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Eduardo Lliteras Sentíes
La Jornada Maya

Viernes 13 de abril, 2018

Es imposible no ver en el secuestro del capitán de la Marina en retiro, empresario pesquero –según explica– y candidato de Morena en Río Lagartos, Manuel G. Rodríguez Mendoza, motivaciones políticas, pero también económicas. Es claro que estamos también ante la punta del iceberg de la delincuencia organizada que opera en la zona vinculada al pepino de mar (y a otras preciosas especies marinas) así como a otros productos provenientes de otras latitudes que se internan en el estado por la costa, como la droga. Sí, no puede dejarse de ver que estamos ante la punta del témpano de hielo hacia donde marcha el [i]Titanic[/i] de la seguridad en Yucatán –al menos en esa zona del oriente del estado– y ante el miedo de quienes gobiernan, a perder el control de esa redituable franja de la península.

Me queda claro que al capitán lo tenían más que monitoreado, como a otros candidatos caídos en retenes o alcoholímetros, porque yo no me trago el señuelo de que cayó casualmente en un retén –muy extraño e irregular, con la presencia de supuestos policías vestidos de civil, según narró Rodríguez Mendoza– cuando regresaba a Río Lagartos con dos millones de pesos en efectivo y su pistola nueve milímetros en su funda en la cajuelita de guantes.

Digo, no lo creo, porque no nos chupamos el dedo, y sabemos bien para qué sirve Galileo, el equipo vendido por la italiana [i]Hacking Team[/i], especialista en [i]malware[/i] contratada en el presente sexenio estatal para espiarnos.

Si al señor se le estaba investigando –como parte, especulemos, de labores de “inteligencia”– la privación de la libertad de la que fue víctima no tiene nada de legal, ni tampoco de investigación policíaca que haya redundado en el desmantelamiento de una peligrosa banda o red de lavado en Yucatán. Como los mismos hechos revelan.

Por lo pronto, al capitán no le han devuelto los dos millones de pesos que acababa de retirar del banco –del que mostró recibo a los medios de comunicación del banco– ni tampoco su arma, cuyo credencial de porte legal mostró también a la prensa.

Tampoco le han devuelto su vehículo, el reloj marca Rado, ni una esclava por valor de más de cien mil pesos, según dijo.

Es decir, no sabría cómo catalogar la incautación de dichos bienes sino como un vil robo en descampado.

El ex marino narró detalles preocupantes que no puede uno dejar pasar, como el hecho de que fue [i]paseado[/i] durante horas por brechas –práctica que ya han denunciado otros actores en Yucatán durante detenciones similares– así como golpeado, amenazado.

No podemos restar importancia a la angustia de sus familiares, quienes no supieron nada de él hasta muy entrada la madrugada, y sin poder tener contacto con el “detenido”. No menos importantes son las denuncias de amenazas de muerte de las que dijo Rodríguez Mendoza fue víctima él y su hija.

El financiamiento subterráneo de las campañas oficiales y la denuncia de la inseguridad en la costa, son vetas que deberían ser investigadas tanto por las autoridades electorales como por la misma Fiscalía General del Estado.

Se sabe bien, desde al menos el sexenio pasado, de la grave descomposición que padece la costa de Yucatán. Fermento de esa criminalidad que tanto preocupa a la ciudadanía y a los empresarios locales, y que parece cada día tener mayor fuerza, lo que es un indudable foco rojo en el estado.

No menos importante fue la explicación dada por el capitán sobre su permiso –otorgado por la Secretaría de Hacienda a nivel federal– para manejar dinero en efectivo. La razón es muy simple. En Río Lagartos así como en otras poblaciones costeras del estado no hay sucursales bancarias, y pagarle con cheque a un pescador –que vive al día– para que vaya a cobrarlo a Valladolid o en Mérida, simplemente no es viable. Aquí estamos ante la carencia de infraestructuras básicas en el estado, pero también ante la evidencia clara de que el camino al relumbrante futuro del progreso económico aún dista años luz para la inmensa mayoría de los yucatecos.

Éste capítulo, más allá de las siglas políticas, nos revela un preocupante rostro del “estado más seguro”, que puede prefigurar la descomposición que muchos creen tan lejana como Marte, y que más bien puede estar a la vuelta de la esquina.

[b]@infolliteras[/b]


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