Rodrigo Corona Gaspar
Foto: MLB Photos
La Jornada Maya
Jueves 9 de noviembre, 2017
Si había sospechas por alteración de pelotas durante la temporada regular, en la cual se rompió el récord de más cuadrangulares en la historia de forma abrumadora (se conectaron 6 mil 105, muy por encima de los conectados en 2016, 5 mil 610, y de la máxima cantidad obtenida en 2000, en la época de los esteroides, 5 mil 693), un trabajo del periodista Tom Verducci calentó aún más el debate durante el Clásico de Otoño.
En el artículo, mediante cifras y declaraciones de protagonistas de la Serie Mundial, que coincidieron en que la bola estaba más resbaladiza que en la temporada regular, lo que hacía más difícil su agarre, sobre todo al tirar sliders, reforzó la hipótesis de que había algo extraño con las pelotas.
Y es que 25 jonrones en los siete partidos de la Serie Mundial (récord) y 104 en toda la postemporada nos da a pensar en que algo cambió en las pelotas.
El siguiente dato, obtenido en el mismo artículo, señala que, hasta el juego 4, se conectó un palo de cuatro esquinas cada 17.5 bateadores, mientras que, durante la campaña regular, la cifra fue 27.1.
Las cifras no son lo único que pone en jaque a los directivos de la MLB. Distintos personajes alzaron la voz como el couch de pitcheo de los Dodgers, Rick Honeycutt, y Dallas Keuchel, as de los Astros, quien incluso ha mencionado que esto se ha hecho para mejorar el show.
Si usted vio el el quinto juego de locura, se pudo percatar que prácticamente cada contacto con la pelota se convertía en un elevado profundo. Si, además, quisiéramos añadirle que año tras año, desde que Rob Manfred es el comisionado de MLB, hace algo para hacer más entretenido el juego, las de ganar las tenemos los que sospechamos.
Recordemos que, a lo largo de la historia del deporte, mejorar el espectáculo haciendo alguna modificación a un artefacto o regla ha sido una constante. En el mundial de futbol de 2010, la pelota oficial, el Jabulani, causó polémica por su poco peso y el movimiento extraño que hacía en los disparos. Cuatro años después, la NFL vivió el escándalo de los balones desinflados.
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