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Eduardo del Buey
Foto: Rodrigo Diaz Guzman
La Jornada Maya

Martes 16 de enero, 2018

2017 fue un año muy complicado, por describirlo de alguna manera.

Todo parece indicar que el 2018 será muy similar.

El libro de Michael Wolf, [i]Fire and Fury[/i] ([i]Fuego y furia[/i]), tiene a la clase política en Washington, y al resto del mundo, zumbando. La obra revela lo que muchos ya sabían - que hay dudas acerca de la capacidad de Donald Trump para la presidencia. Esto no pudo ser salvado durante una conferencia de prensa en la cual, el mandatario estadounidense defendió su inteligencia y se llamó “genio”, para deleite de sus críticos, quienes vieron en esto un ejemplo de su inhabilidad para lidiar con la presión o las actividades de su cargo.

El 7 de enero, la estrella televisiva estadounidense Oprah Winfrey, dio un emotivo discurso durante la gala de los Globos de Oro. Sus fuertes palabras, cualidades de liderazgo probadas, gran número de seguidores en las redes sociales y en los medios tradicionales, así como su emotiva elocuencia, dejaron meneando muchas lenguas políticas. Los Demócratas, en los Estados Unidos, están hambrientos de un candidato que pueda vencer a Trump en el 2020, y están tratando, desesperadamente, de encontrar a alguien que pueda galvanizar a los votantes y unir al partido alrededor de un personaje con un mensaje ganador. Su discurso positivo, de unidad y respeto para todos, se presentó en agudo contraste con el tradicional diálogo bombástico, de división y cargado de odio, del presidente, y podría formar la base de una nueva visión para los demócratas y para el futuro del país, después de todos estos años de división y negatividad.

El tiempo dirá si toda esta especulación alrededor de Oprah sólo fue cosa de una noche, o si de verdad hay algo ahí. Pero la situación también sirve para resaltar el fin de los candidatos carismáticos y articulados dentro del partido demócrata, capaces de conectarse con grandes segmentos de votantes - tanto adherentes como independientes. El partido necesita lograr votos en estados clave, y lograr el juego electoral que Trump dominó de manera magistral. Los Estados Unidos necesitan un líder que pueda regresar al país a la defensa apasionada de sus valores fundamentales.

El TLCAN continúa siendo el foco de atención en México, Canadá y los Estados Unidos, mientras el abordaje idiosincrático de la diplomacia internacional, efectuado por la administración del Presidente Trump, bien podría deshacer una muy bien integrada red de comercio y producción que ha funcionado por los últimos 23 años, ante la búsqueda de los Estados Unidos de un acuerdo que lo beneficie exageradamente. No hay duda de que acabar con el TLCAN tendría un efecto negativo, a corto plazo, en los tres países, pero el presidente estadounidense parece estar obsesionado con satisfacer a sus seguidores a costa de la economía nacional.

Se espera que todo esto sea parte de una estrategia de negocios, y si no, que prevalezcan las cabezas frías dentro del Congreso que ayuden a evitar el final del TLCAN. Pero dado lo impredecible de Trump, una posibilidad es que EU se retire del tratado, para poder encender a la base política del mandatario de cara a las elecciones medias del 2018, además de lograr distraer la atención de la investigación sobre su relación con Rusia durante las pasadas votaciones. Esto, por supuesto, asumiendo que ni México ni Canadá se retirasen de las mesas de negociación primero, dadas las cada vez más inaceptables e irracionales propuestas de Trump.

¿Por qué, todo esto, afecta el desarrollo más allá de las fronteras estadounidenses?

Porque todos nosotros habitamos un mundo integrado en el cuál los eventos en una región pueden afectar al resto.

En diciembre de 2017 el presidente Trump sacó a los Estados Unidos de la Conferencia Global de las Naciones Unidas sobre la migración, que se llevó a cabo en Puerto Vallarta, México, citando preocupación por que el enfoque global podría estar comprometiendo la soberanía de su país. Sin importar la razón, esta es una más de las decisiones del mandatario que envían la señal franca de que los Estados Unidos ya no está participando en foros e iniciativas internacionales cuyo objetivo sea abordar los retos globales. La migración es uno de los temas principales que enfrenta la comunidad global, y es un problema multilateral que ha forzado a las personas a dejar sus hogares y sus patrias. Para el fin del 2015 habían más de 65 millones de personas desplazadas en todo el orbe.

Esto iguala el impacto que produjo la salida del los Estados Unidos del Acuerdo de Paris en 2017. En un mundo interconectado, donde los problemas trascienden las fronteras nacionales regularmente, rechazar enfoques que sean multilaterales, al responder a problemas globales, resulta contraproducente. Formar parte de la discusión sólo puede dar mejores resultados. Una oportunidad perdida.

Mi amigo Nicolas Ruszkowski ha escrito. “el experimento democrático más grande a nivel mundial se ha vuelto en el más decepcionante”.

De hecho, la última ley fiscal, aprobada por el Senado estadounidense en diciembre, busca promover el crecimiento económico mediante la reducción de impuestos. Aun cuando el objetivo es el crecimiento económico, crear trabajos y mejorar la competitividad del país al atraer más inversión, la preocupación es que los más ricos se enriquezcan mucho mientras que las clases medias y bajas vean sus impuestos crecer y sus beneficios disminuidos. A menos que el crecimiento económico generado pueda cubrir la caída en ingresos gubernamentales, los subsidios para los más pobres caerán, haciendo que reciban un fuerte golpe.

