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Margarita Robleda Moguel
Foto: Enrique Osorno
La Jornada Maya

Jueves 17 de octubre, 2019

El reconocimiento que le hizo la revista [i]Conde Nest Traveler[/i] a Mérida, Yucatán, como “mejor ciudad pequeña para visitar en 2019”, se tradujo en: “Mérida, la mejor ciudad del Mundo”.

¡Qué miedo! En un momento donde el planeta se nos deshace de las manos, ponderar a una ciudad, como “la mejor”, en lugar de ser un galardón se podría convertir en una pesadilla por la avalancha de familias que llegarán atraídos por semejante marketing, del cual, las únicas que saldrán ganando serán las inmobiliarias.

La palabra es poderosa, tiene consecuencias. Desde hace más de 50 años, Hollywood se ha encargado de decirle al mundo los encantos del “Sueño americano”, y ahí están las consecuencias. Todos quieren formar parte de él y en las fronteras de México se encuentran atorados, no sólo los centroamericanos, sino personas de todos los continentes que andan viendo por dónde se pueden colar.

Todos somos migrantes. Lo hemos sido desde siempre, desde el inicio de la humanidad. El problema es que esa migración sea manipulada por intereses en beneficio de unos cuantos y las consecuencias sean en atropello de la mayoría.

¿Alguien sabe el número de familias que llegan semanalmente a nuestra ciudad? La cantidad de fraccionamientos que surgen como hongos al norte del periférico y el aumento del tráfico día con día, me dicen que son muchas más de las que imaginamos. Además de vanagloriarnos de ser la mejor ciudad del mundo… ¿existe un organismo que esté planeando su desarrollo?, ¿la vialidad, educación, salud, cultura, seguridad? Los salarios en Yucatán son de los más bajos en el país, ¿Quién, local, podrá comprar una casa?, ¿cuánto tiempo seguirá siendo la ciudad de la Paz?, ¿cuánto estamos programando invertir para alimentar esa meta? Ahora tenemos más centros comerciales y menos culturales que expandan el espíritu.

En el cierre de visitas a las escuelas que participaron en dejar su huella por la paz: Esc. Primaria Quintana Roo, en el fraccionamiento de los Héroes y el Jardín de Niños PDTY en el Polígono 108, ambas en Mérida, reafirmé lo ávidos que estamos todos de hablar de esperanza. Las directoras y maestros, en ambos planteles, ultra comprometidos con el proyecto, trabajaron toda la semana con el tema de la paz sin importar si tuvieron que ir horas extras e incluso el sábado. Eso me dice que el trabajo extra no es lo que cansa, sino el hacer cosas sin sentido. Estaban asombrados de la cantidad de padres de familia que fueron cuando me presenté a escuchar lo que habían hecho y a contarles lo que vi en la Cumbre Mundial de los Premios Nobel de la Paz. Pobres papás, nadie les dijo lo que sería serio. Ellos también quieren la paz y responden entusiastas ante la invitación a participar.

Toca conectar la de pensar. Mérida es una ciudad hermosa y bienvenido sea el que quiere venir a ser parte de ella. Que nadie llegue por miedo sino por el deseo de construir entre todos una ciudad incluyente, justa, gentil, con gran propuesta cultural; solidaria, con espacios verdes y personas que deseen participar en la construcción, entonces sí, de la mejor ciudad del mundo.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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