El accidente nuclear en la planta de Chernóbil, Ucrania, en ese entonces integrada a la Unión Soviética, marcó la historia de la modernidad planetaria por sus dimensiones y significados, y el hito ha llevado a buscar paralelismos en otros accidentes radiactivos en el mundo.
Incluso el accidente ucraniano, ocurrido en abril de 1986, derivó en la importación a México de leche contaminada con radiación, en una historia de corrupción donde las autoridades sanitarias mexicanas hicieron de la vista gorda.
Pero también por esos años se registró un accidente radiactivo en territorio mexicano, concretamente en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, Chihuahua, conurbada con El Paso, Texas, cuando 247 toneladas de varilla radiactiva expusieron a riesgo a cuatro mil personas.
El accidente inició cuando se desmanteló una unidad de terapia contra el cáncer en Juárez en noviembre de 1983, tres años antes del colapso en Chernóbil, cuyo objetivo era chatarrizar el equipo.
El problema fue que la varilla radiactiva, en vez de desecharse, fue utilizada para la construcción de vivienda en al menos 16 estados del país, un hecho que fue clasificado durante casi cuatro décadas y que finalmente dio a conocer la Secretaría de Energía federal (Sener).
Las autoridades reconocieron que quienes se expusieran a esas viviendas tendrían una posibilidad "ligeramente mayor" de desarrollar cáncer y defectos genéticos, sin embargo minimizaron el riesgo al asegurar que la posibilidad era menor al uno por ciento.
Debido a que no existía un marco legal regulatorio del manejo de desechos radiactivos, el material desmantelado de la unidad médica de Ciudad Juárez fue vendido como hierro de desecho a cuatro empresas fundidoras, que lo transformaron en 6 mil 608 toneladas de varilla utilizada más adelante en el levantamiento de 17 mil 600 casas y otros inmuebles.
También se utilizó el excedente de material para construir camiones de carga, que se trasladaron no sólo por México sino también por Estados Unidos, de acuerdo con la información desclasificada por la Secretaría de Energía.
El Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez adquirió en 1977 su equipo de teleterapia a la empresa Picker, ubicada en Cleveland, y contaba con una fuente de cobalto 60.
Un camión que transitaba por Nuevo México en enero de 1984 fue detectado como radiactivo por expertos sanitarios de Estados Unidos, de modo que el Departamento de Salud de Texas notificó a las autoridades mexicanas sobre la situación. En ese entonces el presidente de México era Miguel De la Madrid.
Las entidades mexicanas afectadas fueron Chihuahua, Sonora, Baja California, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León, todas ubicadas en la línea fronteriza con Estados Unidos, además de Sinaloa, San Luis Potosí, Zacatecas, Morelos, Guanajuato, Hidalgo, Aguascalientes, Baja California Sur, Querétaro y Durango.
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