Mi taxi, con Vila y López Obrador

Fabrizio León Diez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 2 de enero, 2018

Ser taxista debería ser un requisito que auxilie a las semblanzas de los servidores públicos y privados para lograr un mejor entendimiento de la realidad.

Las mujeres y hombres que ahora conducen los taxis y ubers no sólo tienen un mejor estatus económico, sino que, al platicar, sus respuestas siguen siendo el termómetro del pensamiento, con resultados rápidos.

En estas semanas de precampaña en las que los periódicos tienen restricciones para publicar encuestas que no especifiquen su metodología y el patrocinador (este medio ha recibido dos extrañamientos del IEPAC por presuntamente hacerlo), el sondeo personal y empírico de un pasajero que pregunta por quién van a votar, sólo nos da una idea temprana, en sus respuestas, de la intención de voto de los choferes.

Su diagnóstico no es profesional, pero sí se puede medir la temperatura de los problemas sociales causados por la cotidianidad, las rutinas y su preferencia electoral.

El enterarse de la vida de los otros es una adicción muy sana que reconforta y asusta, cuando se compara. Ellos escuchan o incitan a la plática e intervienen, con la confianza que se crea al saber que el otro es anónimo y que difícilmente nos volveremos a ver.

Las tres categorías consultadas para este ejercicio fueron los choferes de taxis, los uber y los piratas.

[b]36.5 grados, lo normal[/b]

Los taxistas de Mérida, Cancún, Playa del Carmen y Tulum, no votarán por el PRI.

En el caso de Campeche, todos son priístas, y los piratas esperan que vuelva Uber.

La metodología usada fue preguntar a todos los choferes de taxis abordados durante el mes de diciembre pasado y lo que va de enero, en las ciudades mencionadas; entre tres y cuatro por día.

La mayoría no conocen a los candidatos y ubican bien al gobernador. En el caso de Quintana Roo, donde las tarifas son una interpretación libre para cobrar prácticamente lo que gusten y su servicio es mediocre y abusivo, es un caso especial, tanto o más, como al que los choferes se han sometido con sus organizaciones, el partido y el gobierno.

Ahí los taxistas son los mejores [i]dealers[/i] de todos los servicios que uno necesite, de cualquier tipo, lo cual no sucede en Mérida.

Todos los consultados son o fueron profesionistas, la mayoría "fuereños", como nos dicen, y nadie, absolutamente nadie, confesó que iba a votar por el PRI.

De López Obrador dicen que “no hay de otra… no puede ser peor…. por lo menos no roba….”. A tres consultados, uno de ellos mujer joven, les da miedo, y ningún candidato independiente se asoma en los comentarios.

Un economista yucateco de la UADY y chofer con Uber, me sintetizó en una plática de 15 minutos (de la mesa de redacción, en el norte, al centro de Mérida), y por 56 pesos:

“La ruta de cualquier economía tiene que circular también hacia la administración de la izquierda; liberal, pero menos corrupta. Cuidan la corrupción o la moderan y le dan otro uso desde el gobierno. Tienen una idea más formada del valor del Estado y un principio social basado en el patrimonio nacional. El mejor ejemplo es Brasil, con Lula Da Silva. Por eso hay que sufragar (así lo dijo) por el veterano, maduro, resistente y limpio de los tres: López Obrador”

Y de Vila: “Ese gallo va a cantar y, si ves, es el liberal”.

Meade se llevó los memes y los chistes, como Peña Nieto, lo cual es muy injusto, porque manda al escarnio una conversación seria que termina en la guasa, que nos gana, siempre. Todo es un entretenimiento.

[b]La Conchita[/b]

Los detalles de una conversación se vuelven mural cuando los mosaicos se acomodan con el tiempo que dura un viaje largo, de tres o cinco horas, entre cualquiera de las ciudades mencionadas.

[b]Mérida como centro[/b]

Cuando tres circunstancias se juntan, el resultado es un viaje conducido por una taxista, contratada como chofer privado por un servicio pirata de transporte.

