En el año 1889 un arqueólogo mexicano fue notificado del hallazgo de una momia en una cueva de una comunidad de Oaxaca, que tenía una singular característica: un tatuaje lucía en su antebrazo.
Con escasa tecnología para estudiar el cuerpo, Batres escribió un artículo en que llamaba al descubrimiento Momia tolteca y aseguraba que se trataba de un hombre, que estaba en posición sentada.

Más de un siglo después, la momia fue estudiada en París, Francia, donde se descubrió que en realidad era el cuerpo de una mujer que tenía tatuajes geométricos en ambos brazos y en el vientre.
Los estudios para determinar su origen demostraron que el cuerpo data del año 250 d.C., por lo que probablemente los dibujos en su piel estén relacionados con las tradiciones oaxaqueñas de esa época.
La Momia tolteca es la única momia mexicana hallada con tatuajes y actualmente es resguardada en el Museo de Quai Branly, de París.

En 1893 la momia llegó a Francia y desde entonces no ha abandonado aquel país.
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) acudieron a estudiar la pieza y determinaron que la momia probablemente era parte de la cultura ñuiñe y se trataba de una mujer de alta jerarquía, pues sólo las personas con alto rango podían ostentar tatuajes.
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