Quién es Gerardo 'Tata' Martino, director técnico de la Selección mexicana

El argentino participó con su país en una Copa Mundial Sub-20 en 1981
Foto: Reuters

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Más de 90 años de historia mundialista consolidan a México como uno de los países con mayor tradición futbolística en el globo, y que sea la quinta nación con más ediciones disputadas en la cita intercontinental es otro fiel testimonio de ello. Tomar las riendas de esta selección es una tarea compleja, pues demanda un perfil lleno de experiencia, personalidad y capacidad para trabajar frente a la presión, cualidades que le permitieron a Gerardo Martino asumir el reto en enero de 2019.

 

¿Quién es el Tata?

Gerardo Martino nació en Rosario, Argentina, en noviembre de 1962, y desde su niñez tuvo el fútbol como su norte. Su tío Rinaldo representó a la albiceleste y formó parte de clubes con enorme relevancia, como Boca Juniors, São Paulo y la Juventus. La vocación por la pelota, el impacto de la estampa familiar y el talento propio iban de la mano para él, y desde muy pequeño se le avizoraba un futuro prometedor. Con 10 años empezó su carrera, y siete primaveras luego, llegó su estreno profesional, con la camiseta de Newell’s Old Boys.

Se consolidó como un mediocampista de élite. Hizo historia con la Lepra, disputando más de 500 partidos oficiales. Con Argentina fue partícipe de una Copa Mundial sub-20 en 1981, y posteriormente se estrenó con la delegación absoluta, una década luego. También llegó al balompié europeo, con el Tenerife de España, y aunque cerró su periplo como atleta en las ligas de Chile y Ecuador, pudo retirarse sabiendo que su destino seguiría atado al rectángulo de juego.

 

La transición del campo a la pizarra

Menos de dos años después de su retiro, Martino afrontó su primer desafió como entrenador, al frente de Almirante Brown, en el Campeonato Nacional B de su país. Continuó su recorrido acumulando una diversidad de experiencias que incluyeron una campaña de pocas victorias con el Club Atlético Platense, a una de muchas alegrías y celebraciones con Instituto de Córdoba. Poco sabía que la consolidación como estratega llegaría más allá de sus fronteras.

Algunas destacadas actuaciones en su suelo natal despertaron el interés en un país vecino, y fue así como, en 2002, dio el salto al fútbol paraguayo, con una de sus grandes instituciones: Libertad. Allí alcanzó la gloria, al cosechar tres títulos en poco más de 18 meses. Su consolidación se produjo inmediatamente después, cuando Sudamérica lo vio destacar nacional e internacionalmente. A su palmarés agregó la consecución de los torneos Apertura y Clausura de 2004.

Más adelante volvería a Argentina con Colón de Santa Fe, pero no tardía en regresar a Paraguay, para seguir consagrándose como una figura histórica de ese fútbol, de la mano de Libertad. No solo destacaba en el torneo local, sino que, además, lo hacía internacionalmente, llevando al cuadro de Asunción hasta las semifinales de la Copa Libertadores 2006.

 

El fútbol de selecciones le esperaba

Tras ganarlo todo a nivel de clubes en Paraguay, el rumbo que tomó su carrera fue el más lógico de todos: aceptar el cargo de seleccionador nacional de dicho país. Si ya era una figura emblemática, en 2010 elevó su estatus al encaminar a la Albirroja a una inédita e inolvidable travesía hasta los cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA, en Sudáfrica, donde fue superada únicamente por la escuadra que se quedaría con el trofeo, España.

Martino estaría con la delegación paraguaya por más de 70 partidos, pero antes de continuar su camino entre selecciones nacionales, tuvo otro heroico paso por el club de sus amores, Newell’s, al cual no solo lo alejó del descenso, sino que lo llevó a ser campeón del Torneo Final 2013 y a colarlo en la semifinal de la Copa Libertadores ese mismo año. El planeta entero observaba, así, como el interés de uno de los más grandes se convertía en una realidad: el FC Barcelona lo contrataría.

 

 

En el conjunto culé ganó la Supercopa de España y llegó hasta la final de la Copa del Rey, donde cayó ante el Real Madrid, y vio cortada su era con el blaugrana poco antes de cumplir un año con el equipo. La siguiente llamada que recibiría sería imposible de obviar, ya que era de parte del combinado nacional de su país.

Con Argentina volvería a competir por títulos, pero padecía la misma suerte de llegar a la final y no poder ganarla. Lo que vivió en España lo volvió a experimentar en dos Copas Américas consecutivas, en 2015 y 2016. Chile, gracias a las tandas de penales, le superó en ambas ocasiones. A la larga, el “Tata” cambiaría Sudamérica por el norte, con Atlanta United, de Estados Unidos, equipo con el que volvería a ser campeón de una liga, en 2018.

 

México: un reto y una revancha

En enero de 2019, Martino asumió el banquillo de la selección mexicana. Allí rápidamente se sacudiría el terrible recuerdo de los subcampeonatos, al consagrarse campeón de la Copa Oro 2019; sin embargo, el infortunio en los duelos por el campeonato regresaría en la Liga de Naciones de Concacaf y la Copa Oro 2021, en las que tuvo que conformarse con el segundo lugar. Fue siempre competitivo y, aunque tuvo altibajos en las Eliminatorias, ahora se aproxima su principal reto: Qatar 2022.

Más de una docena de extranjeros han dirigido alguna vez al combinado mexicano, y la responsabilidad de hacerlo en la Copa Mundial de la FIFA este año caerá en el argentino. Como técnico puede hacer alarde de que siempre clasificó, como mínimo, a los cuartos de final de cada certamen internacional en el que estuvo, algo que el Tri no ha podido hacer desde 1986. El fantasma del cuarto partido les ha asechado en las últimas siete ediciones.

 

Leer: México se vuelve a topar con Argentina en un partido crucial

 

Diferentes equipos, diferentes estilos

Gerardo Martino ha demostrado que sus planteamientos pueden ser flexibles, dependiendo, por su puesto, de las piezas que tenga a disposición. Con Paraguay favoreció el orden y la estabilidad del bloque por encima de todo. Se hizo fuerte con las acciones a balón parado y, aunque mutó entre 1-4-4-2 y el 1-3-4-3, lo que no cambió fue la alta capacidad de preservar un sólido funcionamiento defensivo, con una importante rapidez en las transiciones hacia el ataque. No en vano la Albirroja era popular por recibir pocas anotaciones.

Con Argentina y México, en cambio, la realidad fue y es muy diferente, por las fichas con las que ha contado en su lado del tablero. Por talento e historia, la obligación de ser protagonista le invitó a desarrollar un juego más de posesión, con predisposición a la amplitud, y con menor rigidez en la zaga. Los laterales reciben mayores licencias para el desdoble, y los atacantes tienen libertad en la búsqueda de asociaciones.

 

 

En el Tri ha sido más habitual la utilización de un esquema base 1-4-3-3, donde el rol de los volantes interiores es fundamental en la construcción del juego. El estratega ha dado prioridad a la utilización de jugadores con mayores virtudes técnicas que físicas, y aunque el enfoque ofensivo da paso a tomar mayores riesgos que en otrora, aún se percibe la intención recuperar el orden claro que le dio éxito en su primera Copa Mundial, algo que México necesitará para lograr su objetivo de trascender.

 

Edición: Laura Espejo


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