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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 22 de marzo, 2018

Salgo de casa y mi pongo mi casco. Voy a la Universidad Modelo a un foro al que invitaron diversas organizaciones sobre movilidad urbana. Decido ir en mi bicicleta a la universidad ubicada a escasos 10 minutos pedaleando con tranquilidad por la ciclovía recién repavimentada, pero aún inconclusa, en las obras que realiza el Vieja Carretera a Cholul.

Entrar a la Modelo –zona muy riesgosa para los peatones y ciclistas, escenario de numerosos accidentes y atropellamientos– es encontrarse con un inmenso estacionamiento donde prevalecen los autos y el cemento. Y no raramente la temeraria conducción de algunos estudiantes.

Camino al auditorio y allí se encuentra el doctor, Ole Thorson, presentado como especialista en seguridad vial. De origen danés pero radicado desde hace años en la ciudad de Barcelona, comenta algunas observaciones realizadas nada más salir de su hotel en el centro, en la calle 60. Aceras muy estrechas e invadidas por un bote de basura, una maceta, un semáforo, colocado, además, justo donde está el paso peatonal.

Thorson dice esto reconociendo que no conoce Mérida y que no la ha recorrido. Lo que narra es su breve impresión de la calle 60. No quiero pensar qué susto se llevaría si caminara por cualquier colonia o fraccionamiento de la ciudad. Por todos lados las aceras, si existen, están invadidas por lo que uno se quiera imaginar, cuando no rotas o peligrosamente construidas. Mérida, no cabe duda, no es una ciudad para el peatón. Esto no es nuevo, lo sabemos.

Thorson dice cosas interesantes –aunque muchas de ellas las venimos comentando desde hace años en nuestros espacios informativos– en el foro donde se encuentran sentados policías federales, estatales, municipales y claro, funcionarios de bajo nivel de la Secretaría de Salud estatal, así como estudiantes de la Modelo y algunos maestros. Los policías escuchan cariacontecidos los planteamientos del especialista en una ciudad, en un estado y en un país donde las ciudades simplemente no toman en cuenta a los peatones, tampoco a los ciclistas, aunque hay que reconocer que en las últimas administraciones municipales, las bici pistas o carriles para bicicletas se han convertido en una realidad que va avanzando.

Como señala Thorson, nueve de 10 personas sobrevive al ser atropellado por un auto conducido a 30 kilómetros por hora; cinco de cada 10 sobrevive al ser atropellado por un vehículo conducido a 50 kilómetros por hora; y una de cada 10 sobrevive si es golpeado por un vehículo conducido a 70 kilómetros por hora. A mayor velocidad, no sobrevive ni uno. Pensemos, nada más, a la velocidad promedio a la que suelen ser conducidos los autos en la ciudad. La velocidad mínima debe rondar los 70 kilómetros por hora, si no hay semáforos o atascos.

Thorson forma parte de la iniciativa llamada Coalición Visión Cero, que busca enfrentar esta crisis de salud pública que son los accidentes viales, sus miles de muertes cada año, de mutilados, heridos en choques, en las ciudades alrededor del mundo.

Platica que miles de personas –nuestros amigos y familiares, colegas y vecinos– mueren cada año o resultan heridos en colisiones de tráfico que podrían y deberían evitarse. Sabemos que podemos hacer más para prevenir este sufrimiento, y creemos que todos nosotros, ya sea conduciendo, caminando, montando en bicicleta, usando una silla de ruedas o manejando en tránsito, tenemos derecho a una movilidad segura, afirma.

Fue la Organización de las Naciones Unidas la que convocó a la creación de este proyecto –Visión Cero– con el propósito de sumar a la mayor cantidad de países posibles para salvar la vida de más de un millón de personas en las calles de las ciudades alrededor del mundo.

Thorson es muy claro en señalar que el problema número uno es la afición urbana por el auto. Simplemente las ciudades están pensadas para los autos, para servir a la industria automovilística y a la petrolera, señala. A sus intereses, que son vender coches y combustibles. Eso en Mérida es clarísimo, no hay que ser especialista para descubrirlo. El transporte público es pésimo, inseguro, ineficiente, indigno para el usuario. Y las gasolineras han proliferado como hongos, mientras el parque automotriz no para de crecer, de engullir la ciudad.

Y claro, el diseño de las obras viales se somete a estos intereses. Privilegia únicamente al auto, la urgencia de correr, de llegar lo antes posible, pasando por encima de quien sea.

El especialista dijo que en las obras viales hay que tomar en cuenta el punto de vista del peatón, del ciclista, de los usuarios del transporte público. Afirmó que hay que reducir la velocidad, la contaminación del aire y las emisiones que provocan el cambio climático, todo esto va unido a la salud de los ciudadanos y a una ciudad segura, bella, habitable.

Son necesarias, dijo, llevar a cabo auditorías viales de las obras, peatonalizar las calles donde no hay espacio para dos aceras de tres metros cada una, más el espacio dedicado para los autos. ¿Alguien escucha?

[b]@infolliteras[/b]


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