El público de los museos

Óscar Muñoz
Foto: Archivo La Jornada Maya
La Jornada Maya

Lunes 5 de agosto, 2019

Es sabido que el museo, con todo y colecciones, está íntimamente relacionado con los mediadores y los públicos, es decir, en el ambiente museístico, la creación de las obras, junto con su preservación y su exhibición, así como la educación artística y la divulgación del patrimonio artístico en cada museo, conforman la base fundamental de la función de cualquier museo de arte. Cabe aquí subrayar la triada mágica de cualquier museo: las obras, los mediadores y los públicos. Es notorio que los mediadores quedan en medio de las obras y los públicos, lo que así debe suceder en la práctica.

Habrá que destacar que, en las últimas décadas, los servicios museísticos de comunicación y educación han sido ajustados de acuerdo con la evolución de los museos de arte determinada por la relación entre las obras y los públicos. No hay que olvidar que, en el fondo, este vínculo surge entre los creadores de dichas obras y los espectadores interesados en disfrutar tales creaciones. Y tampoco deberán ser obviadas las peculiaridades de estos públicos: los espectadores son seres humanos con una diversidad de aspectos que los caracterizan, como el sexo, la edad, la raza, la cultura, la sensibilidad y otras.

Sin embargo, en algunos museos, la necesaria transformación de las estructuras de comunicación y educación no se observa en los hechos. La experiencia del espectador debe estar fundada en el diálogo con la obra, la cual puede ofrecer información acerca de la técnica utilizada, el contexto socio histórico en que fue creada, la visión del creador, sin importar si el autor es reconocido o es anónimo o si la obra fue elaborada hace cientos de años o es reciente. Y a pesar de que dicha información se le encuentra en las propias cédulas de la exposición o en folletos o catálogos, no surge ningún diálogo entre el público y la obra.

Ante esta circunstancia, será necesario e importante que los profesionales de la comunicación y la educación museística detecten los códigos de significado de cada visitante del museo para diseñar un lenguaje común para todo tipo de públicos. Habrá entonces que averiguar sus intereses, necesidades y capacidades de aprendizaje o, incluso, de entretenimiento. Ello también fortalecerá la gestación de nuevas exposiciones y el diseño de rutas y de materiales informativos complementarios, como un todo integrado.

Al respecto, cabe destacar que, desde mediados del siglo XX, surgió el programa Estudios de Público, para conocer más y mejor a los visitantes de los museos. De los resultados logrados, destaca la tipología de públicos que hasta la fecha persiste: niños, jóvenes, adultos, personas con otras capacidades, y turistas extranjeros y nacionales. Otros aspectos que han conseguido estos estudios es saber los diversos propósitos de las visitas, por ejemplo: el refuerzo escolar, las tareas y hasta el ocio.

Aunque más allá de saber la edad de los espectadores y los motivos de sus vistas, será imprescindible que los servicios educativos de los museos conozcan con la mayor precisión posible a todos los públicos para poder integrarlos en los diálogos necesarios entre ellos y las colecciones, sin que ello sea reducido a la interpretación de las obras. La educación museística debe ser considerada la mejor mediación entre las creaciones y los espectadores. El hecho de saber más de los públicos permitirá organizar mejores visitas, más participativas e innovadoras; generar talleres diversos e interdisciplinarios; diseñar materiales y didácticos y lúdicos y recursos especiales para personas con capacidades diferentes.

La importancia de los estudios de los públicos radica en la necesidad de establecer los parámetros requeridos para conocer, por ejemplo, por qué los visitantes más pequeños requerirían visitas guiadas con materiales para tocar u observar las obras con mayor atención y, a partir de ello, provocar la imaginación y las sensaciones debido a que los niños de menor edad tienen un pensamiento más concreto que abstracto. En el caso de los adultos, que pueden hacer abstracciones a partir de lo que observan, podrían formular preguntas al autor, al guía de la visita o a la obra misma. Y respecto de las personas especiales, habría que considerar los accesos libres, la adecuación de los espacios y los códigos de información, así como la atención personalizada y materiales para ellos.

Así, saber cómo los diversos públicos se apropian del conocimiento y cuáles son las diversas formas de aprendizaje, posibilitaría un mejor acercamiento del público a los museos y la realización de actividades que generarían una experiencia impresionante e inolvidable. Nunca será suficiente el crecimiento de los públicos en su aspecto cuantitativo; lo más importante será la calidad de los servicios, los cuales deben asegurar la experiencia trascendental en la vida de cada uno de los públicos. ¿De qué serviría saber que un museo fue visitado en una semana por 4 mil personas si el recinto deja de lado la posibilidad de lograr que cada espectador se lleve una experiencia de diálogo con la colecciones de la exhibición?

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]