Desde épocas prehispánicas, el adulterio es una práctica que tiene más represalias contra la mujer que contra el hombre y se ha documentado que las mujeres adúlteras enfrentaban la pena de muerte por su actuar.
El adulterio, conocido por los nahuas como tetlaximaliztli, era severamente castigado si una mujer casada lo cometía, sin embargo, en el caso de los hombres sólo se sancionaba si su amante era una mujer casada porque atentaba contra la posesión de otro hombre.
Esto quiere decir que si un hombre casado sostenía relaciones con una mujer soltera no implicaba ninguna sanción para él porque no se consideraba que transgredía ningún derecho.
De acuerdo con el estudio In tetl, in cuahuitl. Los sistemas jurídicos nahuas prehispánicos ante el adulterio, elaborado por Miriam López Hernández, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, el adulterio era el único delito regulado adicional a aquellos que tenían que ver con la actividad económica dominante.
Los nahuas consideraban prioritario regular el tetlaximaliztli para asegurar que los hijos de las mujeres casadas sean exclusivamente de sus esposos y para que los hombres no violen los derechos de posesión de otros maridos.
El adulterio era considerado un delito contra la familia, el Estado y la sociedad y las sanciones tenían el objetivo de vigilar la herencia y la paternidad.
Las mujeres adúlteras eran llamadas tlazolteocihuatl, que proviene de cihuatl, mujer, y tlazolli, basura.
Miriam López señala que las personas adúlteras recibían un castigo que dependía de la clase social de los señalados y la forma en la que fue descubierta la infidelidad. Generalmente la persona infiel y su amante enfrentaban la pena de muerte que podía ser a través de la lapidación pública, también se les quebraba la cabeza con losas, podían sufrir apeleamiento, entre otras. En algunos casos, las personas adúlteras eran ahorcadas.
La mayoría de las sentencias se ejecutaban en público para que las personas no se atrevieran a hacer algo similar, a menos de que los acusados fueran gobernantes, a ellos se les permitía recibir el castigo en casa o en la calle para no sufrir la vergüenza pública.
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