Texto: Manuel Bello Hernández
Foto: Notimex
La Jornada Maya
Guadalajara, Jalisco
Domingo 27 de noviembre, 2016
Como un aventurero, un hombre realista, un personaje que hechiza al lector y cuyas novelas están basadas en territorios reales, amigos y colegas, así calificaron al Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa.
Durante una mesa homenaje por su 80 aniversario, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), los escritores Nélida Piñón, Enrique Krauze, Sergio Ramírez y José Miguel Oviedo hablaron sobre el trabajo literario de quien definieron como “el tótem de la lengua española, el patriarca del ‘boom' latinoamericano, de las nuevas generaciones”.
Con la presencia del autor peruano, quien desde primera fila en el Auditorio “Juan Rulfo”, observó a sus compañeros, Nélida Piñón se remontó a la década de los 70 del siglo XX, cuando conoció al autor en Nueva York, durante un congreso organizado por la Universidad de Columbia.
“Ya conocía su obra hasta entonces en los 70 y él forzó mi creencia en la literatura como una virtud de vida. La literatura en ese entonces no era un fenómeno inventado por los escritores y a partir de ahí nos hemos hecho amigos”, relató.
En aquellos años, durante la dictadura brasileña, tuvo la sensación de dejar el ejercicio de crear, “de que tenía que abandonar las ilusiones de la literatura y que tendría que ir a vivir un tiempo a Barcelona”.
Refirió que la obra del Nobel es una narrativa en la que no se habla de una verdad absoluta, sino de muchas versiones de una verdad, por lo que sus libros siempre dejan lagunas para que el lector complemente con su imaginación la obra.
“Es un escritor realista y así se proclama y creo que Mario tiene un sentido profundo de las peripecias, de sus libros, de las narrativas, por tanto él sabe muy bien, que el concepto de verdad no puede estar sobre el imperio de la ley, la verdad no puede tener un jugo, el dominio de la teología, la verdad es un enigma del ser humano”, señaló.
Para José Miguel Oviedo, Vargas Llosa es también un autor realista con signos de interrogación y agregó que la base sustancial de su obra es la realidad objetiva previa a ese acto de imaginación.
“En la novela de Mario no quiere que olvidemos de lo que nos está hablando, y que es algo que ocurrió fuera y antes de lo que convirtiera él en un texto, es decir, sospecha que lo más importante es recobrar el mundo tal como lo conoció, incluso antes de que soñase ser escritor”, dijo.
En su oportunidad, Sergio Ramírez se refirió al libro “La ciudad y los perros”, publicado en 1963, como un texto para aprender a escribir, al tiempo que le agradeció al autor por formar su escritura.
Mientras que Enrique Krauze dio lectura al texto “Gratitud con Vargas Llosa”, en el cual agradeció al escritor por su capacidad para reinventarse y por haber descrito a México en dos palabras, acuñando el término “Dictadura perfecta”.
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