de

del

Ulises Carrillo*
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Miércoles 13 de noviembre, 2019

[b]Vigías en lo alto[/b]

El primer europeo que observó la simple América geográfica fue Juan Rodríguez Bermejo, uno de los vigías de barco de la expedición de Cristóbal Colón en aquel octubre de 1492. Él fue el primero que vio tierra.

Sin embargo, ni Juan Rodríguez Bermejo, ni Cristóbal Colón, realmente descubrieron América. El continente social y cultural de las grandes civilizaciones, imperios y ciudades no fue visto por aquella primera expedición española.

El verdadero descubrimiento de América -propone Hugh Thomas, el reconocido historiador británico- se dio el 8 de noviembre de 1519, cuando Hernán Cortés y Moctezuma Xocoyotzin se encontraron en Tenochtitlán. En esa fecha se dio el encuentro de dos mundos con millones de habitantes, sofisticadas urbes y elaboradas jerarquías sociales.

La América colosal fue “descubierta” por Europa cuando el conquistador español sostuvo aquel primer encuentro con el tlatoani mexica, en el cruce de lo que hoy son las calles de República del Salvador y Pino Suárez, en la Ciudad de México.

Ese 8 de noviembre de hace medio milenio, Europa tuvo claro -por fin- que América no era sólo unas cuantas islas dispersas y escasamente pobladas como a las que llegó Cristóbal Colón, sino un mundo aparte con ciudades, reinos y pueblos altamente civilizados, un auténtico Nuevo Mundo.

En ese sentido, el vigía que vio a la verdadera América y la magnitud del Nuevo Mundo por primera vez, se llamó Diego de Ordaz, el capitán que Hernán Cortés envió a buscar un paso y un camino entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, uno que le permitiera a los españoles llegar a Tenochtitlán en su ruta desde Cholula.

El 1 de noviembre de 1519, Diego de Ordaz pudo encontrar un paso entre las montañas, ahora -obvio- llamado Paso de Cortés, y luego escaló buena parte del Popocatépetl. Desde ese pico nevado, Ordaz pudo contemplar el valle de México, con decenas de urbes pequeñas y medianas y, al fondo, la gran ciudad en medio del lago. La primera vez que la Europa conquistadora pudo ver a la América urbana, imperial y sofisticada, lo hizo a través de los ojos de Diego de Ordaz. Él vio cosas que nadie había visto o imaginado antes.

Es curioso, pero tanto Juan Rodríguez Bermejo como Diego de Ordaz tuvieron que subir a lo alto para descubrir la América que les correspondía. Uno desde un mástil de madera en medio de la mar, el otro desde un mástil geológico de arena, piedra y lava. En esos tiempos, hace 500 años, América sólo podía ser vista desde arriba, como anuncio y presagio del verticalismo de las sociedades por venir, la nuestra incluida.

[b]Ven a mi casa[/b]

Este 1519 no es recuento histórico, sino especulación actual. El conquistador de hace 500 años y el conquistador de hoy, se parecen tanto que a veces se confunden y uno es augurio del otro, por eso las fechas de noviembre son tan importantes.

Después de llegar a Tenochtitlán y descubrir la magnitud de esa América, Cortés no se atemorizó; por el contrario percibió la inseguridad de su rival personal y rápidamente tomó control de él en el propio corazón del imperio que presidía.

Algo dentro de Moctezuma no podía hacer frente a Cortés, algo no funcionaba bien en su relación dual; la claudicación personal de alguien que había sido duro y guerrero no hace sentido lógico, ni tenemos evidencia histórica del todo fiable para explicarla, pero lo cierto es que ocurrió. Moctezuma dudó, cedió y con él todo un imperio cayó en un remolino.

Cortés lo saludó como gran príncipe en su primer encuentro, pero muy pronto le exigió un espacio para levantar un altar a la Virgen María en el mismísimo Templo Mayor y el derecho a construir una capilla en algún palacio del tlatoani.

Una batalla en Nautla, Veracruz, en la que murieron soldados españoles, le dio a Hernán Cortés el arma final que necesitaba en su guerra sicológica contra Moctezuma. Con la ayuda de 30 soldados y doña Marina, el conquistador decidió irrumpir en el salón del trono de Moctezuma y, tras hacerlo responsable de los hechos, lo amenazó con matarlo ahí mismo si no aceptaba “visitarlos” voluntariamente en el palacio de Axayácatl, donde los españoles se habían instalado.

