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Fabrizio León Diez
Foto: Raúl Angulo Hernandez
La Jornada Maya

Miércoles 7 de marzo, 2018

La sonrisa de Huacho Díaz Mena no eran tan amplia como la de Rogerio Castro, y un poco mas contenida que el esbozo de carcajada y exclamación de júbilo que se oyó en las oficinas del gobernador de Yucatán y la casa de campaña de Mauricio Sahuí, cuando el panista renunció y se pasó al lado de Andrés Manuel López Obrador.

Así las cosas, es probable que el señor Díaz Mena sea candidato a gobernador de Yucatán por Morena, que el diputado Rogerio Castro confirme una senaduría y ese discreto 12 por ciento con el que hasta ahora pintan en las encuestas, aumente y con ello se rompa el bipartidismo tradicional yucateco.

Duro golpe para Mauricio Vila, que había logrado mantener con alfileres cierta unidad dentro del PAN. La fuerte soberbia del neo líder Ricardo Anaya marginó y menospreció a uno de los mejores activos de su militancia, al grado que Huacho Díaz Mena se sintió humillado y traicionado; pasiones que son difíciles de manejar y siempre llevan a una exposición pública que intoxica y cuya reacción crea ámpulas.

El candidato panista a gobernador intentó hasta el último minuto que esta ruptura no sucediera. Viajó cuantas veces fue necesario, se desveló en el cuarto de guerra rodeado por uno de los mejores equipos que ha tenido, consultó y mandó todos los mensajes necesarios para impedir que Huacho se fuera; pero la respuesta fue contraria a la lógica del triunfo, que hasta ese momento era probable, según sus estudios.

Ricardo Anaya le habría dicho que tenía un compromiso pactado con Moreno Valle para que Raúl Paz fuera al Senado y que él tenía palabra, por lo que Huacho Díaz Mena no iría a esa posición, lo cual hubiera evitado el conflicto que ahora enfrentan.

Lo importante era ganar la Presidencia, así se sacrificara a Yucatán, fue la interpretación, que cayó como balde de agua fría al abanderado mejor posicionado en el PAN.

No obstante que ya había pasado el escándalo contra Renán Barrera, quien fue detenido en un alcoholímetro, y el descontento del sector femenino por no haber apoyado a Cecilia Patrón como candidata a la alcaldía de Mérida, postulación que aseguraba el triunfo, el joven Anaya se impuso al pulso panista yucateco y los llevó de la certidumbre a la verdadera preocupación, pues los miles de votos que llevará Huacho a Morena restarán al PAN y por ello beneficia al PRI, con la máxima de que si tu enemigo afecta al contrario, se vuelve tu aliado.

Antes que el gobernador enviara a Víctor Caballero como alfil priísta para recuperar Mérida, el gabinete y su partido estaban de mal humor. Rolando Zapata colocó en sus lugares a las tribus y según sus territorios pagó con cuotas de candidaturas, intercambió acuerdos y sanó las heridas con movimientos en su gobierno, ayuntamientos y la amplia venia que le dieron en el PRI nacional y el propio Presidente.

Uno de los puntos álgidos para los priístas era el diputado Liborio Vidal, cuya situación política y liderazgo fue similar a la de Díaz Mena. Romper con él significaba un fuerte descalabro electoral, por lo que invirtieron lo necesario para que su hombre fuerte en el oriente no se fuera a Morena o al Frente, o se convirtiera en independiente, y lo lograron.

Ahora, con la salida de Huacho del PAN, el PRI se fortalece y Morena crece.

Como un juego de billar, Morena hizo una carambola de tres bandas. Andrés Manuel López Obrador mostró el músculo local con una interpretación ortodoxa de la política y desde el año pasado observó a los actores que podrían ser aliados para tener una fuerza real que dispute el poder en Yucatán. Habló con ellos, les mando el mensaje. A Ramírez Marín lo vitoreó en el Pleno la bancada de Morena y lo invitaron. “Soy el mas priísta, ¿como creen?”, les contestó. Liborio Vidal nunca perdió la buena relación con AMLO y menos al saber que Alpha Tavera no quería ser candidata al gobierno, lo cual le hizo pensar en cambiar de partido, otra vez.

Mientras, el gobernador convenció a su líder, impuso, cerró filas en el PRI y acomodó. Mauricio Vila zurció durante dos años una camisa de fuerza que le daba unidad, lució ante la directiva del PAN su capacidad de negociación y localizó tres focos rojos: Renán Barrera, Raúl Paz y Joaquín Díaz Mena. Por los dos primeros, cedió y sabía de las consecuencias, y para Huacho dio alternativas, pero el daltónico de su líder nacional, todo lo ve en verde.

Ahora el descalabro los puede desangrar, salvo que sean audaces y muevan la única pieza que les puede equilibrar: Cecilia Patrón a la alcaldía.

Luego de la tempestad que les ha dejado confundidos, a ver si cuando oigan el sonido del tren no lo confunden con los cantos de una sirena, pero de ambulancia.
Hace semanas no se veía a Mauricio Sahuí de tan de buen humor. También, y con él, a Víctor Caballero y Roberto Rodríguez Asaf. El gobernador celebra la carambola como si ésta fuera una chuza, aunque haya sido lanzada por López Obrador.

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