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Carlos Meade
Foto: Gerardo Jaso
La Jornada Maya

Miércoles 10 de enero, 2018

Posiblemente a muchas personas habituadas a entender el desarrollo como el crecimiento “natural” e “imparable” de la economía, les parezca aberrante la idea de un decrecimiento. Trataré de explicar que justamente la idea del crecimiento continuo y el concepto de desarrollo sostenible son, ellas sí, aberraciones lógicas desde las cuales los economistas neoliberales intentan tejer su red de explicaciones confusas: una cosmología delirante disfrazada de ciencia de la economía.

Los malogrados magos de esta ciencia esotérica normalmente aceptan que un crecimiento económico global del 3 por ciento hace factible que el sistema siga funcionando, pero ¿por cuánto tiempo?

Imaginemos lo que implica este razonamiento proyectado a largo plazo: ¿A ese ritmo, en 50 años, el volumen de la economía habría crecido 150 por ciento? ¡Imposible! Simplemente los recursos energéticos que ahora ya escasean serán insuficientes para mover un mundo de ese tamaño.

La economía capitalista basa su funcionalidad en el crecimiento continuo, pero es imposible sostener esta premisa en un planeta de dimensiones limitadas y que ya nos está quedando chico.

Esto es evidente si observamos la actividad de la economía actual (todo es productos, servicios y consumo) y su prioridad en el incremento de la riqueza individualizada, que ya implica graves afectaciones a la biósfera en lo global e infinidad de ecosistemas locales.

La atmósfera, suelo y agua están contaminados y empobrecidos, nuestros desechos industriales y domésticos invaden el paisaje y hacen tóxica la existencia. Los ciclos climáticos también se han alterado. ¿Es que tiene futuro la vida humana por esta ruta del crecimiento?

Si toda la población mundial viviera con el nivel de consumo de Europa Occidental, necesitaríamos cuatro planetas como la tierra para hacerlo factible. Este modo de vida es inviable.

Desde el 2003, ante el derroche de recursos de los países ricos, la capacidad de regeneración de la tierra ha sido superada. Quizá es fácil entenderlo a escala local. Los límites del crecimiento (de lo que se hablaba en el club de Roma desde 1972) se aprecian con claridad teniendo la referencia del proceso de “desarrollo” de Tulum. Es evidente que lo que pasa actualmente es que la línea de costa está saturada de hoteles y otros servicios turísticos, que el flujo de tráfico en ese camino es imposible en temporada alta y que no hay dónde ampliar esa vía sin afectar, una vez más, dunas costeras o manglares.

La gran mayoría de la infraestructura de servicios turísticos en la costa de Tulum está establecida sobre la duna costera o sobre el manglar. Un plan basado en las condiciones de fragilidad ambiental locales no hubiera permitido esa gigantesca infraestructura en la primera línea de costa. El daño ya está hecho, pero aún se puede poner peor si no se toman previsiones inmediatas para detener el crecimiento acelerado, desordenado y la destrucción hormiga de los ecosistemas costeros.

De seguir creciendo bajo el mismo modelo, tal como hoy día sucede, no llegaremos muy lejos. En Tulum nos estamos suicidando como sociedad. Estamos destruyendo nuestras propias condiciones de vida y degradando los recursos que hacen factible el turismo.

No es necesario hacer análisis muy profundos para entender el deterioro en curso y la inviabilidad del modelo de crecimiento. Un ejemplo dramático de las incongruencias del desarrollo de Tulum es la situación del camino costero, que ya es caótico e inmanejable. ¿Qué será dentro de cinco años?

¿Qué hacer, por ejemplo, para mejorar las condiciones de vialidad de este camino? He aquí algunas propuestas desde la perspectiva del decrecimiento sostenible:

1.- No otorgar más permisos de construcción en la costa. Ni un cuarto de hotel más.

2.- Limitar el acceso a automóviles y taxis al camino costero.

3.- Sólo permitir el tráfico local de propietarios.

4.- Establecer áreas de estacionamiento en el poblado y ofrecer servicio de transporte a la playa para locales y visitantes en minibuses eléctricos.

5.- Promover el uso de bicicleta entre el poblado y la zona costera.

6.- Establecer una ruta marítima de pasajeros del Parque Nacional Tulum a la Reserva de Sian Ka’an.

6.- Hacer obligatoria la captación de agua de lluvia en los negocios establecidos en la costa y hacer forzoso el tratamiento terciario de aguas residuales in situ para su reutilización en riego y así, con ambas medidas, disminuir el tráfico de pipas.

7.- Establecer un horario especial para el acceso de camiones de abasto y servicios de hoteles y restaurantes.

En próximas entregas desarrollaremos a más detalle el origen y objetivos del decrecimiento sostenible.


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