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Jesús Hernández Martínez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 13 de marzo, 2018

Othón P. Blanco pudiera ser para algunos la tierra prometida pero, para todos sus habitantes sigue siendo sólo la tierra de las promesas, algunas de ellas bastante ambiciosas ofrecidas, obviamente, por candidatos a los puestos públicos que, al llegar al poder, confirman que los ofrecimientos nunca fueron viables.

La lista es larga: un proyecto para producir arroz en cantidades industriales, incluida una costosísima procesadora de la gramínea; una ensambladora de aviones, una planta procesadora de leche para distribuir derivados lácteos en la Península y Centroamérica, un recinto fiscalizador, un proyecto frutícola, una procesadora de cítricos, una deshidratadora de chile jalapeño, una fábrica de prendas de vestir de mezclilla y hasta una pequeña Disneylandia en Bacalar cuando todavía no era municipio.

Algunas iniciaron actividades: la producción de arroz, chile jalapeño, sandía y derivados de leche; la elaboración de prendas de vestir de mezclilla y otras más recientes como el invernadero de Felipe Carrillo Puerto, pero cerraron porque nunca dejaron ganancias.

El fracaso no es culpa total de las autoridades, pero éstas sí son responsables de haber alentado esos proyectos cuando sabían, o deberían saber, que no era posible concretarlos como la carretera costera Calderitas-Majahual que algunos todavía trata de promover cuando su costo sería altísimo y, ni el gobierno, ni la iniciativa privada, podrían financiarla.

En el sur del Estado: Othón P. Blanco, Bacalar y todas las comunidades vecinas prevalece una costumbre ancestral, pese a que no abunda el empleo, nadie o casi nadie se contrata para trabajar ocho horas diarias ni por el doble del salario mínimo. No aceptan los locales dedicarse a actividades rutinarias y repetitivas. ”Difícilmente se instalaría en Chetumal una maquiladora” lamentaba un ex alcalde quien también aclaraba que la región carece de mano de obra calificada. Esto también ha abonado el campo para que las promesas oficiales no logren concretarse.

Aunque cada vez es más difícil acomodarse en un empleo en alguno de los tres niveles de gobierno, los jóvenes siguen pensando en acomodarse como burócratas. Esta práctica no desaparecerá del todo en el corto plazo pues, quienes acompañan a los candidatos a los puestos públicos en las campañas, después son llamados para desempeñarse en el gobierno aunque no se les fije tarea alguna.

Tal vez sea una práctica nacional pero, en Quintana Roo el gobierno mantiene varios miles de “trabajadores por contrato temporal” que llegan en cada administración. Éstos pueden ser despedidos en cualquier momento y carecen de prestaciones. Están mejor quienes cuentan con una plaza.

Al parecer, sin tomar en cuenta la opinión de las autoridades locales, la Federación construyó hace más de una década, un segundo puente México-Belice después que se habló mucho del Plan Puebla-Panamá con el que se reactivaría el intercambio comercial entre nuestro país y la región Centroamericana. El puente opera de manera regular pero sus instalaciones alternas están desocupadas.

En las reuniones de gabinete, de vez en cuando algunos funcionarios preguntan sobre el avance de determinados proyectos. Nadie contesta y, posiblemente sigan anunciándose otros con la supuesta premisa de que: “es mejor planear aunque no se concreten los proyectos, a no planear”.

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