¿Cuánto borgismo resiste el efecto AMLO?

Hugo Martoccia
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 4 de marzo, 2019

Hay dos imágenes de los últimos días que son la muestra más clara de lo que hoy significa Morena Quintana Roo.

Una es la del Presidente Andrés Manuel López Obrador aclamado en Chetumal, como el símbolo de una esperanza nacional de resurrección, que tiene en el estado uno de sus puntos más álgidos.

Y la otra es la larga fila de políticos impresentables que se inscribieron para ser candidatos a diputado del partido para la elección del próximo 2 de junio.

Las imágenes en sí mismas pueden decir todo o nada. En este caso dicen algo que debe ser escuchado: López Obrador es un fenómeno electoral y político extraordinario, que tiene un mérito indiscutible, y es ser creíble para los ciudadanos.

Pero las largas colas de personajes que se acercaron para ser candidatos de su partido, demuestran la otra cara de la moneda, y esa cara es que cualquiera puede acceder a un cargo de elección popular en Morena en este estado, no importa cuán nefastos sean sus antecedentes.

Si bien luego esa lista de aspirantes mejoró mucho, lo cierto es que entre los 31 precandidatos que quedaron en pie, podrían darse combinaciones diversas, que pueden convertir a la lista final de candidatos tanto en un soplo de aire fresco como en una calamidad.

La pregunta inevitable es:

¿Cómo es posible que un Presidente tan puntilloso, que ordenó bajar un video promocional por su tinte partidista; abrir las grabaciones por un accidente como el que sucedió meses atrás en Puebla, y que hace de la honestidad el máximo estandarte, permita sin una sola mueca de desagrado que el borgismo más recalcitrante se incruste en su partido?

En Morena dicen que no es así, y que no pasará ninguno de esos nombres impresentables.

[b]Morena vs Morena[/b]

La bienvenida de la gente en Chetumal ante la vista de López Obrador confirmó lo que en el Gobierno estatal creen desde hace un tiempo: el potencial electoral de Morena es devastador. “Están muy fuertes”, dijo uno de los hombres más importantes del oficialismo, que consulta encuestas periódicamente.

Tan es así que entre los análisis que se hacen en ese entorno, la pregunta que tratan de responder no es cuanto pueden ganar ellos, sino qué pasaría si Morena ganara los 10 distritos en donde va con candidatos propios. Esa es la preocupación hoy.

Pero cada día que pasa queda más claro que el principal enemigo de Morena es el propio partido.

La construcción electoral para la elección de julio de 2018 requirió de cerrar los ojos a las incongruencias. El propio AMLO lo pidió, y no carecía de cierta lógica, en virtud de lo que habían sido las elecciones de 2006 y 2012, cuando el tabasqueño perdió. Así, llegaron al partido figuras como Marybel Villegas, Jesús Pool o Mildred Avila, entre otros.

Luego, una vez Gobierno, la necesidad de mayorías legislativas para aprobar las reformas hizo necesario un acuerdo con el Verde Ecologista, de difícil digestión para el morenismo. Aún así, la situación tenía una razón política de fondo.

Pero con López Obrador en niveles de aprobación que superan el 80 por ciento, con el oficialismo estatal en un momento muy complicado (como quedó en claro en la reprobación al gobernador Carlos Joaquín en el acto de Chetumal junto a AMLO) y con los demás partidos sin agenda ni candidatos ni expectativas, no se entiende la razón por la cual Morena insiste en perder su identidad.

[b]De la suma cero a la pérdida[/b]

Para la elección de julio de 2018, cuando Morena arrasó, la figura de López Obrador fue suficiente para que los “impresentables” pasaran casi desapercibidos. Pero la duda es si ese paraguas electoral será suficiente para la elección del próximo 2 de junio.

En la lista de precandidatos a diputado quedaron al menos tres nombres que llaman demasiado la atención: las ex priistas Susana Hurtado, Erika Castillo y Euterpe Gutiérrez.

Cualquiera de ellas que sea candidata será una nueva desilusión de Morena a su base electoral. Y lo peor es que sus candidaturas están impulsadas por servidores públicos del propio partido.

Más allá de esos nombres, además, hay otros que tampoco generan confianza, como el de Edgar Gasca; los propios candidatos de Mara Lezama, Hugo Alday y Enrique Baños, o José Armando Mayoral. Todos vienen de otros partidos, y poco o nada tienen que ver con el lopezobradorismo.

Como ya se dijo más arriba, según la forma en que se combinen esos nombres, puede ser una lista de candidatos aceptable, o convertirse en un verdadero escándalo.

Y a eso habrá que sumarle lo que aporte el PT en los tres distritos que encabeza, lo cual ya preocupa. Un ejemplo: un muy posible candidato sería el ultraborgista Manuel Valencia Cardin, para el distrito 15 de Chetumal.

Otro problema será el Verde Ecologista, que ha propuesto a Elvia Barba, madre de Remberto Estrada, y a Pablo Bustamante. Pero aún si ellos no fuesen los candidatos, el Verde sólo tiene borgistas para presentar.

Es casi imposible encontrar en esa danza de nombres algo que tenga que ver con Morena y la Cuarta Transformación.

¿Que podría aportar cualquiera de esos nombres? Absolutamente nada. Son nombres surgidos de diversas construcciones políticas internas que trabajan para objetivos encontrados. Los senadores, diputados federales y autoridades municipales de Morena, trabajan cada uno para su propio proyecto.

Como si todo eso fuera poco, la dirigencia nacional del partido nombró como Comisionado Electoral al diputado federal Jesús Pool Moo, quizá el más joaquinista de todo el morenismo.

Un neo morenista que ha comenzado a conocer el partido y sus formas, explicó lo que eso significa, sin demasiadas vueltas: “Es entregarle a Carlos Joaquín la organización electoral de Morena”, dijo.

[b]Los otros problemas[/b]

Más allá de lo electoral, la situación de Morena dista mucho de ser buena. En los próximos días se vence la licencia temporal del alcalde Andrés Pastrana, en Othon P. Blanco, y no existe ninguna certeza de que su suplente Othoniel Segovia pueda quedar en el cargo.

La dirigencia nacional de Morena es la encargada de esa negociación, pero lo peor es que el verdadero enemigo es interno, entre los grupos que comanda el senador José Luis Pech. Nadie descarta que Morena se quede, literalmente, sin ese Ayuntamiento.

[i]Chetumal, Quintana Roo[/i]
[b][email protected][/b]