Camino a Umán, luego de dos horas y porque el [i]gepeese[/i] ubicaba mi destino en medio de un basurero, el tiempo de plática con ella se convirtió en un largo espacio y corto a la vez.

Como si esta pequeña ciudad en la península de Yucatán estuviera fuera del planeta y ese planeta está a la otra cuadra.

La conductora tiene como 38 años, aunque cuando le pregunté dijo 45; pienso que mintió en su edad, temiendo por su seguridad. Tampoco me dio autorización para revelar su nombre y más cuando le dije que era periodista. Le vamos a llamar Deyanira.

“ Uy”, dijo. “Periodista... ¿de los buenos o de los malos?”, preguntó y de ahí me tiró carrilla, como dicen en su natal Coahuila.

La mujer del norte trabaja también con Uber, tiene un auto en Cabify a nombre de su primo, el cual es, por las noches, bailarín al desnudo en el cabaret Pride, un atinado sitio gay ubicado en la zona de [i]tables[/i] a la salida hacia Cancún, desde Mérida. Pero esa es otra historia.

Su marido es chofer de un taxi que pertenece al viejo sindicato, mejor conocidos como “los del Volante”, organización que ha sido duramente perjudicada en su unidad, pues los afiliados simplemente vieron pulverizadas sus concesiones. La aplicación que les vendieron para contrarrestar la presencia de Uber fue un fracaso y políticamente se quedaron chiflando en la loma, solos, pues su partido, el PRI, y el gobierno, permitieron la apertura para que el servicio privado de transporte auxiliara en el tremendo movimiento de pasajeros que Mérida tiene desde que se ha puesto de moda para el turismo, los negocios y para vivir.

El suegro vendió un terreno que tenía sobre la carretera Hunucmá-Celestún y con ese capital compro dos autos: uno lo metió a Uber y lo da a trabajar a ella, obvio, y el otro a Cabify. Éste también ella lo regentea y, en abonos, lo está comprando.

También es obvio que el señor no sabía que la tierra que vendió fue adquirida de repente y con prisa por particulares cercanos a la información del gobierno, los cuales saben que esa zona ha sido designada como prioridad en el desarrollo turístico para los próximos 20 años, por el gobierno federal. Pero también es otra historia.

[b]El chat no es la vida, sólo la mitad[/b]

Los chats son una de las huellas íntimas y políticas más efectivas que existen ahora para identificar y medir.

Los que me enseño esta chica (y dejó usar) tuvo resultados empíricos notables, pues la convencí de que les preguntara a sus chateros por quién iban a votar. Todos choferes.

Empezando por su diagnostico, Deyanira va a votar por Mauricio Vila porque “no se opone a Uber”, afirma.

Su marido no va a votar por el PRI, y su papá menos, pues se siente traicionado y perdió el valor de sus placas. Por eso le da al hijo el auto rotulado a trabajar, medio día; el resto de la jornada, el marido se dedica a la ebanistería, arreglando sillas finas.

Hicimos la pregunta a los dos chats que ella maneja y mientras respondían aceptó esperar una hora más, sentados en la marisquería La Conchita. A 300 pesos la hora.

Los detalles de las conversaciones en chats serán materia de las siguientes colaboraciones, un ensayo permanente durante el período electoral y sin duda fuente de información para este periódico.

[b]Los resultados ilegales[/b]

Los resultados son que los choferes consultados en Mérida votarán por Mauricio Vila y López Obrador.

Nadie mencionó al PAN, ni a Morena. No votarán por el PRI. Salvo el suegro, quien al teléfono le dijo a Deyanira, “…. pues a ver ahora que Sahuí nos venga a ver… si es que viene”.

¿Y para Mérida?, pregunta ella escribiendo a dos pulgares. El papá y sus amigos, en otro chat, dicen que van a esperar al gallo del PRI “para ver qué ofrece”, y de Renán Barrera las respuestas se pueden sintetizar en una expresión; “¡mmmmh! a ese ya lo conocemos”.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]