Han llevado a cabo, entre otras acciones, la instalación de fábricas artesanales de bioinsumos, un espacio en el que los mismos campesinos elaboran sustancias que aumentan a la fertilidad y nutrición del suelo y los cultivos, con lixiviados mineralizados, microorganismos locales activados y caldos minerales, detalló Itzel Beatriz Ávila, responsable federal de esta estrategia en la entidad.
El ingeniero Jaime Antonio Mendoza González, agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y uno de los auxiliares técnicos en las Escuelas de Campo de la región frijolera de Zacatecas, explicó a este diario cuáles son algunos de los bioinsumos que se producen en dichos laboratorios agrícolas.
Una de las sustancias orgánicas elaboradas en el sitio, dijo, es una micorriza que una vez aplicada hace una simbiosis con las raíces del frijol y las protege de algunos patógenos; su principal función es ayudar a disolver varios nutrientes del suelo.
Otro bioinsumo muy importante obtenido por los agricultores, agregó Mendoza González, es un “microorganismo específico para leguminosas, una cepa especial de una bacteria que entra en simbiosis, a través de unos nódulos en la raíz… para absorber el nitrógeno atmosférico, lo transforma y se lo pasa al frijol. Éste, por su parte, le regresa a azúcares y otros nutrientes”.
Uno más es el trichoderma, un hongo que ataca a otros; aquí tenemos fuertes problemas de pudrición de raíz en toda la zona frijolera, esa es una constante porque los suelos son muy pobres en materia orgánica y eso detona muchas de estas enfermedades y algunas plagas de suelo, que este bioinsumo ayuda a combatir.
El agrónomo refirió que gracias a la operación y funcionamiento de las citadas fábricas, los labriegos ya ven un impacto favorable en sus bolsillos, al ahorrar significativamente, en términos del costo-beneficio, en la producción de cada litro de estos productos.
A nivel comercial, los agroquímicos de marca tienen un costo que puede alcanzar 200 pesos el litro, pero los agricultores han conseguido un costo de producción de no más de 50 pesos, entonces esa es la gran diferencia.
Ahorran en fertilizantes
Con dedicación y disciplina, los campesinos con pequeñas parcelas, asociados a las fábricas de bioinsumos, han logrado ahorrar alrededor de 30 por ciento en el fertilizante químico que requieren, destacó Mendoza González.
Yo sí he visto resultados, hemos hecho algunos caldos, uno cálcico y otro lixiviado de estiércol. Y pues hemos ahorrado mucho, señaló Miguel Álvarez, agricultor del ejido Ignacio Allende.
Por su parte Abel Triana Ruelas, comisariado ejidal de la colonia Hidalgo, en Sombrerete, expuso en entrevista que en estos sitios tienen la producción de microorganismos a bajo costo, con el acompañamiento de la Secretaría de Agricultura; se reproducen para combatir hongos, fertilizantes foliares, plagas, enraizador.
Mientras, el productor Delfino Hernández relató que en su Escuela de Campo les han enseñado sobre este tema para ahorrar dinero en foliares, fertilizantes y plaguicidas… porque aquí las tierras cada vez necesitan más nutrientes. Nos han estado formando para no meterle tanto químico a la terreno, porque además se requiere cada vez más producto comercial, 80, 100 y luego 120 kilos por hectárea”.
Gilberto Castro, agricultor del municipio de Sombrerete, compartió: tenemos tres años aplicado los bioinsumos que ustedes ven aquí en la fábrica. Tenemos tres temporadas utilizándolos y se ve una diferencia favorable, es lenta, pero la hay.
Yo soy un productor pequeño y antes aplicaba fertilizante DAP (mezcla comercial de fósforo y nitrógeno), pero tres años después, con los bioinsumos, estas temporadas hemos logrado disminuir inicialmente un 25 por ciento de DAP, y ahora a lo mejor 50 por ciento, aunque todavía lo usamos para ayudar un poquito a la tierra, porque es imposible que de un momento a otro se le quite todo, agregó.
El panorama es alentador, pero no hay que echar las campanas al vuelo, aún falta mucho trabajo para aumentar la productividad nacional de frijol –con el sueño de duplicarla-, consideró Raúl René Ruiz Garduño, agrónomo por Chapingo, doctor en sociología rural por la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, quien fue el primer coordinador de las Escuelas de Campo en el estado, de 2019 a 2024.
Semilla certificada, reto
Ahora el reto del gobierno federal y las agencias públicas del sector para incrementar de manera efectiva la producción de frijol es dotar a los campesinos de la entidad de semilla certificada que lleva a procesos de validación, selección de repetición de la siembra, para pasarla por una serie de fases sucesivas e identificar qué componente genético quieres que se incremente.
Actualmente, el Inifap y otras agencias del gobierno tienen una reserva quizá de mil toneladas de ésta, en todo el país, recalcó el especialista.
No obstante, para trabajar con semilla certificada que sea adecuada para las características agroclimáticas de Zacatecas, las 600 mil hectáreas que cada año se siembran de frijol en la entidad, se requieren 15 mil toneladas de ella; pero no las hay, no existen, reconoció Ruiz Garduño.
Edición: Ana Ordaz