Natalia regresaba del trabajo, un día que podría ser calificado como normal, sin tantos cambios, lo que muchas personas hacen, salir a trabajar, un orden o una rutina, tomar el transporte, llegar a casa, caminar un par de cuadras, pero lo que cambió fue que un hombre se le acercó y la tocó y con ello cambiaron las cosas: se quedó un recuerdo de dolor, de molestia, de impotencia, no hubo una llamada a un número de emergencia, al 911, no fue parte de una estadística que posicione a Quintana Roo como un destino de inseguridad para las mujeres, como ya lo es.
En la península de Yucatán, Quintana Roo es el primer lugar en el caso de violación por cada 100 mil habitantes, y Campeche es el número cinco, son cifras que mujeres como Natalia no generan para las gráficas oficiales, en este caso, del Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Nacional, organismo oficial para dar a conocer dichas estadísticas.
Sin embargo, las estadísticas sirven para generar algunas políticas que ataquen los problemas.
En esas estadísticas oficiales aparece Campeche como el primer lugar a nivel nacional en lesiones dolosas contra las mujeres, donde no forman parte dos víctimas recientes de homicidio por parte de sus parejas, quienes después se suicidaron en Ciudad del Carmen.
En dicho estado, en el primer semestre de este año, fueron reportadas 959 lesiones dolosas (cinco casa día), es decir, que los atacantes tuvieron la intención de hacerlo.
El Secretariado tiene un registro de las 100 ciudades del país que tienen feminicidios, los tres estados de la península registran al menos una ciudad con índices altos, cuatro son de Campeche, dos de Quintana Roo y Mérida, Yucatán.
Benito Juárez y Solidaridad, mejor conocidas como Cancún y Playa del Carmen; Mérida, la capital yucateca, y Carmen, Campeche, Champotón y Calakmul son las siete ciudades que están en el listado.
Luisa salió a comprar tortillas a la tienda a la 1 de la tarde, a unas cuadras de su casa, en la Región 91 de Cancún, regresó sin sus aretes, lo único de valor material que llevaba y que le robó un sujeto que estaba en la esquina de la calle.
Mientras, hay programas en favor de la mujer, hay una visita en comunidades rurales de Campeche donde hablan del empoderamiento económico de la mujer, o en otras zonas les dan un apoyo a las jefas de familia, y en Carmen hay 50 mujeres emprendedoras a quienes les fue muy bien con un foro en el que participaron.
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Sin embargo, Andrea toma el transporte público en Campeche y tiene que estar alerta de quien se acerque, ya una vez un tipo no dejó de mirarla y acosarla, y después la siguió, no hubo ataque físico pero el recuerdo queda ahí: salir a la calle es estar no sólo alerta del tránsito o si vendrá la lluvia, sino de cualquier hombre desconocido y en ocasiones también de conocidos.
En Cancún, Graciela, una estudiante, terminó sola en la combi en la que se transportaba y el chofer decidió no hacerle la parada, le sonreía y ella empezó a temblar, era de día, una ruta céntrica.
En Quintana Roo hay registradas 683 lesiones dolosas a mujeres en el primer semestre de 2023, según el dato del Secretariado, y es el primer lugar en llamadas de emergencia al 911 por violación.
La violencia de pareja también deja a Quintana Roo en primer lugar, con 612 casos reportados hasta junio pasado, por lo menos tres diarios, Campeche está dentro de los 10 primeros con 170, uno casi diario, y Yucatán más alejado, pero con 78 casos, al menos denunciados.
Las cifras al final no les dicen nada a ellas.
Hace unos días hubo una noticia en un estado del norte, un tipo de la tercera edad mató a una mujer con la que discutió, había antecedentes de acoso.
Días atrás hubo el caso de un sujeto que roció ácido a una mujer. Hace otros días alguien violó. Hace otros días…
Natalia no recuerda cuándo fue la primera vez que se preocupó de salir y estar alerta en todo momento, pero cree que fue cuando tenía 12 o 13 años y fue a una tardeada con sus hermanas mayores. Fueron a bailar y le pusieron algo en su refresco. Recuerda ir con sus hermanas en el taxi de regreso a casa sin saber qué había pasado. Si ellas no hubieran ido, no tiene idea de qué le habría pasado.
Creo que esa fue la ocasión en que entendí que por ser mujer estaba expuesta a peligros terribles. He tenido ganas de hacer mil cosas: caminar sola por la calle, ir de excursión por el bosque, ir a la playa sola (un fracaso porque todo te acosan), tener conversaciones con hombres que no conozco, porque genuinamente me gusta conocer gente.
Me han tocado sin mi consentimiento, me han acosado en algunos lugares de trabajo, me han seguido en la calle, me han dicho ‘piropos’ que me hacen sentir como un pedazo de carne. He visto como hombres agreden a mujeres porque ellas les responden cuando les hacen un comentario vulgar y quieren golpearlas por responder.
He visto a hombres masturbarse en la calle y en el transporte público y hacen todo lo posible para que voltees a verlos. He visto como una y otra y otra vez las mujeres tenemos que escuchar, soportar, tragarnos comentarios, actitudes hacia nuestra persona o hacia otras mujeres.
Sabemos que para el mundo somos de segunda, pero yo no me siento de segunda. Tengo ganas de hacer mil cosas y siento que los hombres, la sociedad me roba esas oportunidades, esas ganas. Al final, cada mujer aprende qué punto es su límite y deja pasar miles de actitudes, palabras, situaciones con tal de no vivir una lucha constante, diaria, con todo y con todos.
Tuve un terapeuta que abusó de mí en un momento muy vulnerable de mi vida. No lo denuncié. Nunca le dije nada a nadie. ¿Quién me apoyaría? ¿Quién me daría justicia? ¿Qué cosas tan horribles tendría que pasar si lo denunciaba?.
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