En la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, ubicada en Pátzcuaro, Michoacán, la religión se mezcla con las labores de conservación para luchar en contra de la extinción del achoque, un anfibio considerado primo hermano del ajolote.
Las monjas de esta parroquia han aprendido sobre los cuidados del Ambystoma dumerilii, nombre científico de esta especie de salamandra, y dedican varias horas al día a su conservación.
Enormes peceras resguardan a los ejemplares, que se encuentran en sus diversas fases de crecimiento, con la finalidad de que se reproduzcan y así eviten la extinción.
Las monjas aprendieron de biología y ahora también comparten sus conocimientos sobre el achoque para que más personas se sumen a las labores de conservación.
El achoque es una especie originaria del Lago de Pátzcuaro, pero diversas actividades humanas han afectado su hábitat por ello su población ha disminuido en las últimas décadas. Al igual que el ajolote, su primo endémico de Xochimilco, tiene la capacidad de regeneración y es objeto de estudio de diversos investigadores.
Por ello las monjas decidieron realizar labores de conservación y desde hace más de 20 años se han encargado de trabajar en el rescate de la especie.
Los ejemplares que alcanzan la madurez son donados a las universidades para su estudio y otros tantos son sacrificados para preparar un jarabe naturista que, aseguran las monjas, cura las enfermedades de las vías respiratorias y la anemia.
Aunque son endémicos de Pátzcuaro, los achoques no pueden ser liberados en el lago de la comunidad debido al alto nivel de contaminación que existe en el agua y también porque ya existe fauna invasora que no les permitiría sobrevivir.
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