Gastón Ramírez Cuevas
Foto: Facebook @LaPlazaMexico
La Jornada Maya
Martes 21 de noviembre, 2017
Toros: Seis de Teófilo Gómez, variopintos y algunos muy corniausentes; todos, débiles, mansos y bobos.
Toreros: El Juli, a su primero le mató de entera trasera y perpendicular: oreja. Al segundo le pinchó dos veces; liquidó de un bajonazo al julipié: vuelta. Al quinto de la tarde pinchazo y descabello efectivo: silencio.
Joselito Adame, despachó al segundo de entera contraria y tendida, y múltiples golpes de corta: silencio. Al cuarto le pegó un pinchazo hondo y una entera hasta la bola: palmas. Al que cerró plaza le atizó un metisaca, un pinchazo sin soltar y tres cuartos: silencio. Entrada: Unos 23,000 paganos.
Decía José Bergamín: “En el toreo todo lo que no es milagro, es trampa”. En esa tesitura, el tan esperado duelo entre dos figuras del toreo actual resultó un fiasco enorme, por culpa de los bichos de Teófilo Gómez. Es lamentable ver un encierro tan falto de bravura y de fuerza. Pero ahí estuvo Juli, voluntarioso y colmilludo. Al que abrió plaza le toreó con cierto empeño. Inclusive hubo dos naturales estimables, un par de tandas de derechazos con cierta verdad, y un ramillete de dosantinas bien ejecutadas, pero sin toro todo pierde color. La oreja fue bastante discutible; ya en el tercero de la tarde, el madrileño quitó por chicuelinas modernas, tan a la trágala que si le ve el maestro Paco Camino le pega un bofetón. El gordito de Teófilo se dejó hacer el toreo templado y de expulsión, mismo que bastó para que el otrora niño prodigio se diera una vuelta al ruedo por su cuenta y riesgo. Del quinto toro no hay nada que contar, salvo que El Juli nos deleitó con una cátedra de cómo se puede engatusar al respetable toreando a muy prudente distancia. De Joselito Adame pegó muletazos de mucha verdad en un palmo, pero el rumiante en turno duró un suspiro. Ya en el cuarto, el de Aguascalientes intentó hacerle fiestas a un toro que parecía estar disecado, con lo cual sólo logró exasperar a los villamelones.
El cacareado mano a mano, Joselito lució con el capote en un quite por saltilleras y puso muy bien las banderillas, pero el toro débil, manso y soso dio al traste con la faena de muleta. El apostolado de la nueva empresa, consiste en descubrir nuevas formas de decepcionar al aficionado
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