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Hugo Martoccia
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Lunes 15 de enero, 2018

En unas pocas horas frenéticas, Carlos Joaquín cambió el perfil de su gobierno. El gobernador decidió exigirles la renuncia a todos los funcionarios que quieren ser candidatos. El dato podría ser intrascendente si esos funcionarios no hubiesen estado en el núcleo de la gestión de gobierno. La administración, a partir de estos días, será otra.

La premura de esas renuncias disparó varias interrogantes. La más importante es si esos nombres eran para Carlos Joaquin un problema, o son las cartas que él tiró a la mesa para empezar a gestionar su sucesión.

Sería bueno, entonces, analizar cada una de esas versiones.

[b]Los estorbos[/b]

Un sector importante de las personas del entorno del mandatario estatal cree que esas candidaturas probables le dan aire al Gobierno, que se quitó varios problemas y tensiones, y se recluyó en el núcleo duro del joaquinismo.

Jorge Portilla es amigo personal del gobernador. Esa relación entre ellos, se dice, está firme. Pero Portilla ya sabía desde hacía varias semanas que su cargo era insostenible. La gestión de Sintra ha sido la más polémica de este gobierno.

Portilla nunca se interesó en esconder sus simpatías por los taxistas en contra de Uber. Y, por lo que se ve, ganó esa batalla, que pone en entredicho el discurso fundamental del Gobierno, el que apela al futuro y a la competencia.

Su aventura electoral en Tulum, sin embargo, sólo puede traerle beneficios a Carlos Joaquin, y su salida del Gobierno ayuda al mandatario a bajar el clima de polémica que siempre acompañó a su funcionario.

El caso del ex jefe de Despacho, Miguel Ramón Martín Azueta, es similar. En 15 meses, el Gobierno nunca pudo explicar realmente cuál era la función del ex alcalde de Solidaridad. Era, todos lo saben, un operador político en las sombras, que fue muy efectivo en algunos momentos. Pero eso no se puede explicar ni justificar en los organigramas del Gobierno.

Según la versión menos amistosa de esta historia, Martín Azueta ya cumplió su parte en la administración, y comenzaba a ser más un problema que una solución para el gobernador. Su destino electoral no sólo es incierto, sino que es realmente intrascendente para Carlos Joaquin, dicen esas voces.

El ex titular de Sefiplan, Juan Vergara, fue alguna vez el funcionario estrella de la administración. Pero hay una versión que dice que hace meses ha caído de la gracia del gobernador. Se habla, incluso, de que ese nombre aparece en una investigación muy grande en Estados Unidos, y Carlos Joaquín no quiere tener nada que ver con ello.

Hay un dato cierto. Vergara había dicho una y otra vez que quería quedarse en su puesto seis años. Luego, dijo que iba a buscar la diputación pero se quedaría hasta último minuto en Sefiplan. Nada de eso se le cumplió.

Ahora está libre, e incluso ya comenzó a sentir los embates de un sector del PRD que no lo quiere como candidato.

[b]El caso Julián[/b]

A esta lista hay que sumar al ex titular de Sedeso, Julián Ricalde. Su caso es el más inexplicable. El perredista se convirtió en precandidato al Senado por decisión directa de Carlos Joaquín. Literalmente, le avisaron que iba a ser candidato, como segundo en la fórmula con la diputada Mayuli Martínez.

La Sedeso, aún disminuida como está, sirve como un excelente trampolín electoral. El proyecto de Julián Ricalde incluía, lógicamente, quedarse hasta marzo o mantener el control de la Secretaria, para la campaña.

Era lógico. Todos miran encuestas y cruzan los dedos, pero saben que no es nada imposible que la ola de Andrés Manuel López Obrador sea tan poderosa que se lleve todo por delante. La campaña será ardua, y se necesitan todos los recursos.

En ese contexto es inexplicable que le hayan exigido la renuncia a Julián Ricalde, y que el control de Sedeso quede en Rocío Moreno, una de las manos derechas del gobernador, que no le dará nada a Julián.

La consecuencia de ésto es natural: Julián Ricalde analiza por estas horas si tiene sentido su candidatura.

[b]La sucesión[/b]

Ahora vamos a la otra versión; la mirada buena de esta historia.

El polémico Jorge Portilla tuvo, durante sus 15 meses de gestión, un aliado imperturbable: el propio gobernador. Nunca lo desautorizó en público, apoyó el papel de Sintra contra Uber e incluso el mandatario adoptó como propia la iniciativa de ley de transporte de Portilla, que mantiene la criminalización de Uber, le exige concesiones, y legaliza las combis TTE.

Miguel Ramón Martín Azueta manejó durante un año, con absoluta libertad, un presupuesto superior a los 100 millones de pesos. Fue fundamental en la construcción de la heterogénea mayoría legislativa que le ha dado gobernabilidad a Carlos Joaquín, y hasta fue el arquitecto del partido joaquinista local.

Casi todas las decisiones importantes de este gobierno pasaron, en algún momento, por sus manos.

Juan Vergara enderezó la cuestión financiera del estado. Recibió un déficit de 2500 millones de pesos, y lo redujo a la mitad. Lo mismo hizo con los 1400 millones de pesos que se debían a proveedores. Puso en marcha un estado inoperante, porque la asfixia financiera era total.

Esa descripción de los tres ex funcionarios habla de personajes directamente vinculados a Carlos Joaquín. Los que miran esa parte de la película son los que dicen que ellos son la avanzada de la sucesión 2022.

[b]La tercera versión[/b]

Cualquiera de las dos versiones aquí explicadas, sin embargo, implica un problema. Si la sucesión de Carlos Joaquin está entre esos nombres, el problema es que, objetivamente, varios de ellos no pasaron la prueba de la administración pública.

Por otra parte, si el gobernador se los sacó de encima, el problema podría ser incluso mayor. Esos políticos salieron del gabinete para ser candidatos de la alianza oficialista que Carlos Joaquin lidera. Si mandó a los funcionarios que le estorbaban a ser candidatos de la primera elección que debe enfrentar: ¿cuál es la forma de construcción política de este gobierno?

Hay ahí una tercera versión, intermedia. Quizá ninguno de esos nombres llegue a estar en la boleta electoral.

¿Carlos Joaquin los endulzó con las candidaturas, luego los orilló a salir del gabinete, y finalmente les quitará esas candidaturas? En pocas semanas tendremos la respuesta.


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