Desde dentro de los escombros de la guerra de Rusia, el escultor más famoso de Ucrania se vio obligado a dar un oscuro giro artístico el día que su propia casa de campo fue devastada por un ataque de Moscú.
"Sucedió por accidente, ocurrió cuando un misil entró en nuestra casa, nuestra dacha... y mis vecinos recogieron los restos del misil", señaló Mikhail Reva, a través de un traductor. “Y se me ocurrió la idea de hacer una metáfora de esos escombros”.
Dos años después de la invasión, el nativo de Odesa no ha descansado en transformar más de dos toneladas de escombros de guerra (cartuchos Kalashnikov con púas, balas y proyectiles arrugados) en arte que expresa el sufrimiento de su tierra natal. Las esculturas, a menudo monumentales, sirven como recordatorios desafiantes y emocionales del papel vital del arte para expresar lo inexpresable.
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Las obras de hierro forjado, algunas con alas delicadas, otras religiosas e irónicas, se exhiben en el histórico Hotel de Talleyrand de la embajada de Estados Unidos en París, como parte de una iniciativa para volver a colaborar con la agencia cultural de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con sede en París.
"En cualquier guerra larga uno puede volverse complaciente, y el arte tiene el poder de trascender, de hacer que uno se detenga y recuerde que se trata de individuos", dijo Jean Manes, encargado de negocios de la Misión de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). "Tiene la capacidad de hacerte verlo de nuevo, verlo con ojos nuevos".
Obligado a transformar la destrucción incomprensible en algo significativo, Reva creó La flor de la muerte de 2023, utilizando fragmentos de cohete del ataque real a su casa.
Reva era famoso mucho antes de que su arte diera un giro más oscuro. Sus famosas y caprichosas esculturas han sido vistas por millones de personas en plazas y playas destacadas de Odesa, Kiev y más allá. Sin embargo, el implacable conflicto ha obligado a su obra de arte a narrar una historia más siniestra: una de resistencia y recuerdo en medio de las atrocidades del conflicto.
En la colección destaca La Memoria del Crucificado, en forma de cruz compuesta de clavos recuperados de iglesias destruidas por los ataques rusos. Esta pieza, junto con Aggressor, una escultura audazmente sexualizada que presenta un misil colocado provocativamente, captura la profunda esencia del desafío contra la agresión.
Mientras tanto, una gigantesca muñeca rusa, subtitulada Desde Rusia con amor y adornada con mil cartuchos de bala a modo de púas, encarna la ironía de la violencia.
Reva, con un toque de humor, señaló: “Todas estas piezas son de Rusia con amor”.
Hay planes para exhibir las esculturas al público en los ayuntamientos de los distritos 3 y 15 de París a finales de este mes.
Edición: Estefanía Cardeña
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