Con una altura estimada de cuatro metros y una envergadura que podía alcanzar los 13 metros, el Quetzalcoatlus northropi es el animal volador más grande que ha vivido en la Tierra.
La primera vez que científicos tuvieron contacto con fósiles de este reptil volador fue a principios de la década de 1970, cuando el estudiante de la Universidad de Texas en Austin, Douglas Lawson, encontró los huesos de un ala de este pterosaurio en el Parque Nacional Big Bend, Texas.
Lawson decidió nombrar a la especie Quetzalcoatlus en honor al dios Quetzalcóatl, también llamado Serpiente Emplumada y northropi por John Knudsen Northrop, fundador de la Corporación Northrop, especialista en diseño de aeronaves.
Se estima que el animal prehistórico vivió principalmente en Norteamérica hace cerca de 70 millones de años.
Científicos que han estudiado los fósiles de este pterosaurio aseguran que sus alas eran tan largas que tocaban el suelo cuando la especie se encontraba de pie, además de que poseía un pico sin dientes, con mandíbulas largas y delgadas, características que le daban una movilidad y alimentación un tanto peculiar: era capaz de acechar presar desde el aire o a ras del suelo.
Los pterosaurios son los primeros animales, después de los insectos, en desarrollar un vuelo propulsado. He ahí la importancia del estudio del Quetzalcoatlus northropi para comprender la evolución de las aves.
Puedes apreciar una réplica de esta especie en la parte exterior del Museo del Meteorito, en Progreso.
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