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Giovana Jaspersen
Foto: Juan Carlos Gómez de la Fuente
La Jornada Maya

Viernes 17 de noviembre, 2017

Laboratorios, incubadoras de ideas, semilleros, herramientas de cambio; valientes, abiertos, provocadores, diversos, pacificadores y transformadores; son sólo algunas de las maneras en las que expertos internacionales en materia museística se refirieron a su objeto de estudio en el marco del encuentro Museo digital, futuro y posibilidades, realizado en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) esta semana. Siendo la primera iniciativa en su tipo en México y Latinoamérica, el foro se nutrió con una feria de creativos digitales y generó un escenario para que instancias como Tate, el Museo del Prado y el de arte de Cleveland presentaran algunos de sus proyectos más exitosos de la mano de los creativos y desarrolladores digitales con los que han dado largos saltos tecnológicos. Esto, alternándose con las participaciones de los talentos y espacios mexicanos como el Laboratorio de Arte Alameda y el Centro Cultural Tlatelolco.

Más allá de la innovación y las realidades aumentadas, virtuales o sensoriales que fueron expuestas y analizadas, sorprende el margen con el que se delinean los proyectos y el perfil de los museos hoy. Si retomáramos las palabras de Deloche habría que subrayar cómo “El museo estalla en sus funciones”; es claro cuando ideas como la construcción de ciudadanía, equidad, libertad, igualdad, justicia y comunidad se relacionan de forma constante con su quehacer y vocación alrededor del mundo.

Como espacios en los que los sujetos se relacionan con las realidades, ya no están aislados en sus muros, no se contienen ya en el sitio, sino en sus causas e ideas; pero especialmente en sus personas. Las herramientas tecnológicas se convierten entonces en artefactos y posibilidades experimentales para cumplir con estas visiones, y los museos en puentes, medios de cambio y comunicación, dejando de ser fines en sí mismos. Ya no miran hacia atrás en el espejo esencialista de la nostalgia, sino que se buscan construir lo que seremos; bien sea a través del arte, la ciencia, la naturaleza, la historia o la etnografía, miran desde cualquier lente al futuro. La causa común parece ser la reducción de la mayor crisis contemporánea, la social; plenamente relacionada con la diferencia, inequidad, injusticia, violencia y la discriminación.

En un ejercicio crítico se sabe que los museos formaron parte del fraguado de esta crisis como espacios colonizantes de voces “legítimas”, por lo que su re-invención es también la reconfiguración del orden social y la forma en la que convivimos; hoy, los museos son también fluído para disolver estereotipos. Pueden ser puentes, entre comunidades, el Estado, gestores y especialistas; amplificadores de voces calladas o reducidas; visibilizadores de minorías; narradores, no de la historia, sino de las historias que forman la “realidad”; son tomografías de la condición humana. Sitios para elegir y discutir, seleccionar y activar: donde se abren caminos frente a nosotros y nos reconocemos actores de la historia, pero también del presente y materia prima del futuro.

Este tipo de encuentros exigen voltear la vista a nosotros y lo que nos ha sucedido. En nuestro país, desde hace años la respuesta a cualquier diagnóstico o necesidad cultural ha sido hacer un museo; pequeños, medianos o macroproyectos; acerca de todo, pero en pocas ocasiones acerca de todos. Hoy, la suma asciende a casi 2 mil espacios. El mapa y conteo difícilmente abarca las pequeñas iniciativas comunitarias, por lo que es complicado tener una cifra exacta; pero tan sólo la Ciudad de México ronda en 200 espacios; la suma de los tres estados peninsulares supera la centena y sólo Yucatán oscila en los 50. La gran pregunta es cómo están estos espacios hoy y si la opción es continuar generando nuevos proyectos.

En pleno siglo XXI resulta urgente hacer una revisión de nuestra infraestructura museística y sus mensajes ¿los discursos de creación aún son los que queremos que lleguen a las actuales y futuras generaciones? ¿Nuestros museos tienen herramientas y recursos para hablar en este tiempo? Es imposible evaluar o medir todos los espacios desde la misma perspectiva, su vocación social implica unicidad y la tecnología en periodo de cambio y brecha digital continúa siendo un alto costo para una porción de población muy pequeña. Aún es prescindible (por lo que es justo el mejor momento para analizar sus alcances), como lo son las colecciones o el espacio físico de exhibición. Lo único que es realmente inminente son las “ideas” y en ellas es imperiosa una revisión.

Poco se ha tomado en cuenta la transversalidad de los museos y su incidencia en áreas estratégicas en nuestro país, desde ellos se modela e incide en la agenda educativa, cultural y turística; y por tanto, tienen gran influencia también en temas de economía y seguridad. La influencia discreta -o no- que tienen como espacios múltiples que abarcan desde el esparcimiento y el ocio, hasta la pedagogía, los convierte en elementos clave en la construcción de la política no sólo cultural, sino social.

En los museos de nuestro país, y dada la realidad social, el replanteamiento es urgente; la pregunta ya no se centra en quiénes hemos sido, sino en quiénes queremos ser.

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