Cuando Francisca García llegó a Estados Unidos era mamá de un bebé de seis meses y no sabía hablar nada de inglés, pero deseaba tener una mejor vida de la que llevaba en su natal Ecuador. Y lo consiguió convirtiéndose en licenciada en Trabajo Social.
La mujer se enfrentó a muchas adversidades, como el hecho de no ser bien recibida por la familia de su padre, con quien se supone que viviría en el Bronx, Nueva York. Y a dos años de haber llegado a vivir “el sueño americano” tuvo que salir de ese domicilio, ahora también con una bebé de cinco meses.
Durante varios días, Francisca y sus hijos vivieron en la calle, hasta que una mujer le sugirió ir a buscar oportunidades a Rhode Island, donde comenzó a vivir en albergues.
“Yo no hablaba inglés y no conocía a nadie. Cuando llegué, el taxista me llevó a una comisaría. Allí buscaron a alguien que hablara español para que les explicara a que había venido”, confesó Francisca al Rhode Island College (RIC).
Compartir albergue con otros hispanos le hizo darse cuenta de los contratiempos que enfrentan las personas migrantes en Estados Unidos: niños pasando hambre, acoso sexual, incomunicación debido a la barrera del idioma.
La única trabajadora social del albergue que hablaba español le ayudó a comenzar una mejor vida al conseguirles un hogar donde vivir.
A partir de entonces Francisca se dedicó a trabajar, a aprender inglés y a continuar con sus estudios, primero culminando el equivalente a secundaria hasta llegar al Rhode Island College.
Francisca eligió la licenciatura en Trabajo Social para ayudar a otras personas que llegan a Estados Unidos con la finalidad de conseguir mejores condiciones de vida y ahora, tras concluir su licenciatura, continuará con la maestría.
“Ahora siento que puedo motivar a las personas y ayudarlas a crecer, valorarse y creer en sí mismas. Mi trabajo es con abuelitos, y la mayoría son hispanos, ahora puedo servirles yo de intérprete a ellos”, destaca.
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