Hugo Castillo
Foto: Ap
La Jornada Maya
Jueves 25 de enero, 2018
En la época de la biblia, los chivos expiatorios servían para purificar al pueblo israelí de sus faltas. Según el Levítico, un macho cabrío debía ser ungido y llevado al desierto, en donde sería dejado para que Azazel lo tomara; con esto, los pecados de los judíos quedarían expiados.
En la actualidad no hay líder político en el mundo que no tenga su propio chivo expiatorio. El problema es que los únicos “pecados” que buscan purificar son los propios, y en lugar de traer la salvación al mundo, traen el caos entre los hombres.
La semana pasada el gobierno de Donald Trump justificó el endurecimiento de las medidas migratorias en el país por el aumento de la llamada amenaza terrorista. La Casa Blanca afirma que la mayoría de los implicados en atentados durante el 2017 fueron migrantes, algunos de ellos incluso obtuvieron la nacionalidad mediante el programa de sorteo de [i]Green Cards federal[/i]. Lo anterior hace necesarios los cambios a las políticas nacionales, así como el mayor control fronterizo, afirma la administración.
Cabría preguntar a los miembros de la Casa Blanca ¿Cuántos terroristas entraron al país a través de la frontera sur? O ¿Cuántos musulmanes eran extremistas antes de llegar a los Estados Unidos? Después de todo, el gran número de individuos que profesa el Islam, comparado con la cantidad de ataques perpetrados en el mundo, durante el año pasado, no justifica, de ninguna manera, las nuevas medidas.
Del otro lado del mundo, en tierras “terroristas”, los dos grandes poderes regionales continúan “expiando” sus malas decisiones políticas. El supremo líder de Irán, Ayatolá Ali Khamenei acusó a Arabia Saudita de traición a todos los musulmanes y afirmó que Irán es “fraterno” con todos sus correligionarios. La alianza del reino con los Estados Unidos es el fruto de los males en la región y una amenaza para la Umma, señala el clérigo. Khamenei olvidó mencionar la falta de “fraternidad” oficial durante las recientes protestas, por la cada vez más difícil situación económica en su país, en las que hubo varios muertos.
Por su parte, los Wahabies en Arabia Saudita continúan acusando a Irán de inferencia en cualquier país que se oponga a su plan para la región. El heredero al trono y líder de facto en el país, Mohamed Bin Salman, mantiene que la crisis en Yemen es culpa de la influencia Chií, y llama a Irán a dejar de apoyar a los rebeldes. El príncipe olvida mencionar que bombardeos saudíes están generando una de las catástrofes civiles más grandes de los últimos años, en una nación que desde antes ya estaba sumida en pobreza extrema.
¿Y en nuestro país? Pues el Banco de México y las demás entidades encargadas de las finanzas nacionales “expían” su responsabilidad en la crisis de la moneda afirmando que todo es fruto de la “situación internacional”; de la “re negociación del TLCAN”; de la “temporada de volatilidad”, entre muchos otros “factores externos”, nadie parece querer hacerse responsable de las fallidas políticas económicas de los últimos años y todos, dentro de la administración, prefieren esperar a la “gracia divina”, para que encuentre una solución a la inestabilidad del peso.
El problema está en que, así como un chivo no salvó al pueblo judío de sus pecados en los tiempos del Antiguo Testamento, echar culpas a otros no resuelve las crisis que se viven en el mundo actual. Las políticas de Trump sólo aumentan la discriminación en el mundo y no han logrado disminuir considerablemente el flujo de migrantes a los Estados Unidos. Las disputas en Oriente Medio sólo generan que los extremistas se apoderen de los falsos discursos políticos, y los utilicen como bandera para llevar a cabo actos de terror; los ataques sólo dan como resultado el aumento de la presión e intervención de los países occidentales en la región. El incremento de la islamofobia, fruto del terrorismo en años recientes, sólo ha hecho que los musulmanes moderados paguen por los actos de facciones fundamentalistas, con las que no tienen relación alguna, y por las malas decisiones de sus líderes despóticos.
¿Y en nuestro país? La falta de responsabilidad dentro de la esfera económica la pagan los mexicanos, quienes viven en incertidumbre y, cada vez más, en estado de pobreza. El aumento de los precios a los productos básicos no afecta a los políticos, cuyos grandes subsidios les permiten ignorar la situación para poder enfocarse en la próxima campaña electoral.
Los chivos expiatorios alrededor del mundo, después de todo, parecen no ser tan diferentes. Parecen.
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