Texto y foto: Margarita Robleda Moguel
La Jornada Maya
Jueves 13 de junio, 2019
Es tan impactante Estambul, que infinidad de viajeros se quedan atrapados en su magia y no les dan la oportunidad a las otras regiones de llenarlos de asombro.
[b]Capadocia[/b]
Las características geológicas del lugar han dado pie a que sus campos se describen a menudo como paisajes lunares. Su orografía, compuesta de la llamada toba calcárea, ha adquirido formas caprichosas tras millones de años de erosión y es lo suficientemente suave como para permitir escarbar en la roca y así construir sus viviendas e incluso iglesias con hermosas bóvedas. De esta forma, los paisajes están llenos de cavernas, naturales y artificiales, muchas de las cuales continúan habitadas y otras más han sido transformadas en hoteles y restaurantes para disfrute de los visitantes.
La situación geográfica de Capadocia la hizo encrucijada de rutas comerciales durante siglos; también objeto de continuas invasiones. Los habitantes de la región construyeron refugios subterráneos donde ciudades enteras podían esconderse en el subsuelo y subsistir durante muchos meses sin arriesgarse al exterior. Estas ciudades subterráneas estaban construidas en varios niveles. La que visitamos tiene nueve, aunque solamente cuatro están abiertos al turismo equipadas con respiraderos, caballerizas, panaderías, pozos de agua y lo necesario para albergar poblaciones que podían llegar hasta 20 mil habitantes.
Si la vista de la zona es una belleza, verla desde arriba agota el repertorio de adjetivos calificativos. Hay instantes en los que las palabras pierden fuerza, no logran expresar lo que el silencio ofrece.
Salimos antes del amanecer, este lo veríamos desde las alturas junto con una fiesta de 150 globos que poblaron el cielo de magia y deseos de agradecer a la vida la oportunidad. 20 pasajeros, un capitán y un mar de posibilidades para capturar imágenes que intentarán compartir el instante.
[b]Pamukkale[/b]
Pamukkale se traduce del turco como Castillo de algodón, como se conoce esta extraña formación geológica que proviene de terremotos y movimientos tectónicos que tuvieron lugar en esta región turca, de las cuales brotaron aguas termales que atrajeron desde la antigüedad a griegos y romanos. Éstos últimos dejaron señales de su paso en las piedras de las construcciones que han sobrevivido los siglos.
[b]Éfeso[/b]
Llama mi atención que las mejores zonas arqueológicas, tanto griegas como romanas, están en Turquía. Eso nos habla sobre los tiempos que duran los imperios y los cambios de poderes. Éfeso fue creada por los jonianos y se considera la civilización griega más antigua ubicada cerca del Mar Egeo. Años después fue expandida por los romanos y se convirtió en la ubicación local de mando romano en Asia.
En su momento, el templo de la diosa Artemisa fue considerado una de las Siete Maravillas del Mundo.
La Biblioteca de Celso fue inaugurada en el año 135 en honor al senador, cónsul y procónsul romano Tiberio Julio Celso Polemeano, y llegó a almacenar 12 mil rollos y fue, junto con la de Pérgamo y la de Alejandría, una de las tres bibliotecas más reconocidas del mundo.
Las Cartas a los Efesios, escritas por San Pablo, forman parte de nuestra cultura occidental y es en esa zona donde se encuentra la casa en la que vivía San Juan, “el discípulo favorito”, por lo que se dice que María, la madre de Jesús, pasó los últimos años de su vida y hoy en día es un sitio de peregrinación.
Pregunté al guía sobre la zona este de Turquía y me dijo que guarda muchos tesoros que algún día podremos conocer y disfrutar; las fronteras con vecinos en situaciones complicadas impiden de momento el libre tránsito.
Turquía, no me despido. ¡Volveré!
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