José Antonio Román y Emir Olivares
Foto: Archivo del IPN
La Jornada Maya

Ciudad de México
Lunes 24 de septiembre, 2018

Pasada la gran movilización lograda en la Marcha del Silencio y el Grito de Independencia el 15 de septiembre, acto en el que el presidente Gustavo Díaz Ordaz recibió una severa rechifla popular en el Zócalo, el gobierno preparaba ya fuertes golpes contra el movimiento estudiantil: la toma de las principales casas de estudio del país por el Ejército y las fuerzas policiacas.

La ocupación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) la noche del 18 de septiembre y la del Instituto Politécnico Nacional (IPN) a "sangre y fuego" los días 23 y 24 de ese mes, luego de más de 14 horas de resistencia de los estudiantes politécnicos, quienes se parapetaron en el edificio de Ciencias Biológicas, en el antiguo Casco de Santo Tomás, que sólo pudo ser vencida con la intervención del Ejército.

Esta última toma, llamada por algunos La noche de Santo Tomás, fue mucho más cruenta que la realizada en Ciudad Universitaria (CU), con un número no especificado de muertos y desaparecidos, decenas de heridos y centenares de detenidos. En la acción participaron grupos paramilitares. Hubo edificios y coches baleados, así como agresiones contra civiles.

El desarrollo de las acciones militares tuvo el respaldo total de la Cámara de Diputados, que justificó e incluso exigió la intervención del Ejército. El rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, presentó su renuncia días después, misma que fue rechazada por la Junta de Gobierno.

La mayor parte de la prensa justificó la ocupación militar diciendo que era una medida dolorosa, pero necesaria. Aun así, en los días siguientes el movimiento estudiantil fue capaz de convocar y llevar a cabo mítines en la Plaza de las Tres Culturas antes del fatídico 2 de octubre.

[b]Septiembre[/b]

Miércoles 18. Por la noche, unos 10 mil elementos del Ejército ocupan Ciudad Universitaria, acción a la que no se opone resistencia y deja saldo de unas 700 personas detenidas, entre ellas funcionarios universitarios. La justificación oficial es que esos edificios públicos estaban tomados ilegalmente por grupos extrauniversitarios, ajenos a fines académicos.

Ese hecho recrudece las persecuciones y detenciones, así como la represión contra los estudiantes, pues se despliega una vigilancia militar en las zonas aledañas a las instalaciones escolares. De igual forma, la reaparición de comandos especiales y del Batallón Olimpia. Incluso, ex dirigentes del movimiento señalan que en el Estado prevaleció siempre la línea dura y sólo administró sus llamados al diálogo con el movimiento.

Información desclasificada confirma que el objetivo del ingreso del Ejército a la UNAM por la madrugada, con la instalación de un doble cerco en las inmediaciones, era detener a los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga, quienes tenían prevista una asamblea en la Facultad de Medicina, aunque muchos de ellos pudieron escapar.

Jueves 19. El diputado Luis M. Farías, presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, justifica la intervención del Ejército y pide a la UNAM agradecer la medida del gobierno federal y solicitar al mismo que le fueran devueltas las instalaciones.

En respuesta, Barros Sierra declara: "La ocupación militar de Ciudad Universitaria ha sido un acto excesivo de fuerza que nuestra casa de estudios no merecía. De la misma manera que no mereció nunca el uso que quisieron hacer de ella algunos universitarios y grupos ajenos a nuestra institución (...) La atención y solución de los problemas de los jóvenes requieren comprensión antes que violencia. Seguramente podrían haberse empleado otros medios". Entre el 20 y 30 de ese mes, en la prensa aparecen numerosos desplegados y cartas en repudio a la ocupación militar de Ciudad Universitaria y se exige su desocupación y la liberación de todos los detenidos.

El secretario de la Defensa Nacional, general Marcelino García Barragán, emite un boletín de prensa, que decía: "El Ejército actuó en la universidad de acuerdo con las razones expuestas por la Secretaría de Gobernación".

Viernes 20. Se producen choques violentos entre estudiantes y elementos de la policía, siendo los más graves los reportados en la Unidad Profesional de Zacatenco y en la Vocacional 7.

Domingo 22. Los estudiantes realizan un mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Varios individuos no identificados asaltan la Preparatoria 7, causan destrozos y antes de huir hacen disparos contra los cristales y la fachada del edificio. El movimiento estudiantil recibe manifestaciones de apoyo de distintas partes de la República.

Lunes 23. El rector Barros Sierra entrega su dimisión a la Junta de Gobierno de la UNAM. Declara: "Es obvio que la autonomía ha sido violada". Respecto de los ataques, expresa: "Es bien cierto que hasta hoy proceden de gente menor, sin autoridad moral, pero en México todos sabemos a qué dictados obedecen. La conclusión inescapable es que quienes no entienden el conflicto ni han logrado solucionarlo decidieron a toda costa señalar supuestos culpables de lo que pasa y entre ellos me han escogido a mí".

Profesores del sindicato de la UNAM amenazan con renunciar en masa si la Junta de Gobierno acepta la dimisión del rector.

Ese día, en las primeras horas de la tarde, se inicia la toma del Casco de Santo Tomás. Primero, sólo con granaderos. Después de varias horas de batalla campal, ya cercana la medianoche, llegan elementos del Ejército que tomaron las instalaciones del IPN en Zacatenco. En esa acción no hubo resistencia. También toman por asalto la Vocacional 7, en Tlatelolco.

Martes 24. Pese a los momentos de tensión y persecución abierta, la actividad de las brigadas estudiantiles continúa. Un nuevo mitin se realiza en la Plaza de las Tres Culturas, a la que se unen residentes de la Unidad Nonoalco Tlatelolco y de la población en general.

Miércoles 25. La Junta de Gobierno de la UNAM decide no aceptar la renuncia de Barros Sierra.

Jueves 26. En una carta, el rector manifiesta su decisión de no abandonar sus funciones, ante el unánime apoyo que recibe de la comunidad universitaria. Un nuevo mitin se efectúa en la Plaza de las Tres Culturas, donde se reitera que el rector merece el respaldo estudiantil por su actuación.

Lunes 30. Después de 12 días de ocupación, el Ejército sale de las instalaciones de la UNAM y los funcionarios de ésta retoman la posesión de las instalaciones.


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