Laura Flores
Un total de 55 mil personas acudieron este jueves a la iglesia de San Hipólito y San Casiano en Ciudad de México, donde se venera a San Judas Tadeo, para solicitarle que los alivie de alguna enfermedad, encontrar trabajo, pagar una manda por el apoyo recibido o agradecerle que “nos ayudó a sobrevivir a la pandemia”.
Desde la madrugada del 28 de octubre, algunas peregrinaciones anunciaron su llegada con cohetes o música de banda; mientras, familias, parejas o amigos llegaron en transporte público, automóvil, bicicleta o a pie con veladoras, escapularios, rosarios, pulseras, retablos o imágenes.
Los más de 20 integrantes de la familia Piñón Granados, por ejemplo, tardaron tres horas en llegar desde la colonia Las Águilas, en Álvaro Obregón, con una imagen de San Judas de más de un metro de altura, para luego regresar y “hacerle su fiesta, como cada año”, dijeron.
Dicha tradición es compartida por la familia García Reséndiz, de la colonia Pensil, que desde hace 19 años acude este día a venerar al “santo patrono de las causas perdidas”, aunque el año pasado, comentaron, “no pudimos por la pandemia”.
Los feligreses que entraron a la primera de 10 misas que se celebraron, acompañaron a los mariachis con Las Mañanitas, echaron porras al santo y bendijeron sus imágenes, rosarios, flores u oraciones que llevaban, olvidándose de la sana distancia.
Ante la gran cantidad de personas, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México implementó un dispositivo de seguridad y vialidad con 250 elementos para salvaguardar su integridad, evitar la comisión de ilícitos y agilizar el tránsito vehicular.
La colocación de una valla permitió ordenar en una fila el ingreso a la iglesia, la cual “fue de viborita” por la gran cantidad de gente, pero no impidió que policías franquearan el paso a una peregrinación con banda.
“No les importó que estuviéramos formados más de hora y media”, comentaron vecinos de la colonia Impulsora y los municipios mexiquenses de Chimalhuacán y Neza, quienes confiaron en entrar a misa, donde el máximo de personas era de 100 para no rebasar 70 por ciento de la capacidad de la iglesia.
El comercio ambulante se desbordó en banquetas y carriles laterales del Paseo de la Reforma en el sentido norte-sur, en los cuales se vendieron lo mismo artículos alusivos a la celebración, que comida, botanas y hasta anteojos para el sol.
La gran cantidad de feligreses que se dieron cita y el cierre de la avenida Hidalgo provoó que los conductores circularan a vuelta de rueda y se afectara el servicio de la línea 4 del Metrobús.
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