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Felipe Escalante Tió
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 18 de julio, 2019

En septiembre se cumplirán tres años de la que ha sido hasta el momento la más exitosa persecución contra Uber, la empresa de servicio de transporte a través de una aplicación telefónica y que tiene presencia mundial. Precisamente en 2016, Candelario Salomón Cruz, entonces director del Instituto Estatal del Transporte de Campeche (IET) y hoy defenestrado y acusado de fraude contra trabajadores del volante, llamaba "empresa fantasma" a Uber y la acusaba de carecer "de acta constitutiva que le dé personalidad", además de realizar una estafa contra sus socios conductores, "pues todo el dinero que ganan tiene como destino final los Estados Unidos y no deja ningún beneficio al estado" [[i]La Jornada Maya[/i], 19 de septiembre de 2016]. Hace tres años, el IET detenía en promedio a 15 vehículos de la aplicación cada día, ahuyentando así su operación en la ciudad de las murallas.

La acción tiene varias lecturas, todas ellas polarizadas. Lo mismo puede ser el triunfo de lo local frente a las corporaciones, o de las opciones "tradicionales" de movilidad sobre las modernas. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, no es más que un intento exitoso de resistencia, pero eventualmente llamado al fracaso por la incapacidad de las agrupaciones de transportistas de pasajeros para transformarse.

Ocurre que el escenario mundial está cambiando desde hace tiempo y rebasando la capacidad de respuesta de los Estados-nación. En momentos en los que el bitcoin es ya una opción seria como moneda mundial, alejada del respaldo que le pudieran dar reservas nacionales, Facebook anuncia que para el próximo año, junto con otras empresas que incluyen a algunas financieras multinacionales, lanzará Libra; su propia criptomoneda. Otros fenómenos, como la migración, están encontrando la resistencia de los Estados (y no sólo los Unidos) para recibir una gran cantidad de desplazados. El tema del sargazo que afecta a Quintana Roo va más allá del gobierno local y de las corporaciones hoteleras ahí establecidas; requiere de una visión y cooperación internacionales.

Así, en este ambiente, las apps de una denominada economía colaborativa, precisamente Uber y Airbnb como ejemplos, están en la mira de los prestadores tradicionales de los mismos servicios. Ambas han sido disruptoras, ambas han demostrado una gran capacidad de adaptación.

En los espacios locales, los usuarios de los servicios tradicionales de movilidad, y especialmente del transporte urbano, repiten como letanía las mismas quejas: malos tratos de los choferes de autobuses, demasiado tiempo de espera entre unidades, el hecho de que éstas sean viejas y sea más que perceptible la falta de mantenimiento; en cuanto a los taxis, si bien hay excepciones más que notables, también se registran quejas por el mal estado de los vehículos, taxímetros alterados y, muy en especial para Quintana Roo, que los propios taxistas infunden temor en quienes los utilizan; no hay mujer que se sienta segura si tiene la necesidad de abordar sola un taxi.

[b]Tecnología[/b]

A esto último, las apps respondieron con su tecnología: el usuario sabe de antemano el nombre del conductor, modelo del vehículo y número de placas, así como el trayecto que deberá realizar. Esto, sin embargo, es insuficiente y aquí sí, debe existir plena colaboración con las autoridades incluso por mera prevención del delito.

Porque lo que inició como una ocupación alterna, o "para completar" la quincena, se ha vuelto un trabajo de tiempo completo para muchos socios conductores, especialmente entre quienes perdieron su empleo en las administraciones estatales y federales y superan los 40 años. Estos carecen hoy día, además del ingreso seguro, de prestaciones sociales.

Por eso llama la atención el anuncio de Uber acerca de aplicar en las 44 ciudades mexicanas en donde opera, un plan de estímulos para los socios conductores que incluye becas para sus hijos estudiantes, entre otros alicientes [[i]La Jornada Maya[/i], 2 de julio de 2019]. No son, por supuesto, prestaciones; pero cuando se observa que en el ambiente local resultó reelecto un líder al que se señala de no haber pagado, en dos años, el fondo de defunción para socios fallecidos, dinero que sale de las mismas aportaciones de los afiliados, entonces tenemos una vela ardiendo en ambos extremos: el servicio al usuario y la atención a las necesidades de los socios.

Habrá que estar al pendiente. Otras apps están en competencia, con sus propios modelos de asociación y participación. Lo que vemos hoy como un cambio en la economía colaborativa puede resultar en un equilibrio entre la empresa global virtual y el espacio local. En una de esas, el "fantasma" temido en Campeche, se materializa.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]


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