Margarita Robleda Moguel
Foto: Captura de Youtube
La Jornada Maya
Lunes 8 de enero, 2018
Siempre me ha llamado la atención el tema de los Reyes Magos, festejo que concluyó hace unos días el maratón Guadalupe-Reyes. Es increíble ver cómo las tradiciones hacen sus propias historias y en ésta, que ha llegado a nuestros días, del texto En tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, terminaron siendo tres reyes magos a los que en algún momento bautizaron como Melchor, Gaspar y Baltazar.
Hace 25 años, en un programa de televisión de María Victoria Llamas sobre el tema, les solicitaba a los susodichos, que me trajeran preguntas para mantenerme en camino. En realidad, lo que más me llama la atención de lo que la historia nos cuenta es que estos hombres a los que llamaban magos, traducción confusa para nosotros, seguramente eran sabios, gambusinos, estudiosos, astrónomos, venidos de Oriente, que salieron de su espacio de confort en busca de respuestas. Qué tan profundas serían estas inquietudes, que los arrancó de su hogar y los lanzó a lo desconocido. Hace 10 años, escribí en un texto que publicó un periódico local: “Solicito atentamente: una coraza protectora del hechizo del comercio. Antenas que detecten el truco. Siempre me van a ofrecer ser más guapa, más flaca, más joven, rica y, sobre todo, más feliz que los demás. Ojo, esto último es el queso de la ratonera”.
En el hoy, estrenando este 2018, me sigo cuestionando sobre estos magos que llegaron de Oriente y me queda cada vez más claro que termina siendo una metáfora que nos pinta a los curiosos, a los que nos atrevemos a preguntarnos, que nos lanza a buscar y no tenemos miedo de encontrar respuestas; a los que quieren encontrar soluciones en estos tiempos tan extraños que nos tocó vivir y que a larga descubro que esto ha sido la historia de la humanidad: lucha entre el bien, el mal, encontrarle sentido a continuar caminando.
Sin embargo, este año comprendí que, además de que no eran reyes, ni magos, ni siquiera tres, resultaron una infinidad de Reinas Magas que nos llegan del Norte, Sur y Este, y que desde aquellos tiempos han sostenido, y siguen sosteniendo, el mundo. Reinas que hacen magia cada día para multiplicar panes y solucionar, la mayoría de veces calladitas, infinidad de situaciones que incluyen salud, educación, transporte, recreación, formación, alimentación, estimulación, organización, administración, sobrevivencia, etcétera. Pienso en las reinas magas que hacen magia con dos pesos para pagar, además de todo, “renta, teléfono y luz”, en las archí súper REINAS MAGAS con el nombre de Las Patronas que, en Veracruz, corren al primer silbido del tren para compartir con hermanos centroamericanos un taco, una bolsa de agua, una prenda para el frío, una caricia de saber que a alguien les importan. Reinas Magas que hacen magia para multiplicar medicinas y atenciones en un sistema de salud saturado; Reinas Magas conscientes de que la educación se sostiene sobre la comprensión de la lectura y siguen promoviendo el placer de la palabra y el disfrute de los libros, a pesar de que las instituciones cancelaron el programa de lectura; como si fuera tan fácil lidiar con grupos tan numerosos y sobre todo con chicos tan llenos de violencia, ruidos y demandas de atención. Reinas Magas que sacan adelante a la familia porque su hombre está muy ocupado multiplicando millones, participando en política o lamentando su mala suerte; compitiendo con el vecino en adquisiciones de lo “último”, con los que merman inmisericordemente la canasta familiar en la primera cervecería a su paso.
Sí, las reinas magas existen y son mucho más que tres. Sostienen el mundo junto con algunos Reyes Magos conscientes, porque también los hay, y siguen caminando en búsqueda de sentido, como en los días de Belén y continúan haciendo su parte para que su paso no sea en vano.
Como propósito de año: he decidido estar bien... ¡Porque me da la gana! Seguiré participando en la construcción de la utopía de un mundo más justo y alegre para todos. Y ya que soy de la Polinesia, o sea que, no soy una necia cualquiera, haré todo para alcanzar algún día ser una reina maga que con su magia logre hacer lagartijas a las neuronas y cosquillas al corazón, que zurzan la esperanza, de todo aquel que se cruce por mi camino.
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