Los expertos recomiendan evitar el cannabis durante la adolescencia y los primeros años de la edad adulta, en personas propensas a padecer trastornos mentales o que los padecen, en el embarazo y antes de conducir, también mientras se conduce, según una revisión exhaustiva de las pruebas publicada en la revista médica The BMJ.
Sin embargo, afirman que el cannabidiol, uno de los compuestos activos del cannabis, es eficaz en personas con epilepsia, y que los medicamentos a base de cannabis pueden ayudar a personas con esclerosis múltiple, dolor crónico, enfermedad inflamatoria intestinal y en cuidados paliativos.
Sus recomendaciones se basan en una revisión general de 101 metaanálisis sobre el cannabis y la salud. Las revisiones paraguas sintetizan metaanálisis anteriores y ofrecen un resumen de alto nivel de las pruebas sobre un tema concreto.
Según el estudio Global Burden of Disease 2019, alrededor de 24 millones de personas en todo el mundo padecen trastorno por consumo de cannabis, es decir, son incapaces de dejarlo a pesar de que les causa problemas sociales y de salud. Es más común entre los hombres y en los países de ingresos altos.
Cada vez más estudios han examinado los efectos de los cannabinoides en la salud y otros resultados, pero la mayoría de los hallazgos son observacionales y propensos a sesgos, lo que dificulta sacar conclusiones firmes.
Para solucionar este problema, un equipo internacional de investigadores se propuso evaluar la credibilidad y certeza de más de 500 asociaciones entre el cannabis y la salud en 50 metanálisis de estudios observacionales y 51 metanálisis de ensayos controlados aleatorios, agrupando datos de cientos de estudios individuales.
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Los estudios se publicaron entre 2002 y 2022 y analizaron los efectos sobre la salud de distintas combinaciones de cannabis, cannabinoides y medicamentos a base de cannabis.
En concreto, el consumo de cannabis se asoció con la psicosis en adolescentes (cuando aún se está produciendo el desarrollo cerebral), y con la recaída de la psicosis en personas con un trastorno psicótico. En otras palabras, el consumo de cannabis cuando no se ha producido ningún trastorno psicótico aumenta el riesgo de su aparición, y el consumo de cannabis después de su aparición, empeora los resultados clínicos.
Los investigadores también hallaron una asociación entre el cannabis y los síntomas siquiátricos generales, como la depresión y la manía, así como efectos perjudiciales sobre la memoria y el recuerdo verbal y visual.
Señalan que estas asociaciones son especialmente preocupantes, dado que el patrón de edad de los trastornos por consumo de cannabis coincide con la edad pico de aparición de los trastornos mentales, desde mediados de la adolescencia hasta principios de la veintena, y a esa edad los adolescentes y adultos jóvenes aún están estudiando.
En diferentes poblaciones, las pruebas observacionales de nivel entre débil y convincente sugerían una relación entre el consumo de cannabis y los accidentes de tráfico. En el caso de las mujeres embarazadas, también se encontraron pruebas observacionales convincentes de la relación entre el consumo de cannabis y el riesgo de tener un bebé pequeño y de bajo peso al nacer.
Sin embargo, el cannabidiol fue beneficioso para reducir las convulsiones en ciertos tipos de epilepsia, mientras que los medicamentos a base de cannabis fueron beneficiosos para el dolor y la rigidez muscular en la esclerosis múltiple, así como para el dolor crónico en diversas afecciones, y en cuidados paliativos, aunque no sin efectos adversos.
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Esta revisión general es la primera que reúne estudios observacionales y de intervención sobre los efectos de los cannabinoides en humanos, pero los investigadores señalan que la mayoría de los resultados asociados al consumo de cannabinoides están respaldados por pruebas débiles, tienen una certeza baja o muy baja, o no son significativos.
También señalan otras limitaciones, como las diferencias en el contenido de cannabis de los productos, el hecho de que no todos los individuos experimentarán los mismos efectos del cannabis sobre su salud mental y su cognición, y que los ensayos aleatorios podrían no ser representativos de la población del mundo real.
No obstante, afirman que los legisladores e investigadores en materia de salud pública "deberían tener en cuenta esta síntesis de pruebas a la hora de tomar decisiones políticas sobre la regulación del consumo de cannabinoides y de planificar una futura agenda de investigación epidemiológica o experimental".
Añaden que se necesitan directrices futuras para trasladar los hallazgos actuales a la práctica clínica, al tiempo que se implica a las partes interesadas.
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