Crisis en el frente

Hugo Martoccia
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya

Lunes 28 de mayo, 2018

El peor de los mundos para cualquier partido político sería pensar que a un mes de una elección crucial no tenga un candidato. Ese hecho, insólito, está sucediendo en Quintana Roo, específicamente en Cancún.

Los dirigentes del PAN y el PRD, más su aliado del MC, se miran incrédulos. Aún se preguntan cómo se pudieron hacer tan mal las cosas para llegar a este punto. Por supuesto, los errores siempre tienen nombre y apellido.

La gravedad del tema puede mensurarse con datos concretos. La elección de Cancún concentra aproximadamente el 45 por ciento del padrón electoral estatal. El alcalde de Benito Juárez es el segundo cargo político más importante del estado. El que sea alcalde de ese municipio será, de inmediato, candidato a gobernador.

[b]Ese es el tamaño del error[/b]

De todo eso ha quedado fuera la coalición Por Quintana Roo al Frente. Pero hay un dato que hace todo esto aún más surreal: esa coalición es, al menos en los papeles, la que gobierna el estado.

La decisión de la Justicia Federal Electoral de convalidar la inelegibilidad de José Luis Toledo Medina, [i]Chanito[/i], dejó al descubierto todas las diferencias que existen en esa alianza.
Parece que los destinos, o los intereses, del gobernador Carlos Joaquín y sus aliados políticos, son muy diferentes.

Podría decirse, sin dudar, que el joaquinismo ganó mucho con la ausencia de [i]Chanito[/i] en la elección. Hasta hoy, no sólo lo sacó de esta contienda electoral, sino, también, de la de 2021 (ver nota al final).

Es una jugada política que no tiene nada de ilógico. El gobernador debe, obligatoriamente, pensar en su sucesión y ordenarla todo lo que pueda. [i]Chanito[/i] nunca iba a ser su candidato. Lo dijo Carlos Joaquín a quien debía decírselo, y en el momento en que debía hacerlo.

Sus aliados no lo entendieron o creyeron que era un hecho negociable. Según han sucedido los acontecimientos, parece que es la hora de repensar toda la situación. Lo que sí queda claro, es que los partidos aliados no ganaron nada con todo este desastre.

[b]La salida[/b]

En las últimas horas frenéticas los integrantes de los partidos del Frente y el joaquinismo coincidieron en que el mejor nombre para poner como candidato en Cancún es el de Eloy Peniche Ruiz, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. El nombre lo puso en la mesa el propio joaquinismo, lo cual no es un dato menor.

[i]Chanito[/i] Toledo Medina hará su último intento legal ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Pero si un milagro no sucede antes del miércoles, Eloy Peniche será inscrito como candidato.

Esa decisión implica, de alguna manera, una nueva forma de entendimiento entre los aliados. Y ese entendimiento incluye una certeza que no a todos convence: Mara Lezama debe ser la alcaldesa de Cancún, porque es la candidata de todos.

La elección del nombre de Eloy Peniche, y el golpe terminal a la candidatura de Mario Machuca por el PRI-PVEM-Panal, es parte del mismo juego. La elección de Cancún está definida.
El apoyo a Mara cruza todos los grupos políticos, e incluso une a actores que en otros espacios son irreconciliables.

Un hombre muy cercano al gobernador sintetizó toda la situación con una pregunta, que es más bien una afirmación: “¿Qué más hace falta para que entiendan?”, dijo.

[b]Culpables y falsas expectativas[/b]

En el Frente, y particularmente en el PRD, empiezan a buscar culpables. Las miradas, lógicamente, confluyen en el dirigente del Sol Azteca, Jorge Aguilar Osorio. Lo acusan de defender menos al partido que al gobierno.

En el entorno del perredista dicen que mucho más no podían hacer. Defendieron a [i]Chanito[/i] hasta donde pudieron, y lo querían de candidato, pero consideran que hay algo de fondo que no debe olvidarse: nunca hubo otro candidato viable.

Es cierto. El problema fundamental del Frente fue que nunca trabajó para crear un candidato en Cancún, donde gobernaba la oposición. [i]Chanito[/i] fue una salvación de última hora, que todos abrazaron sin pudores.

Pero el problema no se acaba aquí. Los mismos que buscan culpables también hacen sus vaticinios. Dicen que el joaquinismo está errando sus cálculos, porque el triunfo de Mara Lezama no mejorará la situación de 2019, cuando se renueva el Congreso local.

La realidad es que dentro de un año se renovará el Congreso, y la mitad de los distritos locales están en Cancún. Si gana Mara, dicen, no será ese municipio tierra del gobernador. La gratitud de Mara Lezama a Carlos Joaquín se agotará el mismo 1 de julio.

Si Andrés Manuel López Obrador es presidente de la República, aseguran, la expectativa de control que tiene el joaquinismo sobre Mara será impracticable.

Según esa versión, al sacar a [i]Chanito[/i] de la política por un tiempo, el gobernador sólo retrasó un problema que deberá enfrentar tarde o temprano.

[b]Señales[/b]

Desde el inicio de esta administración estatal, las lecturas políticas alrededor del gobernador han sido confusas.

Hay una gestualidad política de Carlos Joaquín que tiene poco que ver con las formas tradicionales. Sus señales, a veces confusas y contradictorias para lo que es la tradición estatal, dejan a varios fuera de foco. Las fotografías, los abrazos, las sonrisas, han dejado de ser señales inequívocas. [i]Chanito[/i] puede dar fe de ello.

El gobernador parece gestionar con una mano derecha que cumple todos los formalismos, y una mano izquierda que irrumpe, pesada, cuando se trata de tomar decisiones de fondo. Los hechos de los últimos días así lo demuestran.

El 1 de julio, y los días posteriores, se sabrá si esta gestión de la política es exitosa, o sólo se trata de diversos matices de una misma derrota.

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