Arturo Cano
Foto: Jorge A. Pérez Alfonso
La Jornada Maya

Oaxaca, Oaxaca
Jueves 14 de julio, 2016

Recuperar la rectoría del Estado sobre la educación ha sido una fórmula repetida hasta el cansancio desde que el gobierno federal dio los primeros pasos de la ahora maltrecha reforma educativa. ¿Qué se entiende por eso?

Moisés Robles Cruz, director del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), tiene su propia versión: “Lo tengo muy claro. Es muy fácil de responder en una frase que pongo a nivel Oaxaca, lo que he vivido y me consta: recuperar la rectoría es, palabras más o menos, poner orden en casa”.

Acto seguido, Robles, con una carrera en el ámbito policiaco y judicial en el estado y el gobierno federal, repite el diagnóstico que ha dibujado desde hace un año (el 20 de julio de 2015 Gabino Cué decretó la creación del “nuevo IEEPO): encontró un sistema educativo “colapsado”, sin “mecanismos de control ni transparencia”.

¿Un modelo educativo? ¿Poner fin al rezago y mejorar la educación de niños y jóvenes? Eso vendrá después. Por ahora, Robles insiste: “Poner orden fue algo magnífico y es el fruto más evidente”.

A la hora en que Robles pronuncia las palabras anteriores, está por concluir un nuevo día de bloqueos del magisterio en diversos puntos de la entidad y la CNTE está sentada, con la oferta de una mesa educativa, en la Secretaría de Gobernación.

El funcionario, que no despacha en sus oficinas sino en hoteles de la exclusiva zona de San Felipe del Agua, dice que ha tenido un año “maravilloso”. Y no se cansa de celebrar que, con los trabajadores del “nuevo IEEPO” descubrió que “hay vida después de la sección 22”.

La suya no es, admite, tarea fácil: “El orden tiene que quedar consolidado en los siguientes meses y años. Yo sólo puse los cimientos, le falta mucho a esto”.

[b]La 22 y su exitosa estrategia de desgaste[/b]

La sección oaxaqueña de la CNTE ensayó en este ciclo una forma novedosa de movilización. Con la amenaza de descuentos y despidos, optó por no cerrar las escuelas (aunque un porcentaje no determinado si se fue al paro indefinido). En su lugar, los docentes organizaron turnos y guardias para atender a los educandos y, al mismo tiempo, participar en plantones y bloqueos.

Una estrategia así, admite Robles, nunca se había enfrentado. Para documentar la ausencia de los maestros en las aulas, cuenta, el gobierno de Oaxaca echó mano de toda su estructura, porque el IEEPO no tenía la capacidad para documentar las faltas en tiempo real (y aplicar los descuentos que de ellas derivan).

Con el apoyo del gobernador tuve que echar mano de toda la infraestructura del gobierno del estado.

Y de padres de familia y autoridades municipales, cuentan acá.

Sí, de manera paralela, autoridades municipales, ejidales, comités de padres de familia, asociaciones, todos los que me pudieran ayudar a reportar qué pasaba en la vida de la escuela, si abría o no. Fue algo sumamente desgastante, en todos sentidos, económico, de operación. Sin embargo, se puede.

Cuando las cosas vuelvan a la normalidad, ¿Cómo va a funcionar una comunidad escolar donde una parte delató a otra?

No lo veamos así. Hay muchas comunidades en las cuales los profes estaban conscientes de que no podían bajar porque las autoridades los presionan, les dieron la casa del maestro, les mandan a lavar la ropa. Ya se los habían cantado en el 2006, en el 2013. Les decían: “Maestros, sí se van, avísennos cuántos días y cómo los van a reponer”.

En asambleas y mítines, autoridades municipales reprochan a algunos maestros estar en las aulas.

Tengo ese reporte. Pero también otros en sentido contrario.

¿Por qué la 22, a la que se dio por liquidada hace un año, tiene una mesa con la Segob?

Nunca lo he visto como una guerra, por eso no hablaría de liquidar. Siempre dijo que esto iba para largo. No podemos verlo como una guerra, porque finalmente el sistema educativo se construye con los maestros.

