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del

Margarita Valdovinos*
Foto: Notimex
La Jornada Maya

Jueves 5 de diciembre, 2019

El viernes 29 de noviembre de 2019 asistí al pueblo de Chichimilá, cabecera del municipio del mismo nombre, ubicada a siete kilómetros de Valladolid. Allí se realizó una de las cinco consultas sobre el Tren Maya que tuvieron lugar en el estado de Yucatán. Según la lista oficial, asistieron 224 “autoridades indígenas”, 20 observadores –incluyendo gente de los medios– y 78 asistentes en general, además de cerca de 50 funcionarios municipales, estatales y federales que acudieron a apoyar el evento.

La gente tomó lugar en la explanada en donde se habían instalado sillas, un impresionante equipo de sonido, dos megapantallas a ambos lados del presidio y cuatro grandes televisiones. Incluso los miembros del Instituto Nacional para los Pueblos Indígenas (Inpi), organizadores y promotores del evento, expresaron su asombro ante la cantidad inédita de recursos que recibieron del gobierno federal para este evento, lo que les permitió además de contar con una logística impecable, pagar los gastos de transporte de cada una de las “autoridades indígenas” y ofrecer almuerzo y comida para todos los asistentes.

Al iniciar, se invitó a un rezandero tradicional maya del pueblo cercano de Xocén para que presidiera un rezo en lengua maya y bendijera a los asistentes. Cuando terminó, se desplazó el altar utilizado y se procedió como si se tratara de una asamblea: se nombró a una persona para que presidiera las actividades, se leyó el orden del día y se votó su aceptación. Más tarde, concluiría el evento con la lectura de un acta y la firma de las autoridades.

[b]Reunión informativa[/b]

Luego de la presentación de las autoridades locales y las visitantes, Guillermo May Correa, coordinador general de asesores del Inpi, presentó la dinámica de la reunión: no se trataba de una votación, sino de una reunión informativa que buscaba dar a los representantes ejidales y municipales la información necesaria para que ellos pudieran presentarla ante sus comunidades, quienes deberán emitir su voto sobre el Tren Maya en el lapso de dos semanas, el 14 de diciembre.

Finalmente, habló del Proyecto de Tren Maya Juan Javier Carrillo Sosa, subdirector técnico del Tren Maya por parte de Fonatur. Su exposición fue simple y clara, aunque breve considerando que fue la única que tocó directamente el tema del tren. Cada sección de la presentación fue parcialmente traducida a la lengua maya por un “intérprete certificado”. Al terminar, se autorizaron sólo cinco intervenciones del público; ninguna de ellas fue pregunta.

De la exposición me llamó la atención el contraste entre la gran cantidad de detalles técnicos que se ofrecieron sobre la infraestructura ferroviaria y el diseño de vías y estaciones, por un lado, y la extrema brevedad con la que se abordaron otros temas que parecían mucho más relevantes para la asamblea, por otro lado. Aquí me detendré en dos: el impacto ambiental y el reacomodo territorial que se proyectan junto con la llegada del Tren Maya.

[b]Sin proyecto ejecutivo[/b]

El representante de Fonatur aceptó pública y abiertamente en distintos momentos de su exposición que no existe aún un proyecto ejecutivo del Tren Maya y, por ende, tampoco un estudio de impacto ambiental al respecto. En tales condiciones, resulta sumamente tendencioso exigir a las autoridades mayas que tomen nota, se reúnan y discutan con sus comunidades para tomar una postura sobre el Tren Maya. Para ello debería proporcionárseles los detalles relevantes del proyecto y la correspondiente “Manifestación de impacto ambiental” que exige la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (artículos 28 al 35 Bis 3) para toda actividad que pueda causar un desequilibrio ecológico.

Un segundo punto resulta preocupante. Se mencionó en varias ocasiones el “reacomodo territorial” que traerá el Tren Maya en la región. Sin embargo, se citó sólo de paso la creación de “12 paradas de corta estancia” en otros emplazamientos diferentes a los de las 18 estaciones que fueron señaladas (Palenque, Tenosique, Balancán, Escárcega, Campeche, Mérida, Izamal, Chichen Itzá, Valladolid, Cobá, Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulúm, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar, Chetumal y Xpujil). ¿Serán estos 12 nuevos asentamientos los “polos de desarrollo” que se mencionó en repetidas ocasiones al hablar del reacomodo territorial que acompañará al Tren Maya? Escuché con atención y no puedo responder esta pregunta. Sólo me queda claro que, aún si se tratara de 12 asentamientos semiurbanos, éstos serían suficientes para deteriorar el ya delicado equilibrio ecológico actual de Yucatán y transformar la vida de las comunidades mayas.

El representante de Fonatur hizo alusión al deseo del actual gobierno de “construir conjuntamente el proyecto” de Tren Maya con los pueblos mayas. Si bien una nueva manera de concebir la interacción entre el gobierno y la sociedad civil resulta sumamente sugerente, esta primera jornada “informativa” ha demostrado que las autoridades siguen tratando a las comunidades indígenas como interlocutores de segundo nivel a los que no es necesario ofrecer información detallada y certera sobre los temas que más los conciernen. Incurren así en un grave acto de discriminación e ilegalidad al suponer que la información precisa y puntual sobre el proyecto del Tren Maya y su impacto ambiental, que afectará sin duda la vida y las prácticas ancestrales de los pobladores mayas, no es requerida ni valorada por ellos.

En esta consulta, los procesos y tiempos impuestos a las comunidades para formular su perspectiva han sido decididos desde el centro del país sin considerar las dinámicas de las comunidades, los pueblos y los ejidos mayas. Aún más grave resulta la manera en la que la lengua maya ha sido utilizada como un mero accesorio de legitimidad: aspecto indispensable en la ceremonia tradicional inaugural, pero secundario y parcial para hablar del proyecto del Tren Maya. Cuando 80 por ciento de la población local es hablante de maya, este tipo de irregularidades no son meros descuidos. Al contrario, nos dejan ver el tono real de este proyecto que se describe como “intercultural”.

¿Nos quedará ahora sólo esperar a ver cómo a la lengua maya se la lleva el tren?

*Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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