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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Domingo 14 de abril, 2019

En los últimos años Yucatán ha vivido un auténtico boom en los conflictos por la tierra y entre ejidatarios que va de la mano del interés empresarial por las tierras de los campesinos mayas para convertirlas en desarrollos industriales, fraccionamientos, ranchos, mega granjas, cerveceras, pasando no raramente por encima de la ley con la complicidad de las autoridades agrarias y de otros niveles de gobierno pero también de algunos ejidatarios. En realidad, estamos ante un grave problema de la Península de Yucatán, con Quintana Roo a la cabeza, tras la irrupción de poderosos intereses regionales, nacionales y transnacionales interesados en apoderarse de la tierra y de la costa a la búsqueda de ganancias rápidas y con bajo costo de inversión, atraídos también por los bajísimos salarios y nulas prestaciones sociales.

El caos, tras pocas décadas de aplicar ese modelito que tanto defienden las cámaras empresariales, está a la vista. La violencia brutal y delincuencial en los otrora “paraísos” de la Riviera Maya, es un cóctel explosivo combinado con la crisis social y ecológica. Que ya estamos padeciendo.

Yucatán, aletargado por algún tiempo, ahora está de moda y las ofertas de tierra, predios, parcelas, aparecen en catálogos nacionales y extranjeros. Estamos ante una auténtica papa ardiente.

[b]Intereses ajenos a los ejidos[/b]

Mucha mala información le está llegando a los ejidatarios yucatecos a través de gente externa a los ejidos; las asambleas no están teniendo la libertad para determinar lo que mejor les convenga: se están guiando por intereses ajenos a los propios ejidos.

Así lo reconoce el nuevo delegado de la Procuraduría Agraria en Yucatán, Alfredo Ramírez Gómez, quien en un foro organizado en la sede del sindicato de Telefonistas en Mérida, reconoció que empresarios y asesores particulares, están operando contra los ejidos y la misma ley en Yucatán. Esta situación es particularmente visible en los ejidos que circundan Mérida pero atañe a todo el Estado, como hemos consignado en los últimos años en las páginas de [i]La Jornada Maya[/i] e [i]Infolliteras.com[/i].

El nuevo funcionario federal evitó mencionar a Yucatán reiteradamente, para evitar conflictos, pero sus palabras fueron dirigidas a un foro de ejidatarios yucatecos, precisamente.

Durante su exposición ante el foro de ejidatarios dijo que hay gente humilde, enojada, impotente, en Yucatán, que no sabe qué hacer, porque están trabajando la tierra y de repente, un día, llega un inspector y les dice que se salgan porque trae un título de propiedad y afirma que las tierras ya no les pertenecen.

Sin embargo, el funcionario fue muy claro al reiterar que las tierras de uso común no se venden, no pueden venderse, por ley.

E insistió en que el artículo 16 de la Constitución, protege la posesión: nadie me puede molestar en mi persona, familia, posesión sino por mandato de autoridad competente.

“Si están en posesión material de sus terrenos, váyanse a juicio y demuestren que es suya”, insistió ante gritos y aplausos de los ejidatarios.

Sin embargo, recordó que al interior de los ejidos hay ejidatarios que quieren vender sus tierras y hay también quienes no quieren vender las tierras.

Pero es la asamblea, puntualizó, la única que puede pedir el cambio de destino de las tierras.

Ante éste nudo, lo que se ha creado en Yucatán y en la Península, es un círculo vicioso: porque si las tierras de uso común no se pueden vender, tenemos que simular que se cambien de destino.

Para operar esa simulación primero urdían el ilegal cambio de uso común, a parcelas. Y ahora, dándole vuelta a la ley, se tienen solares dizque urbanos, de 10 o 15 hectáreas, sin servicios públicos, ni drenaje, donde sólo vive una persona.

Esta situación, señaló el delegado, genera la confrontación entre los ejidatarios; la lucha entre ejidatarios por recibir el dinero o conservar la tierra, comentó.

[b]Ejidatarios muertos siguen votando[/b]

Como en el libro [i]Almas Muertas[/i] de Nicolai Gogol, en el que un personaje de nombre Chichikov coleccionaba certificados de campesinos muertos, en Yucatán siguen votando en las asambleas ejidales, los muertos.

“¿Hacemos una asamblea de ejidatarios muertos el próximo 2 de noviembre?”, dijo bromeando Alfredo Ramírez durante su exposición.

Es necesario, afirmó, hacerle comprender a los diputados federales que es necesaria una reforma de la ley agraria les dé la facultad a los ejidatarios de dar de baja de manera directa a los ejidatarios muertos.

Esto para evitar se sigan infiltrando intereses ajenos a las asambleas ejidales, ya que el mayor problema no sólo en Yucatán, sino en todo el país, es que los padrones de ejidatarios no están actualizados desde 1992. Hay más muertos que vivos registrados en los ejidos.

A ese problema, del voto de los difuntos, se suma otro problema muy serio, que es el control de los órganos de representación de los ejidatarios a través de la compra, cooptación, con dinero, de las elecciones ejidales, al grado de que hay quienes dicen que salen más caras las elecciones de comisariados ejidales que las de presidentes municipales.

En pocas palabras, como señaló Alfredo Ramírez, los comisariados ejidales están controlados por intereses ajenos a los ejidos.

“Esto se debe acabar, el comisario ejidal debe responder a los intereses de la asamblea y no a intereses de fuera”, aseguró.

“No le estamos permitiendo a la asamblea ejidal que tome sus decisiones. Hay actores externos a los ejidos que no lo permiten”.

Parte de todo este problema de la simulación de tierras de uso común, es la venta de tierras a personas que no son del ejido. Supuestos avecindados que no pueden acreditar la residencia real. Ni siquiera conocen Mérida, algunos inclusive viven en el extranjero. Pero para poder vender las tierras, para poder adquirirlas, hay que ser avecindado o ejidatario y se debe residir por lo menos un año en el ejido, advierte el delegado. Pero se está falseando lo que exige la ley.

Estamos ante una realidad compleja, en la que tenemos ejidatarios en posesión de tierras sin certificado o título, que se enfrentan a ejidatarios o avencindados, ajenos al ejido con titulo de propiedad, que en muchos casos son personas con apellidos de la Casta Divina o de empresarios de familias poderosas de Mérida, dedicados a apodarse de tierras de forma sistemática.

www.infolliteras.com
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