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Hugo Martoccia
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya

Lunes 29 de enero, 2018

El perredismo prepara la sesión del Consejo Estatal del próximo 4 de febrero, que definirá los nombres de sus candidatos en la alianza con el PAN y el MC. Va a ser la última batalla para lograr algún espacio mayor dentro de la coalición. No se trata, ya se verá, de una batalla simple. Podría cambiar todos los acuerdos de ese contrato electoral, hasta, incluso, vaciarlo de contenido.

El PRD nunca ha sido un partido fácil. Quizá como ninguno de los institutos políticos mexicanos, no se somete dócilmente a voluntades personales. Está representado por corrientes partidarias, las llamadas tribus, que son rebeldes y, a veces, inmanejables hasta para sus propios referentes.

La “cocina” del PRD son sus Consejos. En el caso de Quintana Roo, el Consejo Estatal está manejado por expresiones que están políticamente alejadas del Gobierno. Ese alejamiento tiene varias razones, pero una de ellas tiene que ver con que el partido se ha sentido realmente fuera de la administración.

Al PRD le toca, en teoría, encabezar 5 municipios en la coalición electoral de 2018. Son Tulum, Bacalar, José Maria Morelos, Felipe Carrillo Puerto y Benito Juárez. En rigor, sólo este último sería encabezado por un perredista, el diputado Emiliano Ramos, si finalmente hay un acuerdo.

En todos los demás municipios, las listas las encabezarán “externos” del PRD impuestos por Carlos Joaquín.

Por eso, la decisión de la candidatura en Benito Juárez se ha vuelto algo así como una cuestión de sobrevivencia política para el Sol Azteca. Hay quienes dicen, ya, que si el acuerdo de darle la candidatura a Emiliano Ramos no llegara a darse, la situación se va a tensar hasta un posible rompimiento.

El PRD ya decidió un plan B para ese tumultuoso escenario político que es su Consejo Estatal: para la sesión del 4 de febrero tendrá a la mano dos listas. Una, con los nombres pactados con el Gobierno y los aliados. El mejor escenario, digamos.

La otra, será una lista de candidatos enteramente propios. En los hechos, esa última lista sería un rompimiento político en la alianza.

Un alto dirigente del PAN ya entendió cuál es la situación, y trata de convencer a sus propios compañeros y al Gobierno. “Si no va Emiliano como candidato en Cancún, se van a romper todos los acuerdos”, les dice.

En su partido ya lo han comprendido y la mayoría da por hecho la candidatura del diputado local. En el Gobierno les cuesta un poco más. Al fin y al cabo, la mayoría de esos funcionarios, incluido el propio gobernador, están formados en el PRI, un partido más vertical y disciplinado al poder en turno.

Un perredista con muchos años en la batalla interna del partido, lo explica sin vueltas. “Nunca entendieron cómo funciona el PRD”, dijo, “creyeron que negociando arriba, en la Ciudad de México, estaba todo cerrado. Y así no es este partido”.

[b]Los números y los miedos[/b]

Ya se ha dicho en este mismo espacio: el análisis del PRD es que si se da un escenario perdedor en los municipios, el partido se quedará prácticamente sin representación.

Los primeros nombres de las listas son todos joaquinistas y del PAN, y ellos entrarían a los Cabildos si se pierden las elecciones. El PRD miraría desde afuera, sometido a su mínima expresión histórica.

En el fondo, hay también una cuestión de mediano plazo. Casi todo el perredismo está convencido de que el año que viene el partido joaquinista, Confianza por Quintana Roo, va a suplantarlos en la alianza de Gobierno.

Están seguros que todos los candidatos que el gobernador está hoy imponiendo, terminarán engrosando las filas de su propio partido estatal. Otra amenaza cierta y temible.

El presente tampoco es muy esperanzador. El partido ya no tiene casi representación en el Gobierno. Allí sólo queda una subsecretaría para Graciela Saldaña, y la esperanza del dirigente estatal, Jorge Aguilar, de ser algún día Fiscal General. Esa es la dura realidad.

[b]La lista de candidatos, casi sin nombres[/b]

Hasta el día de hoy, no hay ninguna señal de que Carlos Joaquín acepte la candidatura de Emiliano Ramos en Cancún. El gobernador tiene números que muestran al diputado local sin posibilidad de pelear seriamente la elección.

El perredista opone a esa postura otra realidad. “Muéstrenme otro candidato posible”, los retó.

Le deslizaron el nombre de José Luis Toledo Medina, Chanito; “el PRD nunca va a aprobar a un borgista”, dijo Emiliano. Esa posibilidad se ha caído.

También pusieron sobre la mesa el nombre del locutor Edgar Monsivais, “El Cachorro”. “Seamos serios”, contestó Ramos.

Lo cierto es que en un año y medio, la alianza oficialista no pudo, no supo o no quiso construir una candidatura viable para el principal municipio del estado. De no surgir un nombre inesperado en las próximas horas, deberán conformarse con arrancar la campaña en un lejano y desesperanzado tercer lugar.

O, en el peor de los casos, romper una alianza que es el sostén de un delicado equilibrio de gobernabilidad.

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