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La Jornada
14/12/2025 | Ciudad de México
Laura Poy
Con más de 10 mil títulos universitarios entregados tan sólo en 2025 y 10 mil 536 egresados, las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ) tienen cobertura en 31 estados —a excepción de Baja California Sur—, con una matrícula de 85 mil alumnos distribuidos en 208 sedes.
En 2026 se sumarán otras seis, ya en proceso de instalación. La meta es alcanzar 300 planteles al finalizar este sexenio, afirma Raquel Sosa Elízaga, historiadora, socióloga, maestra con 50 años de experiencia docente y directora general del organismo coordinador de las UBBJ desde su creación, en 2018.
Actualmente, señala, se imparten 37 licenciaturas, cuyos planes de estudio se encuentran en proceso de revisión y renovación. Entre ellas destaca la de medicina integral y salud comunitaria, cuyo enfoque será ahora principalmente preventivo.
Además, nuevas licenciaturas como enfermería, cuidados y atención a auxilios; ingeniería civil; ingeniería forestal, y formación docente en educación básica y media superior, entre otras ya aprobadas por el Consejo Académico Asesor, podrán llegar a las aulas en los primeros meses del próximo año.
En entrevista con La Jornada, Sosa Elízaga subraya que el objetivo central de las UBBJ sigue siendo “incorporar a estudiantes que han sido excluidos de su derecho y de su posibilidad de estudiar. Queremos que todo el programa educativo gire alrededor de ellos y de sus necesidades, como parte de una formación integral”.
Entrega de títulos
Respecto a presuntos retrasos en la entrega de títulos a los egresados, la experta en educación rechaza que exista algún problema o demora para quienes, tras concluir sus estudios, realizan su servicio social, entregan su reporte y se dan de alta en el Servicio de Administración Tributaria (SAT), requisitos para recibir el título y la cédula profesional que emite la Secretaría de Educación Pública (SEP) y que cuentan con validez oficial.
Enfatiza que todos los trámites para obtener el título oficial, incluida la cédula profesional, son gratuitos para los egresados, situación que no ocurre en otras universidades públicas.
Explica que, en el caso de la sede ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, donde se imparte la licenciatura en Derecho, se cuenta con más de 130 titulados este año. “Se han estado entregando títulos; lo que sí debe quedar claro es que antes de emitir un documento se revisa puntualmente que se hayan cumplido todos los requisitos: créditos completos, asignaturas aprobadas, servicio social liberado, entrega del reporte y registro en el SAT”.
Recordó que en esa sede se registró una toma de instalaciones que derivó en la destrucción de archivos físicos y electrónicos, cuyo proceso de recuperación deberá concluir en los próximos días. Mientras tanto, en el plantel de Tlalpan, que opera en un espacio alterno y donde se imparte la licenciatura en medicina integral y salud comunitaria, “los títulos se han venido entregando sin problemas”.
Creación de las UBBJ
La historia de las UBBJ, afirma, se remonta a varios años antes de su creación, a partir del aprendizaje obtenido en la formación de otros organismos, entre ellos las primeras escuelas universitarias que, en 2015, se sostuvieron con el apoyo de Morena en cinco alcaldías de la capital del país y en tres municipios.
“Fue una experiencia fantástica”, señala Sosa Elízaga, impulsada por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, ante la exclusión de miles de jóvenes rechazados por instituciones públicas de educación superior.
En 2018, agrega, se contaba con entre 19 y 25 escuelas. Tras el triunfo del gobierno de la Cuarta Transformación, se promovió la creación de 100 sedes. “Visité las comunidades, hubo diálogo con la población y todo tomó mucha fuerza”.
Se trata de un programa en el que los habitantes de las localidades se apropian del proyecto. Prueba de ello, afirma, es que los terrenos donde se asientan las UBBJ han sido donados principalmente por comisariados ejidales y comunidades. “Sólo en pocos municipios algún particular donó terrenos; en la mayoría de los casos fueron las propias comunidades”.
Quienes buscan que en su municipio haya una sede, explica, lo hacen porque “necesitan conocimientos para superar la situación en la que están, porque las familias quieren mantener unidos a sus hijos en su lugar de origen y porque la educación es la forma más poderosa de prevenir la delincuencia, el deterioro social y el desarraigo”.
Sobrevivir a la adversidad
Sosa Elízaga también destaca la entrega y el compromiso de los estudiantes, quienes, pese a contextos de desigualdad, continúan sus estudios aun cuando deben trabajar desde edades tempranas o han formado una familia.
“El concepto de sobrevivientes, que es como yo describo a nuestros estudiantes, es real, porque cuando llegan a los 18 o 20 años ya tienen muchas experiencias de vida, y muchos de ellos tienen pareja”.
El proceso de recuperación de conocimientos, añade, “no se enfoca en saberes del bachillerato, sino en la recuperación de ellos como seres humanos: de sus aprendizajes, habilidades y experiencias de vida, y en otorgarles valor dentro de su formación”.
“Te das cuenta de que tienen valor, dignidad y arrojo para plantearse cosas, y sobre todo una enorme capacidad para sobrevivir a la adversidad, como decía José Vasconcelos. Eso lo encarnan nuestros jóvenes. Esa es la riqueza de la educación”, afirma.
Este año, apunta, las UBBJ contaron con un presupuesto de 2 mil 500 millones de pesos, de los cuales sólo uno por ciento se destinó a gastos administrativos. El resto se invirtió en las sedes, con montos promedio de entre 25 y 35 millones de pesos por plantel, que incluyen estudios técnicos, construcción, equipamiento y operación.
Para 2026, indica, se prevé un incremento presupuestal hasta alcanzar 3 mil 105.3 millones de pesos. “No queremos que se nos dé más de lo que se requiere”, señala, aunque reconoce que ya existen 90 solicitudes para nuevas sedes, pese a que la convocatoria oficial aún no se ha emitido, con el compromiso de crear al menos 20 planteles adicionales.
En las UBBJ, concluye, “no vemos a los estudiantes como empleados o futuros líderes empresariales. Queremos que se sientan dueños de México, que sean quienes lo transformen y decidan qué se va a hacer”.
Edición: Eemilio Gómez
