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Felipe Escalante Ceballos
Foto: Archivo Arturo Escalante Amador
La Jornada Maya

Miércoles 24 de abril, 2019

En días pasados recibí un saludo desde Cuba por parte del señor Santiago Antúnez, quien se identificó como nieto de Pedro Antúnez, jugador estelar de la inolvidable Liga Peninsular de Béisbol, cuya existencia duró de 1946 a 1954.

El señor Antúnez dijo haber leído mi colaboración en [i]La Jornada Maya[/i], en la que hago mención de su abuelo y que le dio mucha alegría encontrar publicaciones del béisbol mexicano, el cual conoce desde niño por los relatos y anécdotas que le contara su abuelo Pedro y las lecturas que ha hecho sobre el tema.

Pedro Antúnez fue un destacado beisbolista nacido en Cubita la Bella, que se desempeñó como lanzador en diversos equipos de la Liga Mexicana, entre ellos el célebre Azules de Veracruz, del magnate veracruzano Jorge Pasquel; en invierno participaba en la mencionada Liga Peninsular de Béisbol –cuajada de astros provenientes de la pelota cubana–, siempre en plan estelar, como correspondía a su calidad que bien pudo llevarlo a las Ligas Mayores de haber nacido en otra época.

En su Historia del béisbol en Yucatán, Luis Ramírez Aznar describe a Pedro Antúnez como fornido, trabajador y agresivo moreno que jugaba con el equipo Tiburones de Progreso y hacía lo suyo desde el montículo de los porteños en las temporadas de 1947-48 y 1948-49.

El mismo Ramírez Aznar, en su obra citada, hace un elogio de los peloteros cubanos que vinieron a la península yucateca para reforzar a los clubes participantes en los torneos de esa magnífica pelota. Menciona don Luis que en su particular opinión la temporada de 1947-1948 fue, si no la mejor, una de las más brillantes, al fomentar una sorprendente pasión entre los aficionados que respaldaban al conjunto de los refuerzos peloteros más peleadores y entusiastas que se recuerde.

Sigue don Luis: “Estupendos peloteros cubanos llegaron para identificarse con la afición yucateca consiguiendo ocupar los sitios de “héroes” por el entreguismo con que cumplieron su cometido y estimulando las facultades de los locales con quienes crearon una verdadera fraternidad beisbolera”.
Para corresponder al gentil saludo de don Santiago, le envié un correo en el que menciono una anécdota publicada por el cronista deportivo Rolando Bello González, Landoro, quien comentó como el mejor relevo que vio en su vida fue logrado por Pedro Antúnez, al ponchar a los tres bateadores a los que se enfrentó. ¡Es increíble!, fue la respuesta del nieto de ese excelente pítcher.

También le mencioné a don Santiago que en alguna ocasión leí que, al retirarse del béisbol, Pedro Antúnez trabajó en la policía de su país, pero no volví a saber de él. La respuesta del señor Antúnez es impresionante y la comparto con los lectores de La Jornada Maya. Dice así, con algunas correcciones destinadas a la redacción del periódico:

[b]Misiva[/b]

Hace unos tres años leí y guardé un artículo de Tommy al bat (Columna del escritor capitalino Tomás Morales), en el que hablaba de la carrera de mi abuelo en México. Lamentablemente lo perdí, pero en el mismo decía que mi abuelo había sido fusilado al principio del triunfo de la revolución cubana, pero no fue así.

Lo que pasó fue lo siguiente. Estando mi abuelo jugando en República mexicana, unos militares cubanos le hablan; querían hacer una liga de béisbol del ejército y le proponen que, cuando terminara la temporada en la liga mexicana, jugara y dirigiera uno de los equipos del ejército y recibiría un salario todo el año. Aceptó y así lo hizo unos años. Dirigía el equipo Regimiento de Santa Clara, donde también jugó, entre otros, Sandalio Consuegra, si mal no recuerdo.

Pero en diciembre del 56, estando en México jugando, vino a pasar el fin de año a Cuba cuando estalla la guerra y todos los que estaban en la plantilla del ejército son llamados a cumplir. Así, tuvo que ganarse la vida como policía.

A triunfo de la Revolución es condenado a fusilamiento. Sus compadres mexicanos le habían dado albergue a un revolucionario cubano, por ser cubano. Ellos, al enterarse, le envían un telegrama a este señor y él intercede por mi abuelo. La pena le fue conmutada a 30 años de cárcel, de los cuales cumplió 10 años.

Mi abuelo solía decir que a México también le debía su vida. Siempre quiso volver a visitar México y a sus amigos. Entre ellos, mantuvo correspondencia con Santos Amaro. Después de cumplir prisión vivió una vida tranquila con toda su familia. Murió de cáncer en su casa en el 95, rodeado de sus familiares”.

[b]De México a Cuba[/b]

Gracias a don Santiago Antúnez por esta información sobre su abuelo, quien fue muy estimado por la afición beisbolera peninsular. Saludos desde Mérida hasta Cuba.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
[b][email protected][/b]


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