La familia de Toledo es celosa y egoísta: galerista

Herederos del pintor refieren que no autorizaron el uso del nombre ni de la imagen del juchiteco en una subasta
Foto: Jorge Pérez

Ángel Vargas

Foto: Jorge Pérez

La familia del artista Francisco Toledo (1940-2019) confirmó este sábado a La Jornada que por el momento no realizará ninguna otra acción más allá del comunicado público que emitió el pasado viernes para deslindarse de la subasta efectuada el 5 y 6 de octubre por la Bernardini Art Gallery and Auction House, en la cual fueron utilizados, sin su consentimiento, el nombre y la imagen del pintor y grabador juchiteco.

Por su parte, el galerista Diego Bernardini Borja, propietario de esa firma, aseguró también ayer a este diario que atendió la petición de los hijos del artista de suprimir el nombre de Francisco Toledo tanto de la subasta, realizada a beneficio de la Cruz Roja, aclaró, como de los promocionales que se hicieron de la misma, calificando a la familia del juchiteco como “celosos" y ”egoístas".

“Claro que lo hice –afirmó. Me senté con el abogado de la familia, nunca hubo pleito, discusión o confrontamiento. Por el contrario, fue demasiado amable. Quizás hubo un malentendido, pero ellos siempre estuvieron de acuerdo, nunca quisieron cancelar el acto, porque, ¿quién se va a poner en contra de la Cruz de la Roja, de un acto de recaudación?”

La subasta fue un “éxito”

La inconformidad de los herederos del artista, consideró, estuvo motivada por “la envidia y los celos” al ver el “éxito” que tuvo la subasta: “Todo salió perfecto y hasta salimos en la tele, en Tv Azteca a escala nacional, y en Tv Azteca USA; o sea, fue en grande”.

Agregó: “Es la versión de la familia, que se está viendo egoísta y celosa, en vez de apoyar, agradecer y valorar el trabajo que hacemos los galeristas, los promotores, que difundimos el arte y la cultura. Como buenos oaxaqueños, sacan el cobre, y pues echan su versión. Pero estamos haciendo una carta para aclarar la situación”.

Diego Bernardini indicó que suprimió de la subasta el nombre del artista en atención a la citada exigencia, aunque consideró que estaba en su “derecho de usarlo; no tiene nada malo alabar, agradecer, promover y hacer un homenaje a quien honor merece, a un grande”.

Abundó: “Pero ni haciendo lo que pidieron se aguantaron las ganas de lucirse, de sacar la envidia o los celos, porque a lo mejor se les hubiera ocurrido a ellos o a otra galería, pero como no le han hecho homenajes (al maestro), porque no han querido todavía, pues en vez de valorar y agradecer mi trabajo, encima se deslindan, pero están en su derecho”.

El galerista refirió que en todo momento mantuvo comunicación con la familia del pintor, “pero fueron groseros pidiéndome que les enviara la propuesta para ver si les interesaba mi proyecto, como si me quisieran cobrar regalías; (El nombre y la imagen del maestro) no es una canción registrada; o sea, no es producto o marca; no tengo que pagar regalías ni moche por su usar su nombre.

Están equivocados, pero el oaxaqueño en sí, y el artista oaxaqueño, son complejos, complicados. La hermana de mi mamá tuvo una galería durante 20 años muy reconocida y en una palabra me lo comentó: el oaxaqueño es ladino, y sí, son muy ladinos.

Sostuvo que ni en México ni en ninguna parte del mundo se puede privatizar el nombre de una persona y que la familia del artista juchiteco dio muestras de “su impotencia” por no poder convertirlo en una marca.

“El maestro nunca se registró, porque no era su ambición ser una marca y estar registrado, porque era sencillo y humilde; pero su familia, envidiosa, que ahora se le subió el dinero, porque lo heredaron, debe valorar y agradecer todo lo que les tocó y recibieron, todavía se ofenden y deslindan cuando fue para un fin bueno, porque fue una subasta a beneficio de la Cruz Roja”.

Destacó que en el acto participaron más de 500 artistas, mediante papalotes intervenidos con obra plástica, a los cuales se les apoyó también, “porque no tienen ni para comer ni para vender, y somos un canal; les dimos el papalote, lo pintaron”.

Seguirán las subastas

Diego Bernardini aseguró que proseguirá con las subastas de arte a beneficio de aquella institución internacional, de la cual afirma tener agradecimiento hacia su persona, negocio y galería.

“Estamos recabando 200, 300, 400 mil pesos cada semana, cada 15 días en pro de la Cruz Roja, todo transparente, con fotos de los cheques que he entregado”, aseguró; opinó que ésa debe ser la información que se difunda, “no la grilla política del mundo del arte, porque en éste hay igual de grilla o más que en la política; el arte está muy corrupto. Entonces, las cosas buenas hay que ponerlas y aplaudirlas”.

Opacidad en la organización

El diseño de papalotes fue un regalo que Francisco Toledo hizo al Taller Arte Papel Oaxaca, fundado por él en San Agustín Etla, en 2013. Los papalotes contienen grabados del maestro y su precio en la tienda del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) es, según el tamaño, de mil y mil 400 pesos; están foliados, aunque, por obvias razones, ya no firmados por el artista. Según reportes, en la citada subasta algunas de las piezas en puja alcanzaron hasta 35 mil pesos.

La controversia hacia la citada subasta de la Bernardini Art Gallery and Auction House se remonta a sus primeros momentos. No sólo por el empleo de la imagen y el nombre de Francisco Toledo, sino por la presunta falta de claridad en su organización.

La pintora Elizabeth Ambriz Olavarria, vicepresidenta de la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas (Somaap) informó que ella y un colectivo de 19 artistas desistieron de participar porque Diego Bernardini “no quiso aclarar varios aspectos del contrato”.

En específico, los porcentajes de pago para los artistas, el tiempo de exclusividad de la obra, el monto de las aportaciones a la Cruz Roja y si se otorgarían recibos de deducción de impuestos, además de que se quería cobrar a los creadores 9.9 por ciento por el servicio de la casa subastadora, lo cual fue considerado injusto por la citada artista debido a que el acto se realizó en la propia galería.

“Él se molestó mucho y se puso iracundo cuando le mostré nuestra propuesta de convenio para entregarle las obras. No me dejaba ni hablar y me decía que la gente le tenía envidia, que hasta la familia de Toledo pensaba que se iba a hacer rico con el nombre del artista”, detalló.

“Nuestro convenio pedía 50 por ciento de la venta para los artistas y él me señaló que ese acto no era un negocio ni para lucrar, sino para ayudar. Los porcentajes que estableció para todo el mundo fueron de 30 para el artista, 30 para la galería y 40 para la Cruz Roja, pero me dijo que a nosotros nos daría 40 para el artista, 30 para él y 30 para la Cruz Roja”.

Edición: Emilio Gómez


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