Parece ciencia ficción, pero el invitado que llega el 8 de noviembre a una ciudad colosal que fácilmente podría abrumarlo, una semana después, logra que el emperador azteca se escabulla de su propia guardia para entregarse a manos de los conquistadores. El 14 de noviembre de 1519, Moctezuma llega al cuartel español.

La historia en sus augurios nos esclarece las cosas pasadas y por venir, pues en una nada sutil coincidencia, el 21 de noviembre del 2018, el tlatoani del Estado de México llega sumiso a comer a la casa de Tlalpan del nuevo conquistador. Las fechas son casi idénticas.

Ahí vimos al emperador de penacho de gel, sentado sumisamente en la casa de quien había llegado y se había quedado con todo. Sus primeras reuniones fueron en Palacio Nacional, con la presencia de sus respectivos cuadros y gabinetes; no obstante, en esta comida de “cortesía”, las cosas estaban más claras: el que presidía era otro, el que llegaba porque lo “invitaban” (a fuerza) era otro. Básicamente la misma escena 500 años después.

Moctezuma entregado, ordenaría que sus capitanes de Nautla y una decena de miembros de la nobleza mexica fueran quemados en una hoguera hecha con las flechas aztecas, porque así lo pidió Cortés. La abyección sin límite. El nuevo tlatoani domesticado, el que fue a comer a Tlalpan, vería caer a miembros de su gabinete en la hoguera de los medios, las redes sociales y los juicios sumarios. No haría nada. Prisionero de la distancia, entretenido en la frivolidad, condicionado al exilio político, tal y como Moctezuma salía de cacerías de placer con sus secuestradores españoles en la más vacía de las diversiones. Todo repitiéndose. Caía la Tenochtitlán del viejo régimen en una comida en Tlalpan, para que se construyera una nueva ciudad imperial que mandara sobre todo México.

Son increíbles las fechas y su ensamble. El 8 de noviembre de 1519, los dos líderes se ven frente a frente. El 8 de noviembre de 2018, el nuevo señor de México visita Santa Lucía para acabar de liquidar el altar y templo del viejo tlatoani en Texcoco y empezar a construir el suyo, tal y como Cortés quería su altar de la Virgen María entre los santuarios de Huitzilopochtli y Tláloc.

El 14 de noviembre de 1519, Moctezuma se encamina al cuartel de los españoles. El 14 de noviembre de 2018, el nuevo conquistador presenta su estrategia de seguridad, para controlar y pacificar el territorio nacional. El 21 de noviembre, el moderno Moctezuma que alguna vez fue candidato soñado, con todo y su Gaviota, va como súbdito a someterse a los dictados, condiciones y concesiones que le quiera obsequiar el nuevo conquistador. El 21 de noviembre de 1519, Moctezuma Xocoyotzin juega totoloque (un tipo de juego de mesa mexica) con Cortés.

En noviembre de 1519 mucha sangre había corrido en el camino a Tenochtitlán, muchas cosas increíbles habían pasado, pero los verdaderos actos violentos, brutales y transformadores apenas estaban por comenzar. Si le tenemos un poquito de respeto a la historia podemos decir, con absoluta confianza y certeza, que en nuestro tiempo -en noviembre de 2019- la verdadera conquista, la batalla franca, brutal y transformadora por la nueva Tenochtitlán, apenas está por comenzar. Lo que hemos visto, todavía no es nada.

*Analista y escritor meridano.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]


Lo más reciente

Milei: pelear con (casi) todos

Astillero

Julio Hernández López

Milei: pelear con (casi) todos

INE ordena a Gálvez detener plagio de logotipo

Dinero

Enrique Galván Ochoa

INE ordena a Gálvez detener plagio de logotipo

Rumores: el otro incendio

Editorial

La Jornada

Rumores: el otro incendio

Nuevo motín estalla en la cárcel de Ecuador de la que escapó el narcotraficante 'Fito'

En videos difundidos se aprecia un incendio desde el interior de uno de los pabellones

Efe

Nuevo motín estalla en la cárcel de Ecuador de la que escapó el narcotraficante 'Fito'