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Normando Medina Castro
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Jueves 21 de marzo, 2019

El aprecio y el respeto a las raíces personales, el sentido de pertenencia a un lugar, el orgullo por la cultura propia y el amor a la patria jamás serán valores pasados de moda y constituyen la base para forjar una nación fuerte, con un mejor aprovechamiento de los recursos naturales y una distribución más equilibrada de la riqueza.

El lunes 18 de marzo los mexicanos conmemoramos el 81 aniversario de la expropiación de la industria petrolera de México que estaba en manos de compañías estadounidenses y británicas que, dejaban poco beneficio a nuestra nación que estaba sumida en la pobreza y la marginación de la mayoría de sus habitantes.

Cuando el general Lázaro Cárdenas asumió la presidencia del país, el primero de diciembre de 1934, dijo en su discurso: “Nada puede justificar con más elocuencia la larga lucha de la revolución mexicana, como la existencia de regiones enteras en las que los hombres de México viven ajenos a toda civilización material y espiritual, hundidos en la ignorancia y la pobreza más absoluta, sometidos a una alimentación, a una indumentaria y a un alojamiento inferiores, impropios de un país que, como el nuestro, tiene los recursos suficientes para asegurar una civilización justa”.

Empecinado en cambiar las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos emprendió una serie de numerosas acciones, sin descanso, y movido por un profundo y genuino nacionalismo que le hacía decir con frecuencia, “contra la patria, nadie, por la patria, todos”.

Cuando decretó el 18 de marzo de 1938 la expropiación de la industria petrolera provocó la furia de la comunidad empresarial internacional que, ocasionó el rompimiento de relaciones diplomáticas con el Reino Unido gobernado por Churchill, quien junto con el presidente estadounidense Roosevelt exigió al general Cárdenas que diera marcha atrás y adoptaron medidas comerciales para persuadirlo.

La unidad de los mexicanos en torno al presidente Cárdenas, en cuyo ideario “solo la justicia social garantiza la paz y la felicidad humana”, era muy fuerte y le permitió sortear con éxito las dificultades que enfrentó para lograr gran parte de la institucionalización de México con acciones como: nacionalización de la red ferroviaria, nacionalización petrolera, creación de la comisión federal de electricidad, del banco nacional de crédito ejidal, PEMEX, fundación del INAH, del IPN , fortalecimiento de la educación en todos los niveles, reparto de 18 millones de hectáreas de tierra a los campesinos, la movilización y la organización social, construcción de carreteras e infraestructura enfocada a la productividad, respeto a la libertad de cultos, etc.

La soberanía nacional no es negociable, el libre mercado no justifica la corrupción, el saqueo ni el entreguismo a las potencias extranjeras bajo ninguna circunstancia, y menos en eras de sacar provecho partidista y personal.

En las condiciones actuales de México, gobernado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que tiene el apoyo a su gestión de 8 de cada diez mexicanos, es además de bajuno, un verdadero suicidio político lo hecho por el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés solicitando “apoyo internacional” por el gobierno “autoritario de AMLO” que pretende atentar contra la democracia y perpetuarse en el poder. Resulta absurda una oposición incapaz de asumir con responsabilidad y un mínimo de nacionalismo su papel y que busquen en el extranjero el poder que el pueblo de México les quitó precisamente por su falta de amor a los valores patrios.

El rechazo y el repudio de los mexicanos al dirigente Panista, Marko Cortés, fue aplastante. Y esto ocurre en un año en el que elegirán gobernadores en Puebla y Baja California, entidades gobernadas por Panistas y cuyos candidatos están abajo en todas las encuestas precisamente en relación con Morena. Flaco favor les hizo el dirigente blanquiazul convertido en personero de Ricardo Anaya y sin mirar hacia la militancia Panista y los principios ideológicos que les dieron origen.

Sumida en una crisis económica que se agravó en el gobierno de Roberto Borge, con el despido y la disminución de sueldos de una gran cantidad de trabajadores locales de los tres poderes y de las tres instancias de gobierno, Chetumal la capital de Quintana Roo no ha tenido ni el más mínimo alivio con el gobierno autoproclamado “del cambio” encabezado por Carlos Joaquín y, en la actualidad se suman también problemas de violencia e inseguridad.

Ya comenzaron a aparecer por la antes tranquila ciudad sureña mantas con amenazas de cobro de “derecho de piso” a empresarios, por presuntos integrantes del crimen organizado. Varios miembros de la industria de la construcción han sido víctimas de llamadas intimidatorias y un establecimiento de venta de materiales ubicado sobre la avenida Maxuxac recibió disparos en la fachada. Además ha habido asaltos a mano armada a diferentes negocios y los robos a casa habitación siguen imparables.

Aunado a lo anterior el martes próximo pasado, cerca del mediodía, fue ejecutado con arma de fuego, en su taller ubicado en la colonia Adolfo López Mateos, muy cerca de oficinas de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública y de la unidad habitacional de la zona naval, un mecánico hondureño, al parecer relacionado con negocios turbios. Y ahora se suma un atentado contra un reportero de Chetumal, cuyo domicilio fue baleado. Parece cierto que al perro más flaco le cae la sarna.

La ciudad de Chetumal ha crecido mucho en los últimos años, pero no en su economía. Las fuentes de empleo son escasas y existe poco dinero circulante, lo cual propicia la apertura y el frecuente cierre de negocios. Es necesario que las autoridades migratorias realicen su trabajo con pulcritud para evitar que entren en esta frontera olvidada y descuidada en muchos sentidos, individuos vinculados con hechos delictivos en su país.

Es un secreto a voces que el tráfico de personas indocumentadas, armas, bebidas alcohólicas y sustancias prohibidas es común en la franja fronteriza. Todo agravado con el abandono del cruce fronterizo de Subteniente López, convertido hoy en un pueblo fantasma, rehén de la ley de la jungla a pesar que es un sitio estratégico para la seguridad nacional.

En este contexto cobra gran importancia la iniciativa del Senador Morenista, José Luis Pech Várguez para la reactivación de ese cruce fronterizo, lo cual trasciende el indudable beneficio de los habitantes de subteniente López al devolverles la pertinencia y posibilidad de una vida digna. Sus implicaciones para la seguridad municipal, estatal y nacional son innegables. Nos sumamos a la condena del asesinato de otro periodista, esta vez en Sonora, donde fue ultimado Santiago Barroso. En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño Estado.

¡HASTA LA PRÓXIMA!

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