[b]De teología y policía[/b]

Sus críticos sostienen que usted no acredita experiencia en educación.

Estoy conciente. El servicio público es todo un oficio, una profesión. Pude haber sido doctor en pedagogía, pero Oaxaca necesita de mucho pragmatismo y yo traté, con sentido común, de procesar y enrutar la múltiple demanda que traía el magisterio, sin necesidad de tener el marco teórico pedagógico. No se requería de un pedagogo que, encerrado en un escritorio, no supiera resolver temas como administrador público.

No lo ven como administrador, sino como un funcionario del ámbito de seguridad: fue ministerio público, trabajó en la Secretaría de Seguridad Pública de Genaro García Luna.

Y eso no tiene absolutamente nada de malo cuando hay resultados. ¿Por qué Lula tuvo a Frei Betto como jefe de asesores en el inicio de su primer cuatrienio, siendo que era un teólogo? No tenía nada que ver con administración de políticas públicas. Sin embargo, tenía una cosa muy importante para Brasil que para mí es aplicable en Oaxaca: el sentido común y el pragmatismo.

Pero Frei Betto terminó fuera del gobierno porque, dicen en Brasil, no pudo con el programa Hambre Cero.

No. Habría que escuchar la versión de Frei Betto, que a los tres años acusó al gabinete de estarse corrompiendo… Él abandonó el barco. A mí me podrán decir que soy demasiado abogado, que estuve en aspectos se seguridad pública, pero creo que Oaxaca en este momento necesitaba pragmatismo y sentido común en el servicio público, y estar de manera eficiente y asertiva dando respuestas.

El secretario federal, Aurelio Nuño, decía que la evaluación es sólo una parte de uno de los ejes de la reforma. ¿Cuál puede ser el éxito de una reforma que necesita 3.3 policías por cada maestro que se evalúa?

Es una manera respetable de verlo. Pero yo veo el número de años que no se habían evaluado los docentes. En noviembre de 2015, despedí al último de los sustentantes a las diez de la noche. Me dijeron: “Nos hacía falta esto porque ya nos habíamos desacostumbrado”. Muchos me dijeron que les hacía falta y que desde su época de normalistas no habían presentado un examen que los pusiera un poco a sacar la adrenalina. Esa es otra manera de verlo.

[b]La pinza de la corrupción[/b]

El decreto del “nuevo IEEPO” echó a la sección 22 del IEEPO, donde tenía en sus manos los niveles educativos, los departamentos. Nunca detentó la dirección general ni las direcciones de área. Con ese antecedente se pregunta a Robles si la muy denunciada corrupción de la 22 en el IEEPO no tenía una contraparte, la otra pieza de la pinza, en los funcionarios de confianza.

Su respuesta: “Está clarísimo, y nadie lo niega. Le llamaban la caja chica. Poderoso caballero era don IEEPO, pero se acabó”.

En este punto, el ex abogado de la Policía Federal de Genaro García Luna dice da números, además de presumir que fue el primer director general en presentar su declaración de bienes: “Porque soy de aquí, quiero caminar Oaxaca y tengo un apellido”.

Informa Robles que redujo el déficit, que dejó de rentar más de 50 inmuebles, que no compró camionetas y que incluso se deshizo de cinco funcionarios de alto nivel que no dieron el ancho. Los tiempos, horarios y controles, dice, son para todos.

[b]La reforma debe ser “proyecto común” de gobierno y maestros[/b]

El secretario dijo Nuño dijo que nunca dialogaría si antes la CNTE no aceptaba la reforma educativa. Instaladas las mesas, ¿no es un fracaso que el gobierno federal comparte ustedes?

Vamos a ver cómo se desarrollan las mesas y me voy a la siguiente pregunta.

Pues esa era la pregunta central. Pero vamos a otra: cuando el gobierno quitó a los maestros el “yugo” de la sección 22 –Nuño dixit- era natural pensar que al “nuevo IEEPO” le sobrarían docentes con talento y experiencia para los departamentos. ¿Por qué tuvieron que traer funcionarios de otros estados? ¿No había en Oaxaca?

