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Texto y foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya

Martes 5 de diciembre, 2017

Me despertó la voz de una soprano: "Amanecí otra vez… entre tus brazos…" acompañada por una sinfónica perfecta, en un momento completamente anormal para ser las 8 de la mañana. Con el sol afilado sobre una pirámide-serpiente-iglesia, a cuyo pie ensayaban los músicos para la inauguración del Hotel Xcaret México en la Riviera Maya y frente a la isla de Cozumel, puede uno estar en el “Mundo Raro” de José Alfredo Jiménez, en los acordes de Pablo Moncayo y recordar los pasos del danzón, a ritmo de Arturo Márquez.

La fiesta estaba a punto de iniciar.

La instalación más reciente de Miguel Quintana y Carlos Constandse es una maravillosa obra de la arquitectura que intervino la naturaleza y enmarcó paisajes. La decoración combina la artesanía y la tecnología como si fueran cuates en su convivencia.

El hotel parece la puesta en escena de un teatro realizado por artistas monumentalistas y necios, como los mayas con sus pirámides y los españoles con las catedrales.

El complejo Xcaret se ha convertido en ejemplo de empresa turística audaz para el sureste, y probablemente de México, al grado de considerarse su nombre como el de una ciudad dentro de Quintana Roo. Tiene mucho sentido, pues todo el concepto de los parques temáticos y ahora este nuevo hotel es referencia mundial del all inclusive, con todo un modelo de desarrollo de turismo ecológico y una política económica regional.

Es el estilo del arquitecto Miguel Quintana, cuya filosofía impone un gobierno empresarial estricto, permite la creación de empleos y da rienda suelta a su placer por el coleccionismo en artesanía mexicana y por el uso de maderas, raíces, ramas y tierras.

Se puede ver en los nidos de aves que en cada habitación conforman una gran lámpara arriba de la mesa central. Con el revestimiento de pisos, mosaicos, paredes, techos, jabones, toallas, sillas, mesas, espejos y hamacas; cada cuarto tiene una luz diferente, creado así por un viajero frecuente, como Quintana, experto en dar comodidad.

Si algo peculiar tienen las habitaciones y el concepto del nuevo hotel, son los baños y el uso del agua. En esta novedosa arquitectura, cada cuarto está diseñado a partir de la construcción del baño, de tal forma que desde ahí siempre puede uno ver el mar, el balcón y las mullidas camas. No es lo mismo estar sentado en el famoso trono frente a una pared que ver, en cualquier función que uno realice allí, un paisaje y las siluetas de un amanecer.

[b]Baños de confesión[/b]

Decenas de empresarios, artistas y políticos con sus familias se dieron cita por 48 horas en el Hotel Xcaret México y se cruzaban en sus playas, caletas, ríos y bares.

Las albercas son toda una referencia. Si sólo encontrarse en traje de baño con amigos y sus mujeres puede causar cierta ansiedad, estar en un spa con tanto desconocido importante, causa aún más. Este escenario aumenta la necesidad del anonimato; un sitio muy íntimo en esta parte del hotel, uno para masajes (cuevas) y otro colectivo para la hidroterapia y vapores.

Ahí se departió casi al desnudo. Los abdómenes y piernas, reunión de volúmenes y estrías, de canas, de brillantes hombros, de pieles perfectas y arrugas, todas dignas de los invitados que se saludaban y grillaban a la mínima provocación, por estar sentados en el sauna.

El magnate y la abogada; el alcalde y el concesionario; el empresario retirado y la directora general; el secretario de gobierno, el diputado en la alberca, con niños o con sus esposas, todas ellas con sus voces e historias que uno quisiera publicar, con los chistes que se olvidan y con distintas expresiones de lo que piensan de un México “que a lo mejor ya no debería cambiar tanto”, como dijo nuestro vecino de locker a su ex socio, antes de sumergirse en la piscina helada, y luego al vapor, como dicta la norma escandinava.

Ninguna queja, ni mentada, ni promesa, ni recelos, ni los planes de inversiones pactados ahí es posible ni correcto reproducir. Hasta el nombre del próximo candidato del PRI al gobierno de Yucatán. “Me lo acaba de decir el Presidente ayer”, aseguraba un ingeniero. Lo que pasa en un sauna, se queda en el sauna.

[b]La degustación y la fiesta[/b]

Cuando cayó el sol y la tarde se tornaba con lluvia, llegó con pequeña comitiva el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, y dio un recorrido privado acompañado de los directivos del grupo Xcaret. “Quintana Roo es una maravilla… miren”, señaló. De manera discreta se retiró, cuando iniciaba en los restaurantes la degustación y los meseros hacían alarde de organización para atender a los más de 500 invitados.

Comida mexicana, oriental y de fusión, encabezada por los chefs Orlando Trejo, Carlos Gaytán y Franco Maddalozzo; de buena factura y mejor maridada, amenizada por música mexicana y fuegos artificiales.

El concierto de la Orquesta Sinfónica del Caribe, dirigido por la misma Alondra de la Parra, al pie de la pirámide Xpiral, al que en la mañana asistimos como en un paseo de ensueño, tuvo que cambiarse de lugar a última hora, porque la lluvia no tiene palabra y la luna llena se cubrió de nubes. Me hubiera encantado tomar fotos de un histórico concierto de músicos y cantante, todos mojados, tocando en medio de una espiral en forma de pirámide. Pero los técnicos prefirieron no arriesgar a los artistas, y la audacia sucumbió ante la prudencia.

En el improvisado escenario, la orquesta y la cantante Denisse Gutiérrez levantaron el ánimo de los invitados, ataviados con sus mejores telas caribeñas y cubiertos con paraguas rosas que se repartieron.

Con los invitados se mezclaron actores personificando a indígenas, antiguos chamanes, a los mayas, a los mariachis y a los matachines.

Ya hacia la madrugada los invitados fuimos a la explanada principal del hotel y sin asomo de sueño retomábamos charlas ocasionales y nuevas opiniones sobre el recién nacido paraíso. Con hambre devoré los dulces que en canasta campechana dormían en la cama. La habitación aquí cuesta 8 mil pesos una noche, con entrada a todos los parques temáticos.

En medio del lujo y la total comodidad es fácil sentirse en casa, en un hogar mexicano al estilo de Miguel Quintana, su hijo David, quien dirigió el proyecto, y sus socios Carlos y Marco Constandse. Es la comodidad de la naturaleza transformada para alojarnos en un espacio de aislamiento suntuoso, el privilegio de disfrutar del mar desde el Nirvana, en este coctel de paisaje, artesanía, tecnología y agua turquesa.

Al salir del hotel, un cartel enorme anuncia el próximo proyecto de los Quintana: se llama Xtadio.

[i]Xcaret, Quintana Roo[/i]
[b][email protected][/b]


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