Hace casi un siglo, en 1923, las mujeres españolas que pretendían ser maestras en alguna institución del Consejo de Educación tenían que aceptar una serie de restricciones que incluían no casarse, no ingerir bebidas alcohólicas y no salir después de las 20 horas.
Un documento histórico de la provincia de Castilla-La Mancha señala que el contrato que firmaban las maestras las obligaba a aceptar al menos 14 condiciones para poder ocupar el cargo al frente de un salón de clases.
El convenio establecía que las mujeres estarían durante ocho meses en el puesto y de no cumplir quedaría sin efecto lo firmado.
Las restricciones
Las mujeres que firmaban este documento se comprometían a no contraer matrimonio. Esta prohibición, de hecho, era la que encabezaba todas las normas.
Asimismo, las maestras no podían salir con hombres ni viajar en coche con alguien que no fuera su padre o su hermano. Tampoco podían estar fuera de casa después de las 20 horas o antes de las 6 de la mañana, ni pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
Entre otras cosas se prohibía fumar cigarrillo, beber cerveza, vino o whisky, un motivo más para anular el contrato.
Las autoridades educativas incluso controlaban el aspecto de las mujeres, a quienes se les prohibía teñirse el pelo, usar maquillaje, vestir ropa de colores brillantes o faldas que estén más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
Además, las maestras debían mantener el aula limpia y asegurarse de que estuviera caliente para recibir a los menores.
El documento ha sido atribuido al sistema educativo de Argentina, sin embargo, se resguarda en un compilado de Castilla-La Mancha y contiene una fotografía de una escuela de Casasimarro, un municipio que precisamente se encuentra en esta comunidad.
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