El fondo detrás de las apariencias

Normando Medina Castro
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Jueves 25 de abril, 2019

En México, por muchos años ha importado más la apariencia que la realidad, y en la política la simulación llenó casi todos los espacios empoderando a personas sin ética, mitómanos y carentes de un genuino nacionalismo, salvo muy pocas excepciones.

Como expresó atinadamente en los setentas Jesús Reyes Heroles, “en política, forma y fondo son lo mismo”. El problema se agravó cuando se perdió el fondo. Sólo quedaron las formas, las apariencias, la simulación.

México aparentaba ser una democracia, con todos los elementos formales que se requerían para proyectar esa imagen: división de poderes, partidos políticos, elecciones, etcétera, aunque todo estuviera dominado por una reducida clase dominante. En ese formalismo se organizaban foros y encuentros de intelectuales europeos y americanos como el de septiembre de 1990, Siglo XX: La experiencia de la libertad. El evento pasó a la historia cuando el político y escritor peruano Mario Vargas Llosa se salió del guión y en lugar de hablar de Europa del Este se refirió a la política mexicana: “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México”.

Esa dictadura perfecta de la hegemonía de un pequeño grupo dominante, que simulaba una democracia y creó un andamiaje institucional a su servicio, terminó el 1º de julio de 2018 cuando el pueblo manifestó su voluntad a través del voto para llevar a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador.

El andamiaje de poder creado en México durante muchos años para simular una democracia moderna no puede ser transformado de la noche a la mañana. Eso explica la irracional embestida en contra de López Obrador solicitando su renuncia a través de ataques mediáticos de opositores visibles como los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, además de un ejército de bots que no han hecho mella en la popularidad del presidente.

La tolerancia de AMLO es muy grande y ha dado sobradas muestras como la respuesta pronta a la solicitud de protección que le hicieron los mismos ex mandatarios emanados del PAN, Fox y Calderón, que no detienen sus embestidas y pretenden responsabilizarlo de la descomposición nacional que ellos mismos contribuyeron en gran medida a crear.

En México, los involucrados en los multimillonarios sobornos de Odebrecht permanecen impunes todavía y, además todos los días le ponen piedras en el camino a López Obrador, en tanto que en otros países varios ex presidentes han sido encarcelados, e incluso Alan García, dos veces presidente de Perú, se suicidó cuando iba a ser detenido, vinculado a los actos de corrupción de la misma transnacional.

Tristemente, la oposición en México no se identifica con ninguna causa nacional; sólo defiende los intereses de la minoría privilegiada en los anteriores gobiernos y en ese afán ha perdido su identidad. No importan la verdad, el pueblo, ni la prudencia. Como muestra, está el documento que exhibió en su Twitter Rocío Nahle, donde el secretario general del PAN, Damián Zepeda, ordena a la dirigencia blanquiazul de Veracruz atacar por todos los medios y modos a Morena y a AMLO.

La embestida opositora por internet y los espacios de opinión adheridos al pasado político de México para crear una oleada artificial de descontento, probablemente estimulando la violencia criminal, son parte de una campaña de confusión y desequilibrio para alterar escenarios, según opinó en su columna Astillero, Julio Hernández, publicada en [i]La Jornada[/i], y que vale la pena leer.

La violencia y la inseguridad pública en la capital quintanarroense, Chetumal, no tiene justificación ni es papa caliente para pasar de una a otra instancia de gobierno. Tampoco puede administrarse para alcanzar propósitos como el mando único. Exige atención profesional, ética y eficaz para cortarla de tajo. Todavía es una ciudad pequeña, con valores y tradiciones, además que por tierra tiene un solo acceso que, se supone está vigilado con cámaras y retenes por cierto, bastante costosos.

La ejecución de un presunto operador del crimen organizado y el secuestro y posterior asesinato de un joven comerciante han sacudido Chetumal. El joven comerciante, de apenas 24 años, estuvo secuestrado casi una semana, según sus amigos y familiares, sin la atención cabal de la Fiscalía General del Estado ni de alguna otra corporación policial. Su cadáver apareció a la vera de la carretera Calderitas-Luis Echeverría.

Las extorsiones, los robos a casas habitación y los asaltos a mano armada en comercios no se detienen. La economía de Chetumal está por los suelos, la llegada de centroamericanos ilegales a la alza y ya son comunes publicaciones ciudadanas en redes sociales advirtiendo sobre sujetos foráneos vinculados con hechos delictivos sin ser detenidos. Esto no se soluciona con publicaciones ni discursos. No se puede tapar el sol con un dedo.

Los candidatos a las diputaciones locales ya están en plena campaña con las mismas gastadas promesas y su baño de pueblo. En el distrito 12 que comprende los municipios mayas, marginados, de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, el candidato de la coalición PAN-PRD-PESQ es Pedro Pérez, quien formaba parte del gabinete de Carlos Joaquín como secretario de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca. Fue alcalde de José María Morelos por el PRI y diputado por el mismo partido en el distrito que hoy pretende; además, su esposa Sofía Alcocer es la actual presidente municipal de José María Morelos merced a la misma alianza que llevó al poder al actual gobernador. No sé cómo llamarle a esto, cacicazgo o liderazgo. Lo cierto es que un genuino liderazgo implica haber impulsado el bienestar de su pueblo en los hechos. La realidad morelense no deja mentir. Creo que sería mejor que hagan el mismo espectáculo coreográfico del candidato de Movimiento Ciudadano por el distrito 10, [i]Chanito[/i] Toledo, bailando por un hueso, la gente por lo menos se ríe un rato. En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño estado.

¡HASTA LA PRÓXIMA!

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