Juan Carlos G. Partida
Foto: tomada del sitio Quien.com
La Jornada Maya

Guadalajara
5 de abril, 2016

Las aguas cálidas del litoral jalisciense han atraído mucho más que la ambición inmobiliaria de empresarios, particulares y hasta presuntos delincuentes que se han apoderado de la mayor parte de las playas. En el cerro El Salatillo, en el área conocida como Costa Careyes, municipio de La Huerta, hay una plataforma lista para recibir extraterrestres.

La mandó construir el ex banquero italiano Gian Franco Brignone y consta de una larga escalera que se yergue por encima de los altos techos de su casa principal, Tigre del Mar, para que por ella bajen los visitantes de otros planetas. Al pie podrán encontrar una botella de afrodisiaca damiana y otra de tequila, como regalos de bienvenida.

Desde que Brignone compró, en 1968, 12 kilómetros de costa en Careyes y unas mil 500 hectáreas de selvas, manglares, acantilados y playas, no se ha confirmado presencia de alienígena alguno, pero sí el crecimiento de sus propiedades en la costa, que incluyen servicios de hospedaje de primer nivel que atraen al jet set internacional, al que ofrece tres campos de polo, praderas de entrenamiento y pista de salto para caballos.

En 2011, por medio de la empresa Fraccionamiento Punta Farallón, los Brignone obtuvieron la autorización de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y ampliaron en 451 hectáreas su territorio a través del rancho Don Andrés, a pesar de que el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) manifestó que el proyecto turístico era incompatible con el delicado equilibrio natural en esa zona colindante con la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala.

La propiedad de la familia italiana está en el corazón de la llamada Costa Alegre, en el centro del litoral de Jalisco, que abarca 351 kilómetros desde Puerto Vallarta hasta Barra de Navidad, y fue el inicio de una desbordada privatización de las mejores playas del estado en beneficio del capital privado, la mayoría de las veces pasando por encima de ejidos, comunidades y cooperativas de pescadores.

[h2]Al gusto de Arturo Montiel[/h2]

Un caso es El Tamarindo, exclusivo conjunto con campo de golf en medio de mil hectáreas de selva tropical en la bahía de Tenacatita, privatizada en 1993, cuando el ex propietario de Banamex, Roberto Hernández, la adquirió a través de Grupo Plan.

En la misma zona de Costa Alegre hay mansiones sobre acantilados espectaculares, como una que perteneció al ex gobernador del estado de México Arturo Montiel, desde la que se desciende por una sinuosa escalinata hacia una marina privada en una bahía de aguas diáfanas.

La familia del ex gobernador de Jalisco Jesús González Gallo (1947-1953) obtuvo el 5 de enero de 1993 una concesión por 20 años sobre 266 hectáreas en Divisadero de Tenacatita (DZF-846/92) y con el auxilio legal del empresario José María Andrés Villalobos hizo la vida imposible a los palaperos, quienes tenían al menos 30 años en la playa, donde vendían mariscos, a quienes en 2010 echó y destruyó sus construcciones con apoyo de policías estatales.

Aunque en 2013 se logró reabrir el paso a la playa de Tenacatita, con la llegada de nuevas autoridades estatales este balneario permanece vigilado por guardias privados que impiden el paso.

Es imposible visitar Playa Careyitos, El Negrito, El Paraíso, Teopa, así como decenas de pequeñas ensenadas y bahías. Aunque no hay guardias, tampoco hay accesos abiertos. Una densa mancha forestal lo impide y los únicos caminos son usados sólo para abastecer los hoteles de lujo o permitir el paso a huéspedes y empleados.

En el centro de la costa los dueños ya no son los pescadores, ni los ejidatarios, ni los palaperos. Ahora, cuando no es un fideicomiso bancario que suele ocultar propietarios extranjeros, los dueños son empresas como Operadora Chamela, Costa Chamela Corp, Imágenes y Espectáculos de Lujo, Axolotl Inmobiliaria, Pez Globo, Inmobiliaria Rodenas o Impulsora Chamela.

Más al norte, hacia Puerto Vallarta, en el municipio de Tomatlán, presuntos grupos delincuenciales han sacado beneficio de la belleza natural de la costa a través de uno de los hoteles más caros y exclusivos, en la Cruz de Loreto.

Hasta agosto pasado operaba, con una tarifa mínima de mil dólares la noche, el Hotelito Desconocido, confiscado por la Procuraduría General de la República luego de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo identificó como propiedad del cártel Jalisco nueva generación.


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