Jesús Hernández Martínez
Foto: Notimex
La Jornada Maya
Miércoles 30 de octubre, 2019
Ante la disminución constante de los recursos en las administraciones municipales, hace unos días varios alcaldes de todo el país viajaron a la Ciudad de México con la intención de explicarle al presidente Andrés Manuel López Obrador esa situación y solicitarle más apoyo, pero en lugar de ser atendidos, fueron rechazados, incluso con gases lacrimógenos, y en la práctica no consiguieron nada.
“Algunas demarcaciones municipales del país ya no parecen ayuntamientos sino [i]ayunamientos[/i], pues todos ayunan”, comentó en son de broma al día siguiente un locutor de una televisora de la Ciudad de México.
Sin embargo, en realidad no todos ayunan, pues de acuerdo con los datos de varias instituciones, que aparecen en páginas electrónicas, los sueldos de algunos presidentes municipales, principalmente del centro del país (Jalisco y Nuevo León), superar los $155 mil mensuales; otros van de los $40 mil; $50 mil o $60 mil. Algunos datos no son recientes y pudieran variar sobre todo por el programa de austeridad que convocó la federación.
En Oaxaca y Guerrero, hay alcaldes que ganan unos 5 mil pesos al mes, sus municipios son pequeños y con pocos habitantes. Varios sólo tienen uno o dos regidores, no disponen de agentes policiales y sólo despachan unas horas en sus oficinas, pues se desempeñan en otras actividades para obtener más ingresos.
En Benito Juárez (Cancún) el alcalde cobra al mes $108 mil y en Othón P. Blanco, $61 mil, pero no todos los datos son confiables, pues los sueldos de los alcaldes, regidores y demás colaboradores de los cabildos son fijados discrecionalmente, aunque los salarios puedan ser bajos, son agregadas varias prestaciones que superan en mucho los sueldos que se hacen públicos.
Al día siguiente de que los ediles trataron sin éxito de reunirse con él, el Presidente de México les sugirió que si necesitan más recursos se bajen sus sueldos, dejen de utilizar vehículos ostentosos y de desviar los recursos de sus administraciones municipales. Esa sugerencia tal vez no la acatarán.
En general, salvo algunas excepciones, las administraciones municipales trabajan con números rojos; hasta hace unas décadas menos de una docena obtenían en algunas regiones del país suficientes recursos propios; operaban aserraderos, parcelas agrícolas o granjas de ganado menor y mayor. Hace alrededor de 20 años el transporte urbano de Chetumal lo operaba la administración de Othón P. Blanco, pero nunca reportó ganancias, sólo pérdidas, y lo cedió a la iniciativa privada. Es del dominio público que el gobierno, es sus tres niveles, es pésimo empresario.
En la actualidad su mayor ingreso propio es el cobro del impuesto predial que, en Quintana Roo por ejemplo, en municipios como Cozumel, Isla Mujeres, Benito Juárez, Solidaridad y Tulum es considerable, pues pagan ese gravamen los grandes hoteles, que es insuficiente para cubrir sus gastos, prestar los servicios públicos a que tienen obligación y construir obra pública.
Uno de los actuales graves problemas financieros de las administraciones municipales son sus deudas públicas; constantemente les retrasan el pago a sus proveedores y, en casos extremos, no les pagan puntualmente los sueldos a sus empleados que casi siempre son más de los necesarios.
Una salida, nada objetiva, pero que salva la crisis financiera de los ayuntamientos, son los contratos de créditos, a las que varias legislaturas del país ya voltearon la cara y tratan de limitarlos, pues tienden a volverse impagables. Constantemente reestructuran esas deudas con lo que sólo se consigue ampliar el plazo del pago y, difícilmente las saldarán totalmente.
En realidad, las administraciones municipales son la primera instancia a la que recurre la población en busca de algún apoyo, que pocas veces consigue. Entonces cabe la pregunta: ¿qué hacer?. La cuarta transformación del gobierno federal acaricia varios planes para mejorar las condiciones económicas de todos los mexicanos. Tal vez haya uno para un mejor financiamiento de las administraciones municipales, antes de que empiecen a cerrar sus puertas. En nuestro país todo puede pasar.
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