, cuando cayó por penales ante Rusia.
Luis Enrique, quien en las últimas semanas se acercó a la afición con sus publicaciones en las redes sociales y transmisiones en directo en la plataforma Twitch, no dio pistas sobre su futuro. “No es el momento de hablar de mi futuro. No tiene interés”, afirmó el ex entrenador y ex jugador del Barcelona. “Estoy muy a gusto en la federación y si por mí fuera, por el cariño que he recibido, seguiría toda la vida. Pero tengo que tomar la mejor decisión para mí y para la selección”.
Edición: Ana Ordaz
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