El reglamento del nuevo IEEPO marcó que no deberían tener un vínculo que generara un compromiso. Es un pueblo chico. Fue una decisión muy prudente que gente que no tuviera que ver con la 22 viniera a operar el tema estrictamente educativo. Este era el quid el asunto. Cambios, permisos, etcétera, todo pasaba por ellos, y finalmente la 22 está hecha de grupos y era una manera de control.

Sus críticos locales afirman que Gabino Cué pasó, en materia educativa, de someterse a la sección 22 a someterse al gobierno federal, que nunca tuvo un proyecto educativo para Oaxaca.

El proyecto debe de ser común, una parte el ejecutivo y otra parte el magisterio.

Pero Cué se limitó a firmar el proyecto de la 22.

Sí, claro, en el tema del Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO). Por cierto, cuando ves números, el 80 por ciento de los artículos en la ley consensuada está en la ley vigente del 11 de abril. Pero ya no fue tema de ellos, de sus movilizaciones. A lo mejor un día vuelve a ser y lo van a revisar. El otro 20 por ciento fue rebajado, modificado, por la Consejería Jurídica del Ejecutivo (estatal), pero se rescata. El proyecto tiene que ser común y debe tener siempre autocrítica, y es algo que le ha faltado a la 22. Preguntarse en dónde falló el movimiento, en dónde dejó de ser democrático para volverse estalinista.

¿Y cuál será la autocrítica de Cué?

Le corresponderá al señor gobernador hacer su balance.

[b]Las tres quincenas y las movilizaciones[/b]

Ernesto Zedillo, como secretario de Educación, reconocía que él no sabía qué pasaba con sus órdenes una vez que cruzaban la puerta de su despacho. ¿Usted sí sabe?

No, con todas no. Instrucción dada y no supervisada no sirve. ¿Por qué el tema educativo, pedagógico, ha estado en Oaxaca, hasta abajo? Porque lo primero que hacía el director general, todos los días, era atender el tema político, a un grupo u otro. Y nunca tuvo un trabajo de orden administrativo gerencial para ver qué pasó con los contenidos, para saber qué se hizo mal, cómo vamos con la infraestructura, qué onda con el sistema de supervisiones, etcétera. Si a eso le sumas el control que grupos ejercían sobre los coordinadores, pues encontré una total descoordinación. Asumo la responsabilidad, pero el IEEPO es tres veces más grande que una secretaría normal en Oaxaca, entonces llega un momento que ya no sabes

“Ahora que no ha habido contacto con la 22, yo digo ‘de aquí soy’, y diario, desde las ocho de la mañana, me da tiempo de saber cómo van los programas de la reforma, qué pasó con la comprobación de los útiles escolares. En el viejo escenario me daba tiempo de esto una vez cada quince días por atender la polaca. Y eso les pasó a los directores generales anteriores. Diario se vivía para la 22, tan grande que te comía el tiempo, y dejabas, delegabas. Este año para mí ha sido maravilloso porque yo he estado en el trabajo educativo de lleno.

-¿En qué porcentaje de las escuelas se puede usted parar?

-Siguiendo la lógica de las escuelas que abrieron, en más de 90 por ciento, pero puedo hablar con muchos maestros que en público no lo hacen por un posicionamiento. Este mediodía estuve reunido con maestros que son gente de peso en la 22, que están en activo, pero que se cuidan, cosa que yo respeto. Hablamos del tema de qué está pasando en México (en la mesa de Segob). Ellos me han dicho que están cansados, desgastados. Aunque volvieron a tomar oxígeno.

-¿Entonces resulta que la paralización del estado es obra de un ocho por ciento de loquitos?

-Vamos a las cifras reales. No las de un lado ni del otro. A nivel estado no pasan de 2 mil personas en los bloqueos. ¿Cuántas son maestros? Muchos maestros no abrieron la escuela y eso les generó el primer descuento. Ahora se quedan en sus casas.

“Pregunte a los maestros qué va a pasar mañana o pasado cuando se les depositen sus tres quincenas. Algunos me dicen: ‘Los compas, agarrando sus tres quincenas, nadie los va a encontrar’”.


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