En una opinión publicada en el New York Times el 10 de enero pasado, el antiguo ministro de relaciones exteriores mexicano, Jorge Castañeda, notó que México enfrenta un serio problema debido a la nueva legislación fiscal estadounidense.

Desde su punto de vista, las grandes compañías mexicanas podrían querer mover sus sedes y residencias legales al país vecino, para poder aprovechar una legislación fiscal mucho más atractiva (el impuesto corporativo es de 30 por ciento en México mientras que en EU es de 21 por ciento).

Aún cuando esto no significaría necesariamente la transferencia de trabajos de un país a otro, podría desalentar el interés por invertir en México. Las grandes multinacionales mexicanas podrían decidir mudarse al norte de la frontera, y podrían ser imitadas por otras compañías que también busquen un alivio fiscal. Esto bien podría tener un gran impacto negativo en el empleo e inversión en México, debido a que las empresas estadunidenses, con mucha inversión en el país, podrían querer aprovechar de las previsiones fiscales favorables en el vecino del norte, y mover dinero y trabajos de regreso a EU.

El paquete fiscal, aunado a la incertidumbre por el posible resultado de la renegociación del TLCAN, pueden tener un efecto perjudicial en la inversión extranjera en México.

Esto va en contra de lo que otros países están haciendo. La reunión del G-20 este año, que se llevará acabo en Argentina, bajo la dirección del presidente Mauricio Macri, se enfocará en el crecimiento inclusivo incluyendo el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo y la seguridad alimentaria. Parece que todo esto busca reflejar la preocupación global con el progreso que los populistas están logrando en muchos países, y la necesidad de una distribución más equitativa de la riqueza en el mundo.

El futuro del trabajo es un tema de enfoque interesante, mientras muchas de las compañías líderes en el mundo utilizan la inteligencia artificial para consolidarse en sus respectivas industrias, más allá de sus fronteras, ofreciendo servicios que muy pronto serán dominados por la automatización. Estos incluyen ciertos trabajo del tipo línea de ensamblaje e incluso la conducción de vehículos. Debido a los rápidos cambios en los modelos de negocios, los gobiernos y empresas deben trabajar en conjunto para encontrar una manera de responder a los subproductos generados - desplazamiento laboral, desempleo, frustración, y el atractivo de las alternativas populistas para aquellos rezagados por el sistema.

Los gobiernos también deben encontrar fuentes alternativas de ingreso, para su base fiscal, en donde los trabajos sean afectados por la automatización. Esto ha llevado al fundador de Microsoft, Bill Gates, a sugerir que deben haber impuestos para los robots, con base en la ganancia que estos produzcan, así como los humanos, debido a que estos producen riqueza para sus accionistas, así como lo hicieron alguna vez los empleados humanos.

Esto podría ser una forma de proveer a los gobiernos con los recursos financieros necesarios para re-adiestrar a los desempleados, y que puedan llenar las nuevas vacantes laborales. Sólo se necesita mirar al estado de Virginia occidental, en el cual antiguos mineros de carbón fueron re-entrenados como programadores computacionales, y ahora están bien empleados en la nueva economía, con mejores sueldos que los que tenían en tiempos anteriores.

Otro reto que genera el desarrollo tecnológico, es la cantidad de información personal que los sitios web comerciales, los medios y redes sociales obtienen y almacenan. El hecho de que muchos jugadores desagradables de Rusia, Ucrania y Corea del Norte, tanto apoyados por el gobierno como independientes, generan mucho dinero y considerable control económico gracias al hackeo y venta de material obtenido en bases de datos, o manipulándolo para obtener ganancias políticas, debería generar preocupaciones y acción de parte del gobierno.

Este año habrá un esfuerzo continuado para proteger las bases de datos digitales de los terribles hackers, y para asegurarse que los sitios web del gobierno y entidades financieras estén protegidos de aquellos que buscan penetrarlos. El resultado de un posible hackeo exitoso podría ser catastrófico en la economía globalizada de hoy. Las acciones de los ciberpiratas parecen haber afectado ya las elecciones en diversos países, así como a compañías y organizaciones al rededor del mundo.

Entrando en el 2018, y contrario a los retos políticos, tecnológicos y sociales actuales, la economía mundial para estar en mejor forma, con muchas regiones que experimentan recuperación o crecimiento monetario. Esto ofrece una importante válvula de escape para las presiones actuales, que debería dar la oportunidad a los políticos y líderes, en todas partes, de atender los grandes retos que la sociedad global enfrenta.

Como dijo John F Kennedy alguna vez, “ el momento para repara el techo es cuando el sol brilla”.

Pero el reto más grande se mantiene vigente - asegurar que los frutos del crecimiento macroeconómico lleguen a las clases medias y bajas.

Si los líderes pueden abordar los problemas actuales con sabiduría y visión, entonces el 2018, a pesas de todos sus retos, podría terminar de una forma más positiva.

Como le dije a un amigo durante las fiestas pasada “… que sea leve la aventura que comienza con este año nuevo…”

Y que la luz esté con todos nosotros.

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